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Vivencias de La Argengringa: el guiño de Beckham, su esposo argentino y la incomprensión de su familia por su amor a nuestro país

Sarah Lenore y José Luis Pagán cuentan su historia de amor, construida en torno a la música con un pie en Argentina y otro en Estados Unidos. El lado oscuro de la industria y el nuevo desafío que los une en Melody, la chica del tren

Vivencias de La Argengringa: el guiño de Beckham

5 Ago, 2023
Por Tatiana Schapiro
A ella le dicen La Argengringa, y le encanta. Es que Sarah Lenore, una de las protagonistas de la serie Melody, que se ve actualmente por América, es oriunda de Michigan, Estados Unidos, pero adora todo lo relacionado con la cultura de nuestro país.
Cantante, compositora y actriz, está en pareja desde hace 14 años con el argentino José Luis Pagán, que también es su productor. Por eso Sarah domina el spanglish y asegura que cuando está en su país de origen, sus familiares comprenden apenas la mitad de lo que dice.
“Entiendo mucho. Me cuesta hablar”, advierte sobre el español, antes de comenzar la charla con Teleshow junto a su pareja y socio, quien -zanjando las barreras idiomáticas- la irá asistiendo en sus respuestas. Aquí, además de cantar el hit de WOS que conquistó a Messi, Lenore hablará de las críticas que recibe de su familia por su amor a nuestro país, el encuentro con Chayanne, de los momentos incomodos con David Hasselhoff y del intento del representante de Michael Jackson de drogarla en una reunión.
—Empezaste en el mundo artístico de muy chiquita.
Sarah: —Sí, en Broadway. Fue increíble.
—¿Y cómo lo vivió la familia?
Pagán: —Para ellos fue normal. El primer musical lo hizo cuando tenía cuatro años y cuando terminó ese pequeño show, se le acercó gente que le dijo: “Acá hay talento en serio”. Ahí empezaron a entenderlo de una forma más profesional.
Sarah: —Y mi mamá era mi manager. Se llama mamager (risas).
—¿Cómo fue crecer en Michigan y después en Nashville, siendo mujer?
Sarah: —Pesado. No fue todo color de rosa en mi carrera. Nashville es una ciudad muy machista y ser una jovencita sola era peligroso. Hay muchas situaciones difíciles con que lidiar, pero nunca perdí mis valores.
Pagán: —Hay una suerte de slogan de la ciudad: “It’s a driniking city with music problems”, “Es una ciudad con problemas de alcohol que además, tiene música”. Tenés una reunión a las tres de la tarde y es: “¿Qué tomamos?”, “Whisky”. Es una ciudad muy pesada, muy machista. Si vos ves el ránking de música country -Nashville es la cuna de la música country-, el 95% de los artistas son hombres.
—¿Cómo fue luchar con esa industria tan machista?
Sarah: —Haber estado en America’s Got Talent (fue semifinalista) me ayudó mucho. Me quedé en mi burbuja. No tenía muchos amigos. Éramos yo y mi perrito (risas).
—En ese reality viviste una situación complicada con el actor David Hasselhoff, a quien todos conocemos por Baywatch y El auto fantástico, que ahí era jurado.
Sarah: —Era muy jovencita, tenía 19. Había muchas miradas, sonrisas, era un poco incómodo. Y yo siempre: “No, gracias. No”.
Pagán: —También es parte de la psicología machista de Estados Unidos. Todavía está muy presente eso y en el mundo del arte también.
Sarah: —Simon Cowell, el productor, quería que en una de las canciones los bailarines se saquen las camisetas y yo tenía que tocarlos. Yo cantaba música country. Dije: “No, no puedo”.
—Hay que tener 19 años y plantarse así ante un productor como ese.
Pagán: —A la semana siguiente la echaron. La eliminaron.
Sarah: —(Risas) No sé. Una coincidencia, tal vez. Es el camino que hay que recorrer, lamentablemente.
—¿Vos entendías en el momento lo que estaba pasando?
Sarah: —Sí. Y estaba preparada para todos esos momentos.
—¿Ya había pasado antes algo parecido?
Sarah: —Sí, en Nashville cuando tenía 15, con el exmánager de Michael Jackson.
Pagán: —En una reunión. Le puso algo en una bebida.
Sarah: —Se llama moonshine, es ilegal.
Pagán: —Es muy fuerte. Tiene como 70% de alcohol. Y puede llegar a ser alucinógeno también. El señor tenía 60 y pico; ella tenía 15.
Sarah: —Y nunca en mi vida había tomado nada. Pensé: “¡Ay, qué raro, qué feo! No me gusta”. Mamá dijo: “Vamos, vamos”, y salimos corriendo.
—¿Había algún proyecto de trabajar juntos?
Sarah: —Pensé que estaba buscando una chica nueva en la ciudad. No soy solo yo, le ha pasado a mucha gente.
Pagán: —De hecho, un par de veces cuando estábamos empezando a salir de novios a distancia, yo estaba en Miami y ella en Nashville, y me decía: “Voy a tener una reunión con este señor de la industria de la música a las diez de la noche en un bar”. Y yo: “Hummm, no me parece muy apropiado”. Es la forma en que se mueven, te imponen un poco esa cosa de poder llevarte a un bar a darte algo para tomar, y después ver qué onda. Hay mucha gente profesional, por supuesto, es una ciudad con un talento increíble y unos ejecutivos impresionantes. Pero siempre hay quienes se aprovechan.
—¿Cómo fue luego la mudanza a Miami?
Sarah: —Miami es otro mundo. Para mí fue un shock de culturas muy fuerte porque en Michigan y Nashville nadie habla español.
—¿Qué pasó cuando te empezaste a involucrar con la Argentina, a hablar español y adoptar algunas culturas nuestras?
Sarah: —Mi familia piensa que estoy loca. No comprenden. Fuimos a una reunión familiar y una prima me preguntaba: “¿Por qué hablás español?”. Yo le decía: “‘Porque me gusta. Porque mi marido es latino. Porque quiero”.
Pagán: —”Te notamos cambiada”, le decían.
Sarah: —“Tenés un acento latino al hablar inglés”. Para mí es súper divertido y abrió mucho mi cabeza y mi corazón.
—¿Te han discriminado por esto en algún momento?
Sarah: —Sí, un poco. Yo sentía que estaba siendo inteligente aprendiendo otro idioma, conviviendo con otra cultura, pero ellos consideraban que estaba “rara”. Por eso me siento mucho más cómoda acá en Argentina: me siento en casa.
Pagán: —Claro, resulta que ya no es tan americana para estar en Estados Unidos y se empieza a sentir un poco más cerca de lo que pasa acá. Yo soy muy argentino, más allá de llevar años viviendo en Estados Unidos.
—¿Qué costumbres nuestras te gustaron? ¿Qué incorporaste?
Sarah: —Siempre hay soluciones en Argentina; en Estados Unidos no es así. Y me gustan mucho los insultos (risas).
—¿Y la comida?
Sarah: —Con la comida son lo más. El choripán, el asado, turrones, dulce de leche. Y tomo (vino) Malbec, Fernet.
—José ¿hace cuánto y por qué te fuiste a Estados Unidos?
Pagán: —Hace 23 años. Yo trabajaba en la música, con Natalia Oreiro, Marcela Morelo, entre otros artistas, estaba en un momento lindo de la carrera y ya terminaba algunas de las producciones que hacía acá, en Estados Unidos. Empecé a viajar seguido. Por ahí me quedaba un mes en Los Ángeles grabando con músicos increíbles. Cada vez que volvía para acá sentía que la meca del mundo artístico era allá.
—¿Estamos hablando además del 2001?
Pagán: —Fue justo antes de que la Argentina entrara en tremenda crisis. Yo trabajaba con un ejecutivo de una disquera y lo trasladan a Miami. Me dijo: “Es ahora”. Me fui con los ahorros que tenía. Fue difícil, hay que decirlo: la vida del inmigrante es complicada en todos lados.
—¿Con quién ni te atrevías a soñar grabar y terminaste grabando?
Pagán: —Es muy loco eso porque cuando todavía vivía acá escuchaba a Chayanne, Thalía, Marc Anthony, Jennifer López, y de repente a no más de cinco años de estar viviendo allá tuve la oportunidad de escribir para ellos, de producir sus discos. Procesos enormes, de grabaciones que duran meses. Nunca me lo hubiera imaginado.
—¿Sarah choluleó a alguien?
Pagán: —Sí. Esta anécdota es hermosa. Ella estaba todavía muy en su cultura americana. Le digo: “Mirá, estoy produciendo a Chayanne, que es un artista muy importante de la música latina”. Entonces le muestro y le digo: “Además tiene una pinta tremenda, es un divino”. Y ella tipo: “Ah, genial”, ni bola. Terminamos el disco, que se grabó en pleno momento que nosotros nos estábamos casando, y nos invita a ver el concierto donde iba a presentar ese álbum, En todo estaré.
—¿Y ahí?
Pagán: —La cuestión es que vamos a los camarines a saludarlo. Vamos caminando por los pasillos del estadio y de repente él sale del camarín y empieza a caminar hacia nosotros.
Sarah: —En cámara lenta.
Pagán: —Ella lo veía venir en cámara lenta. Parece que tenía una luz de fondo.
Sarah: —El viento.
—Y de repente estaban solos en el pasillo.
Pagán: —Claro, yo desaparecí de repente…
Sarah: —No tenía palabras, solo mis ojos (risas).
Pagán: —Nos acercamos, nos saluda súper bien, súper cariñoso, le da un beso hermoso. Entonces la agarra de las manos y le dice: “Quiero que sepas que el casamiento de ustedes fue la inspiración para este disco tan lindo que hemos hecho con tu marido”. Ella: “Ajá, sí, ajá”. Estuvo muda. Se iba derritiendo.
Sarah: —Y lo mismo con Marc Anthony.
Pagán: —Pero ahí yo ya tenía la experiencia de Chayanne. Lo encontramos, me dice: “¡Pepe!”. Me abraza. Y ella ya empieza a mirar así, esperando su abrazo y le digo: “Te presento a Sarah” (risas).
—Explicame cómo terminaste cantando el himno para David Beckham.
Sarah: —Era un partido importante de la liga de Estados Unidos, con los Miami Dolphins.
Pagán: —Ella cantó en partidos de básquet, de fútbol americano, pero con Beckham ahí mirando es distinto. Él le dio like y todo.
—¿Te sigue Beckham?
Sarah: —¡Sí!. Por supuesto (risas). El próximo es Messi.
Pagán: —Yo creo que va a pasar dentro de poquito eso.
Sarah: —¿Qué le cantamos? “Muchachos…” (risas).
—¿Cómo nace Melody?
Sarah: —En la cocina de nuestra casa.
Pagán: —Fue una mañana en que me levanté enojado con la industria del entretenimiento y la música. Soy un bendecido de trabajar en esto, pero a veces decís: “Hay que buscar algo más, esto ya está”. Y se me ocurrió esta historia que justamente está basada un poco en la relación que tiene Sarah con Yasmín Gagliardi, que es la protagonista. Veía ese vínculo de ellas que hacían música juntas, ninguna hablaba el otro idioma y sin embargo conversaban y dije: “Esto hay que escribirlo”. Entre los dos empezamos a darle vueltas y forma.
—Sarah, ¿vos conocés o entendés las distintas crisis que fuimos atravesando los argentinos?
Sarah: —Sí… No entiendo mucho porque es una locura.
Pagán: —Ahora que hemos venido por más tiempo, lo ve, lo vive. Va y se compra un café que vale 600, al otro día vale 900.
Sarah: —Allá no es así, qué injusto. No entiendo. Es triste. Hay mucha buena gente acá.
—Podemos decir que Sarah ya es un poquito nuestra.
Pagán: —Sí, por supuesto.
Sarah: —Un poco argenta, sí. Argengringa. ¿Y sabés qué? Papá es pintor y la semana pasada pintó un cuadro de Messi gritando un gol. Nunca se le hubiera pasado por la cabeza a un tipo de Michigan pintar un cuadro de Messi.

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