En medio de la escandalosa muerte de Silvina Luna, quien partió denunciando a su médico, Anibal Lotocki, por mala praxis, un caso con ciertas similitudes tomó recpercusión en La Plata, donde una docente denunció a una médica de la ciudad por haberle inyectado un producto no autorizado para mejorar su físico.
Se trata de Silvina Bravo, una mujer de 46 años que se encuentra viviendo un calvario debido a que mientras ejerce su profesión hay días en los que no puede caminar. “Sentí que me iba a pasar lo mismo. Estuve aterrada y no paraba de llorar. Estoy pasando una pesadilla por culpa de una médica que resultó un monstruo”, exlcamó angustiada, comparando su caso con el de Luna.
Según explicó la propia víctima, su médica le habría inyectado “hidroxibenceno” o “fenol”, que tiene el mismo objetivo de mantener y “mejorar” el físico que pretendía Silvina Luna cuando Lotoki le realizó una cirugía con metacrilato.
La denuncia de la docente platense marca que su médica le habría realizado un procedimiento en una clínica de estética ubicada en cercanías del estadio de Estudiantes. Bravo responsabiliza a la médica de su mal estado general de salud tras un tratamiento con los mencionados componentes, realizado en noviembre de 2019.
El mismo, según indicó, consistió de una intervención para mejorar sus glúteos y prevenir la flacidez y la celulitis llamada “hidroxilit endopeel”, que la profesional le habría ofrecido como un “nuevo proceso” que llegaba para responder a sus inquietudes. El hidroxibenceno que le habría inyectado no está autorizado por distintos organismo nacionales e internacionales y, de hecho, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo menciona como “materia tóxica case 6.1”.
Antes de la intervención, Silvina era profesora de Educación Física, ciclista, tenía alumnos y competía en torneos que se realizan entre gimnasios. En febrero de 2020, tuvo sus primeros síntomas como hinchazón de los glúteos, granulomas y otros efectos no deseados.
“Después vino la pandemia y no la pude ver más. Me dejó abandonada”, dijo en diálogo con Clarín. Actualmente, se la pasa de recorrida por consultorios médicos especialistas para tratar de revertir las consecuencias de la práctica y algunos días no puede siquiera caminar, afirmó.
EL CASO DE BRAVO A LA JUSTICIA
Silvina llevó su situación a los tribunales platenses. El fiscal Fernando Padován elevó a juicio oral el expediente que se le sigue a la médica, quien está imputada por el delito de “lesiones culposas derivadas de la negligencia profesional”.
Por el momento, el fiscal consideró acreditado que la profesional aplicó a Bravo “una sustancia química denominada ‘hidroxibenceno’ o ‘fenol’, sin realizarle ni pedirle estudios previos, además de entender que dicho producto no está habilitado para el uso en humanos por la ANMAT, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), la Comunidad Económica Europea y la resolución GTMC 62/14 del Mercosur, entre otros organismos”.
También, el fiscal constató que Bravo “sufrió diversas lesiones físicas y emocionales” a partir de que inició el tratamiento. Desde ese momento, comenzó a tener sudoración extrema, inflamación en todo el cuerpo, granulomas con pus, caída de pelo, sangrado bucal, eccemas y estrías rojas, varices, queloides, líquido en el hígado, hemorroides y deshidratación de la columna.
“Fue un trastorno tras otro. Comenzó un padecimiento diario. Me arruinó la vida”, dijo Silvina. Su abogado, Dante Chirino, realizó una presentación en el Colegio de Médicos de La Plata y, de esa manera, lograron que la institución abriera un sumario en el tribunal de Ética. Sin embargo, la profesional sigue habilitada para ejercer la profesión, indicó Clarín. “Los tiempos de estos procesos pueden ser muy prolongados y casi siempre están atados a los resultados judiciales”, dijeron en el Colegio.
Las secuelas que provocó la aplicación de esta sustancia no son reversibles, dijo Chirino. “Quiero que esto se conozca para que nadie pase los traumas que atravesé por culpa de esta mujer que no debería ejercer nunca más”, reclamó Bravo.
“Solo me queda como aliento para seguir, la presencia de mis nietos y mis afectos. Cuando puedo los llevo a la plaza. Antes estaba en el gimnasio, hacía deportes, actividades todo el día. Ahora sólo puedo acompañarlos unas cuadras cuando me visitan. Es lo único que puedo hacer”, cerró Silvina.