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Nicolás García Hume, íntimo: su debut en el teatro comercial, la relación con Bárbara Lombardo y el deseo de ser chef

En una entrevista con Teleshow, el actor paraguayo aseguró que se enamoró de la actuación por casualidad. Desde hace 13 años se instaló en la Argentina y no para de trabajar. Ahora protagoniza Cómo provocar un incendio, la primera comedia escrita por Gonzalo Heredia

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10 Sep, 2023
Por Constanza Kong
“Amo Buenos Aires, es mi ciudad en el mundo”, asegura Nicolás García Hume, el actor nacido en Asunción, Paraguay, hace 43 años, y que vive y trabaja en la Argentina desde hace más de una década. Cada vez que puede, viaja a su tierra natal, ya sea por compromisos laborales o para reencontrarse con sus amigos y familiares, quienes suelen burlarse de su adquirida tonada porteña.
Ahora Nicolás se enfrenta a un nuevo desafío en su carrera: por primera vez está haciendo teatro comercial en la avenida Corrientes. Gonzalo Heredia, a quien conoció en la ficción La 1-5/18, lo invitó a participar de Cómo provocar un incendio, su primera comedia como autor. Luego de leer el guion, se sumó al elenco integrado por Heredia, María Eugenia Tobal y Laura Azcurra.
En el Multiteatro Comafi, García Hume muestra su talento para el humor en la obra que muestra la vida de dos matrimonios y sus hijos en diferentes etapas. La trama aborda diferentes temas, como las diferencias entre padres e hijos, los mandatos, la peleas por la herencia, los cambios generacionales y el deseo de no repetir la historia familiar.
En una entrevista con Teleshow, el actor cuenta que descubrió la actuación de casualidad mientras perseguía a una chica que le gustaba. No la pudo conquistar, pero se enamoró del teatro y eligió a la actuación como su oficio. Se mudó a la Argentina por las oportunidades laborales y encontró al amor de la mano de Bárbara Lombardo. Hoy disfruta de que su presente y agradece cada día por poder vivir de la actuación.
—Hablemos de la comedia Cómo provocar un incendio.
—La obra tiene personajes estereotipados que rozan lo absurdo en algunos momentos. La trama ocurre en dos momentos: uno en los 80 y otro en la actualidad. Dos matrimonios se encuentran en un asado y los hijos de estas parejas están jugando al fondo. Después pasan 30 años y los hijos se reencuentran, pero ya con un pensamiento más “contemporáneo”. Los hijos tratan de escapar a la herencia, a la genética de los padres, pero a veces es imposible, incluso tratan de rechazarla, aunque no se pueda. Es una comedia, no es una obra dramática ni trata de hacer una bajada de línea. Está contada con tintes de humor.
—¿Considerás cierto ese dicho de que para los actores es más difícil hacer reír que llorar?
—Es un lindo dicho. Yo vengo bastante de la comedia, tengo formación en clown, en drama y en otra clase de teatro. Hice humor en la tele y en el teatro. Pero cada humor también es distinto, depende del grupo, de los textos, del lugar. Entonces el actor siempre está sujeto a enfrentarse a algo nuevo, salvo que sea una obra que hace por tres años. A mí me gusta explorar, me gusta sentir que todo lo que hago es nuevo, trato de no sentirme encasillado. Porque tiene mucho que ver con el contexto en el que uno está, incluso en el momento de la vida. Tengo 43 años, imagino que no era lo mismo cuando tenía 23 y hacía comedia en guaraní en Paraguay, era otra energía escénica. Pero me gusta pensar que todos los lugares son nuevos y que todos los trabajos son únicos.
—¿La obra te hizo acordar a la relación con tus padres? ¿Ellos te apoyaron cuando decidiste ser actor?
—La obra es más autorreferencial a la vida de Gonzalo, que es el dramaturgo. Pero a nivel personal, la verdad que no tanto. Mi familia fue muy abierta artísticamente: mi viejo es arquitecto, mi vieja era psicóloga y profesora de lenguas. Siempre se trató con sensibilidad todo lo que tenía que ver con lo artístico, entonces tuve mucho apoyo. Cuando arranqué quería hacer otras cosas: quise ser médico, abogado, estudié Marketing y Publicidad, la actuación fue mi cuarta carrera.
—Leí que la actuación la habías descubierto de casualidad, persiguiendo a una chica.
—Sí, me fui atrás de una chica que me gustaba a una clase de teatro. Y ahí me enamoré del teatro rápido. Con la chica nunca salí, pero del teatro me quedé enamorado toda la vida.
—¿La chica se enteró de que eras famoso? Por ahí ahora se arrepiente de no haberte dado una oportunidad…
—(Risas) Ni se debe acordar que fue mi compañera. Fue hace mucho tiempo. Por ahí ahora está viviendo en Berlín. Lo importante es que pude descubrir al teatro, a mi primera profesora que fue mi primera mentora, una gran actriz y dramaturga paraguaya. Me hizo amar la interpretación desde un lugar cero egoísta, cero ambicioso, desde un lugar personal, sanador. Esos valores me hicieron recorrer esta carrera con mucho amor, con mucho respeto.
—Hace bastante que vivís en Buenos Aires, ¿extrañás un poco la vida en Paraguay?
—Estoy a una hora y media en avión; sigo teniendo mucho trabajo en Paraguay, gracias a Dios. Sigo dedicándome también a otras cosas que tienen que ver con un seguimiento de lo que sucede en mi país en la industria audiovisual, el teatro. Hay muchas cosas por las cuales nosotros todavía estamos luchando allá. Sigo siendo la punta de lanza de algunas cosas, sigo trabajando y desarrollando proyectos allá. Paraguay queda muy cerca. En Latinoamérica estamos todos muy cerca: Uruguay, Chile, Paraguay, Colombia, Ecuador y Brasil. Si estuviera trabajando en Tokio iba a ser distinto, pero acá todavía no me siento muy alejado de mis raíces.
—Cuando te reencontrás con tus amigos y familia, ¿te hacen chistes o te cargan?
—(Risas) Sí, hay miles de chistes. Me dicen que me estoy aporteñando, que puteo. Me volví más puteador (risas). Yo amo Buenos Aires, es mi ciudad en el mundo, estoy recontra enamorado de esta ciudad que me dio todo. Estoy muy feliz de vivir acá y planeo quedarme un buen tiempo. Toda la vida voy a ser paraguayo, acá tengo una residencia, pago impuestos, tengo casa y familia. No me gusta encasillarme en ningún lugar, capaz que mañana me voy a vivir a Colombia, a República Dominicana. Pero hoy estoy luchando acá por mi colectivo, mi industria, por mi ciudad, porque la siento mi ciudad. Estoy muy contento con todo lo que me viene sucediendo en Buenos Aires. Yo llegué hace 13 años, estuve en proyectos maravillosos y estoy recontra contento y agradecido.
—¿Sentís que tu humor es diferente al humor de los argentinos?
—Siento eso desde que nací (risas). Siento que el humor es muy personal. Es mentira que encontrás a gente con tu mismo humor. Nunca. Somos todos distintos. El tema es poder encajar y hacer algo juntos. Trabajé con personas muy distintas en el humor: Malena Pichot, Julián Lucero, Santi Gobernori y Alan Sabbagh. Hasta hice comedia en guaraní con cómicos en Paraguay, donde yo apenas hablaba guaraní y tenía que hacer un humor que no entendía. Al final es todo adaptación.
—¿Cómo estás del corazón?
—El corazón está latiendo que es lo importante.
—¿Seguís saliendo con Bárbara Lombardo?
—Sí, ella está muy enamorada de mí (risas). Nosotros somos muy perfil bajo y cuidamos lo nuestro. Nos gusta tener esa mantita del perfil bajo y el anonimato.
—Tienen muchas cosas en común: son actores, les gusta viajar y la Astrología.
—A mí me gusta la Astrología ahora. Yo me hice astrofan por ella, antes apenas sabía que era de acuario. Ahora sé más que ella, pero no pongas eso porque me critica. Me va a buscar a mí y te va a buscar a vos (risas).
—¿Tenés algún sueño o meta que te gustaría cumplir más adelante?
—Tengo muchas metas, muchos sueños. Me gustaría mucho poder ser cocinero profesional para poder cocinar miles de cosas ricas. Estoy en el buen camino, haciendo cursitos. Quiero tener un nivel de comida tan alto para que la gente quiera venir a comer a mi casa porque voy a cocinar yo. El cocinero tiene también mucho de escénico, de actuación. Por ejemplo, si vienen unos amigos a casa quiero poder decirles: “Voy a cocinar una cabra a la cereza, con unas batatas rústicas glaseadas con miel orgánica y de postre un tiramisú de guayaba”. Tengo amigos que son chefs y es un placer ir a comer a la casa. Cocinar es como un superpoder que quiero adquirir.
—¿Te imaginás abriendo tu propio restaurante?
—No sé, ahora me compré todo un nuevo juego de ollas. Estoy haciendo cursos de comida para aprender a hacer pócimas.
—¿Te preocupa lo que está pasando en el país, como la crisis y la inflación?
—Claro, cómo no, si yo vivo acá, pago impuestos, como acá. Estoy recontra preocupado por el país. No quiero hablar de política, pero espero que salga a flote nuestra querida Argentina.
—Hoy, poder vivir del arte es milagroso: hay muchos actores que la están pasando mal, como muchos argentinos, entonces trabajar de lo que te gusta es súper importante.
—Sí, soy un agradecido. Todas las mañanas me despierto y medito para agradecer por la situación, el lugar donde estoy. Agradezco a la tierra, me agradezco a mí también por ser constante y no bajar los brazos.

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