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Martín Cirio, la cancelación y los amigos que le soltaron la mano: “Mi WhatsApp está abierto para quien quiera escribirme”

Después de ser sobreseído en una causa por apología de la pedofilia, el humorista publicó un libro y estrenó un documental que reflejan su cambio de vida. La posibilidad del suicido, la inspiración en Gloria Trevi para salir adelante y la felicidad como falso objetivo

Martín Cirio
Martín Cirio
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23 Jul, 2023
Por Milagros Hadad
Después de un largo tiempo de luchar cada día para levantarse de la cama, Martín Cirio se siente liberado, liviano, estable. Y se le nota a primera vista. El quiebre en esta situación es el fallo de la Justicia que lo declaró inocente en la causa por apología de la pedofilia que se le había iniciado por unos comentarios realizados en Twitter bajo el alias de La Faraona. No siente que sea feliz, aclara, pero tampoco es un estado al que aspire. Prefiere hablar de estabilidad, de un estado más calmo después de la tormenta de la cancelación, una conclusión a la que arribó después de un profundo ejercicio de introspección y que plasmó en el libro Pasaron muchas cosas… Ninguna de ellas buena.
Durante todo ese tiempo alejado de los medios y las redes, Martín también estuvo trabajando en el documental que se terminó de completar con el sobreseimiento que le cambió la vida y donde asumió el desafío de hablar en serio como nunca antes. Hoy trabaja las 24 horas del día, pero asegura que le gusta tanto que no lo considera como tal, y que aprendió a enfocarse en la calidad más que en la cantidad. Dice es otra persona después de la cancelación, mejor que la que era, y que cambió la manera de relacionarse con el amor y con el sexo ocasional. Y que de a poco empieza a luchar contra algunas de las fobias que lo mantenían quieto, y volvió a pisar un boliche después de más de tres años: “La verdad tenía miedo, pero con la gente tuve buena onda. Me felicitaron por el documental y la pasé re bien”, asegura el YouTuber en una charla distendida y profunda con Teleshow.
—¿Cómo es un día en esas 24 horas de trabajo? ¿Tenés rutinas o el contenido va surgiendo en el momento?
—Me levanto tipo 05:30, me voy a CrossFit, a la vuelta arranco a pensar en Twitter y después edito videos para YouTube. Mientras, pienso cuál va a ser la dinámica del día, si voy a hacer llamados con mis seguidores o voy a reaccionar a tal cosa. Después escribo mucho, capaz me paso tres horas. Arranqué a jugar también, a hacer gameplays, entonces eso me lleva un tiempo más y puedo estar seis horas al palo. Capaz otros están más relajados, pero cuando me pongo en modo show en el stream, gasto la misma energía que en el teatro o cualquier otra actividad.
—¿Por qué sentiste que ahora era el momento para publicar tu libro y tu documental?
—Porque salió el sobreseimiento, que la verdad fue muy sorpresivo porque no esperaba que fuera tan pronto. Siempre tuve en la cabeza que de esto iba a hacer un documental, lo venía escribiendo, pero necesitaba tener todas las partes de la historia y el final es una de esas partes. Entonces me puse a laburar a full porque sentía que no podía esperar más tiempo. Me ayudó mucho mi amigo Mussu con el guion y fue un mes de escribir y reescribir. Y fue un desafío, porque mi laburo es hacer reír, y acá son dos horas y media hablando en serio, sin ningún tipo de chistes.
—¿Tuviste que cortar muchas cosas de las que querías contar?
—Sacamos muchas cosas, porque tuvimos que bajar el tono de lo que se decía. Cuando te pasa algo como lo que me pasó a mí, es muy difícil estar totalmente en paz y tranquilo y se mezclaban las emociones: la bronca, el odio, el resentimiento. Es muy difícil sanar y no sabía bien cómo decirlo, no quería que tuviera ese tono. Ahí me ayudaba Mussu con su mirada, es muy sabio, muy crítico.
—¿Quedaste conforme con el resultado final?
—Sí, súper conforme. El viernes del estreno estaba nervioso, quería conocer el feedback, y me dormí a las 5 de la mañana porque no paraba de recibir mails o mensajes re buenos. La verdad me quedé súper conforme porque pude expresar exactamente lo que yo quería expresar y la gente se lo tomó como yo esperaba que se lo tomara.
—Tenés una comunidad enorme y no solo en tamaño, sino que son muy fieles. ¿Qué sentís que encuentra el fan en vos?
—Creo que tiene que ver con la identificación de que estamos pasando lo mismo, aunque no sea lo mismo de manera literal. En el sentido de los procesos internos, de sentirte una mierda, de comerte viajes que después no son, de amigos que te traicionan. Ahora, con todo esto que pasó, siento que estoy re abierto. Si estoy del orto, lo digo, no muestro una vida de lujos en Instagram. No critico al que lo hace, yo tengo la misma vida de siempre, salvo que soy streamer tipo A y me va bien en eso, entonces creo que ahí la gente encuentra una conexión.
—¿Alguna vez te perjudicó ser demasiado honesto? ¿Contaste alguna historia que te trajo problemas?
—Sí, el tema es que cuando vos estás en vivo tres horas por día, es imposible que no se te escape. Es como cuando bardean a los Gran Hermano, imagínate vos 24 horas con un micrófono y la gente escuchando lo que decís. A veces estoy con malhumor, o recibo un WhatsApp de esos que no querés recibir y se me cambia la cara. Por más que la disimules, quedás con una energía medio más pesada y pisás un palito. Cuando me doy cuenta, al toque pido perdón o me río.
—Hablas mucho en tu libro sobre cómo criarte en la pobreza atravesó en muchos sentidos tu vida. ¿Cómo es hoy tu relación con la plata?
—Es mucho más sana que en ese momento, pero tuve idas y venidas. Fue todo un proceso que hablo mucho en terapia, porque es inevitable cuando te va bien también perder, como que te dan y te saca. Cuando pasó todo el quilombo de pagar abogados carísimos, todo es en dólares.
—¿Cómo hiciste para en tu periodo de cancelación mantenerte económicamente activo?
—Fue tremendo. Nunca fui de tener muchas marcas por mi tipo de contenido. Cuando me contactaban agencias, me pedían bajar el tono, que no puteara tanto o que no me meta en quilombos. Nunca fui de esos influencers que entrás a su Instagram y parece un catálogo de revista. Pero lo poco que tenía, durante la cancelación se cortó mal. Y encima fue plena pandemia. Tenía muy poquitos ahorros y los usé para irme a Turquía, que era una apuesta. Si salía mal, quedaba en cero, pero en un momento tenés que dar el salto, y la otra opción era quedarme en mi casa y comerme los ahorros. Era la única forma que tenía para pensar un poco, porque acá recibía amenazas todo el tiempo, que me iban a cagar a trompadas. Era todo muy pesado y no podía pensar a nivel creativo. Estaba muerto, pero en Turquía empecé a ver qué onda con algún show y a la vuelta, en un viaje a Ushuaia escribí El mundo de La Faraona que le fue re bien, llenó todos los teatros. La cancelación fue muy pesada, se fue mucha gente pero un montón se quedó, los shows se agotaban apenas lo anunciaban y me pedían más funciones y pude pagar mis abogados.
—¿En algún momento te aterró que la cancelación fuera para siempre?
—Sí, tenía los fantasmas de nunca poder sacarme ese mote, que es el mote más pesado que puede tener un ser humano. Como no tenía en quien apoyarme a nivel amistad porque ningún amigo había oído lo que soy, empecé a ver casos de famosos, como Gloria Trevi. Y dije “esta mina salió de algo más pesado que lo mío, estuvo presa cinco años y después del juicio no había pruebas en su contra”. Empecé a investigar qué hizo ella cuando salió de la cárcel. Grabó su disco, no le quería pasar las canciones, pero ella insistía, insistía, hasta que se las pasaron. La volvió a pegar y le fue súper bien. ¿Si ella salió adelante, por qué yo no podría? Buscar este tipo de ejemplos es la única que te queda, porque la otra es suicidarte, que también era otro pensamiento mío. Pero no sentía que había terminado este laburo. Yo podría haberme mudado a otro país y dedicarme a otra cosa pero no quería retirarme, que estos hijos de puta que están inventando todo esto piensen que habían ganado y habían logrado desaparecerme mediáticamente. Me propuse no darles el gusto y la gente me acompañó.
—Me imagino lo traumático que debe haber sido vivir con todo ese miedo. ¿Sentís que hay un Martín antes y un Martín después de la cancelación?
—La cancelación fue una de las experiencias más formativas. Fue súper traumático, pero siento que soy mucho mejor persona que antes. Me bajó un montón y me hizo dar cuenta de las cosas importantes de la vida. Es como cuando te enfrentás a una situación que te muestra la finitud de la vida, como una enfermedad. Yo tranquilamente podía haber terminado preso, y cuando estás al borde de eso, te das cuenta de lo que es importante. Esto me puso todo en perspectiva y me tranquilizó mucho. No me meto en polémicas, y hoy me cuesta ver youtubers que se dedican a eso. Cambié muchísimo también lo que consumo y de lo que elijo hablar.
—Recién me decías que casi todo tu tiempo está puesto en el trabajo y ahora me decís que la cancelación te hizo dar cuenta de que quizás el trabajo no merecía la importancia que vos le estabas dando. ¿Hay un cambio ahí?
—Sos peor que mis psicóloga (risas). Tengo un conflicto con eso y no voy a darte una respuesta que te cierre. Antes tenía muchas plataformas y YouTube y estaba todo el tiempo generando contenido para eso, por más que no hubiera nada. Hoy ni en pedo hablaría de ciertas cosas, cuido mucho más el contenido y hago cosas que me divierten más. Trabajo todo el día, pero la paso re bien haciendo stream. En ese momento se había transformado en una obligación, Instagram me tenía las pelotas llenas, YouTube también pero seguía para que la rueda gire, con los shows sentía que me estaba repitiendo. En esta última etapa hice El mundo de La Faraona, hice gira por todos lados y es la obra de teatro que quería hacer, con mucha más profundidad que lo que hice antes. No es que no me importe lo que piense la gente, pero priorizo mucho más lo que quiero hacer. Y antes pensaba mucho en lo que quería ver la gente.
—Lo entendí perfecto. No estás tan pendiente o arraigado al resultado.
—Trato de que pase más por la diversión y no angustiarme. No es algo que he logrado eliminar del todo, me importa si subo un video a YouTube y le va mal; pero antes me ponía re del orto y ahora trato de no comerme la peli. No soy el rey del mundo cuando me va bien ni la peor mierda cuando me va mal.
—Te interesa retomar el vínculo o pudiste perdonar a amigos que cuando pasó lo de la cancelación te soltaron la mano?
—Sí. A mí me gustaría mucho volver a ser amigo de Lizardo Ponce… No, mentira (risas). Antes cuando pasaban cosas turbias entre amigos, era más de hablarlo. Ahora, si vos hiciste algo que considero que estuvo mal, no necesito juntarme con vos para que me tires una justificación. Obviamente estoy abierto a escuchar a todos. A raíz del documental hubo algunas personas que me mandaron privados y que se disculparon y me dijeron “perdón, me subí a una ola que estaban todos subidos en esa” y lo re valoré y es gente con la que me voy a juntar y hasta podría llegar a surgir algo, pero no eran amigos. ¿Pero alguien que fue amigo y que en mi peor momento no se quería juntar conmigo porque lo iba a manchar? No, porque yo no estaba manchado. Está todo bien, mi WhatsApp está abierto para que quiera escribirme y les voy a contestar al que sea que me escriba. Hubo un par que trataron de volver haciéndose los boludos… ¿Después que me mataste vamos a hacer un video?
—¿Y en ese caso sos frontal o ignorás?
—Lo que pienso es si vos no te das cuenta o te haces el pelotudo… El mensaje tiene venir de vos hacia mí, no de mí hacia vos, y si vos no te das cuenta yo no te lo voy a explicar. O sea, el proceso interno tiene que tenerlo cada uno. A raíz de lo que me pasó, tuve mucha introspección y crecí un montón. Espero que los demás hagan lo mismo en su vida. Si no lo hacen, yo no puedo hacer ese laburo por ellos.
—¿Qué visión tenés hoy de la Argentina?
—Lo que me pasa con la política es que me parece todo una mafia y antes no me daba cuenta, era bastante más pelotudo. No son todos los políticos, no voy a caer en esa, pero vienen las elecciones, te das cuenta cómo se tiran mierda unos con otros y se inventan cosas. Y están los abogados caranchos que hacen juicios todo el tiempo para intentar bajar al otro. Me parece todo un asco. Siempre fui muy decidido políticamente, pero ahora es la primera vez que estoy pensando en votar en blanco.
—Viviste muchísimo tiempo afuera. Si tuvieras que decir lo que más te gusta Argentina y lo que menos te gusta…
—Lo que más me gusta es la idiosincrasia, la cultura, el humor, que seamos todos re crueles en Twitter. Esa cosa de reírnos de nosotros mismos, que creo qeu viene de que nos va tan mal y tenemos tantas crisis en el país. En Egipto extrañaba muchísimo la sensación de no poder juntarme y cagarme de risa, de que no existiera una Moria Casán, alguien que solamente hubiese podido nacer acá. Hoy siento que no podría vivir en otro país que no sea Argentina. Lo que menos me gusta es medio cliché, pero es la corrupción que hay a niveles tremendos, que sean todos tan descarados, que la gente que teóricamente te tiene que proteger sean los más delincuentes. Eso me indigna muchísimo.
—¿Cómo te imaginás de acá a un futuro?
—Sola, viviendo en una casa llena de gatos.
—No te llama la atención la idea tradicional de formar una familia, tener pareja, hijos…
—¡No, hijos no! Odio los nenes. Pareja tuve mis intentos, y fue muy mal. Viste que al principio está todo bien, me viene genial y después es como los primeros tres meses. Es hermoso tener pareja y después se torna en una cosa de resistir, de bancar las peleas, empezás a coger cada vez menos y después tenés que empezar a fantasear.
—¿Tuviste muchas parejas en tu vida?
—No, y tuve pocas malas, pero no me arrepiento. Es lo mismo que te decía de la cancelación, crecí muchísimo y ni en pedo quisiera borrar en ninguna de mis parejas.
—¿Si querés salir con alguien cómo encarás? ¿Un mensaje privado en redes? ¿Alguna aplicación?
—Es otro tema ese… Mi psicóloga estaba tocando la llaga con una cosita que me quedó de la cancelación, que no tiene que ver con algo lógico. Es algo que me pasa internamente, que es la sensación de que todos me quieren usar, de no saber si alguien se me acerca porque le gusto realmente o porque quiere algo de mí. Es algo que estoy laburando muchísimo, no tiene ninguna lógica porque yo no soy nadie para que me usen.
—Creo que le debe pasar a mucha gente que llega al éxito, que se hace conocida. ¿Antes de la cancelación no te pasaba?
—Antes no, cuando me empezó a ir bien estaba más abierto, pero después empecé a ver gente muy turbia. Cuando no tenés nada, nadie te puede sacar nada, pero cuando te empieza a ir bien se te acerca gente que te quiere usar. Vos no te das cuenta, salvo que sean muy obvios, porque tuviste toda una vida en la que nadie se te acercó para usarte. Y yo no es que me hice conocido a los 15 años, viví toda una vida de normal, más o menos clase media venida abajo. Y dejé entrar mucha gente que me terminó usando. En la cancelación tuve mucho tiempo de introspección en el que pude revisar un montón de cosas que hice. Entre ellas, por qué dejé entrar tanta gente de mierda que sólo me quería para sacarme cosas.
—O sea que ahora estás muy cerrado, cuesta que entre alguna persona a tu vida.
—No entran personas nuevas, y no es una situación en la que esté contento. O sea, estoy laburándolo mucho porque me sigo metiendo en aplicaciones, y la otra vez hablaba con un chabón que me pareció re copado. Quedamos en encontrarnos, tenía muchas ganas de verlo, pero a último momento no le contesté y no fui. No sé por qué me quedó eso, siento que ahora, con todo lo que aprendí me daría cuenta. Pero igual hay como una defensa que me baja, como un escudo y es una cagada porque no viene tanto de una decisión, sino que viene más de un miedo que quiero vencer.
—Y aparte como un cambio muy extremo en tu vida, porque en el libro contás que había momentos en los que tenías ocho citas por días y ahora estás en un momento casi de celibato.
—Casi no, de celibato (risas). Cuando fui a Turquía, por ejemplo, la primera semana garché con medio mundo porque no me conocía nadie. Le gusto por lo que está viendo, por lo que sea, listo. Y puede garchar y puede tener citas en Turquía. Yo también estuve con un chabón que me enamoré, duró muy poco, pero en Argentina la sensación de eso es una cagada.
—Supongo que en algún momento te van a volver las ganas de salir. ¿Qué tendría que tener un hombre para que al menos te despierte algo?
—Que sea contenedor (risas)… Que haga de su vida algo que realmente le guste. Que esté conforme con su vida.
—En un momento de tu libro decís que dejaste de sentir la felicidad como objetivo de la vida. ¿Hoy sos un tipo feliz?
—No, no soy un tipo feliz. Soy una persona estable, que me parece que es mucho más importante que la felicidad. Esto me lo decía Daisy May Queen, lo mejor es el equilibrio porque si no, cuando no lográs la felicidad sentís que caés en u n pozo. Al principio no estaba de acuerdo, pero después de lo que me pasó, lo que más quiero es estar estable. Buscar la felicidad es un imposible, es ponerte una zanahoria demasiado alta que no vas a alcanzar nunca. ¿Quién dijo que venimos a la vida a ser felices? Creo que es una historia que nos queremos contar a nosotros mismos, y capaz venimos a experimentar todos los estados de la vida. La felicidad es uno. Tengo momentos de felicidad, tengo muchos momentos que estoy muy del orto, pero a mí el crecimiento y la evolución no me vino de la felicidad, me vino de querer suicidarme, de estar en Turquía sin un mango. Ahí es cuando digo no sé si quiero la felicidad en sí como estado.
—¿Qué es lo que más felicidad te da hoy en día?
—Cuando hago un buen stream, cuando conecto con la gente y todos entendemos el código, o genero un personaje nuevo y la gente se prende y se divierte y se caga de risa. O cuando hago un show y siento que me meto en un viaje. Hace poco en Uruguay hice una fiesta para 2000 personas y canté por primera vez, hice un mini recital. Ese momento fue la felicidad.

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