28 Sep, 2023
“Mi mamá siempre me decía: ‘Tenés que escribir’, pero yo no le hacía caso. No me gustaba”, reconoce Griselda Sáchez, quien ahora -como una paradoja- está por estrenar Lennnons, el filme que la tiene como protagonista y -antes que nada- guionista.
Es oportuno regresar en el tiempo. En la familia Sánchez no había artistas, más que un abuelo que abandonó el bandoneón antes de que Griselda naciera. Pero las palabras de su madre y el amor de su papá por el cine hicieron mella en aquella pequeña mendocina que a los cinco años jugaba a hacer tortas de barro y venderlas como si fueran reales.
Años después, en 2007, llegaría el trampolín a los medios y a la fama: Griselda se anotó en Gran Hermano. No ganó, pero llegó lejos: estuvo 77 días en la casa más famosa del país. “Las primeras semanas fueron un sueño, después te cansás: aguanté bien un mes -recuerda-. Ahora a los chicos los atienden, pero en ese momento a nosotros nos estimulaban para que reventáramos”.
Sin embargo, lo que más le costó no fue la exposición ni la convivencia, sino saber que afuera, a más de mil kilómetros de los estudios de Martínez donde se hacía el reality, la esperaba su hija, Meme, quien por entonces tenía apenas tres años y medio.
“La vi cuando salí de Gran Hermano, pero recién me la pude traer a vivir conmigo a los seis meses. Ella se acuerda de todo. Me dice que en ese momento salía al patio y escuchaba mi voz, y hoy le digo: ‘¿Viste que sirvió? Todo lo que te prometí, que íbamos a vivir mejor y que íbamos a tener más posibilidades se cumplió’”, recuerda Sánchez, y destaca que el programa de Telefe le cambió la vida: “En Mendoza, como artista, no iba a poder hacer más que semáforos”, en referencia a los breves shows que se realizan mientras los autos está detenidos, a la espera de la luz verde.
La revelación mediática surgió una noche, amasando pizzas. “Me vendría bien ir a un programa como Gran Hermano”, se dijo Griselda, ensimismada en sus pensamientos. Y aunque no sabía bien de qué se trataba el reality, ya que sus padres no dejaban que lo viera, y como si de la ley de atracción se tratase, al día siguiente se topó de casualidad con la convocatoria al casting: se haría a solo seis cuadras de su casa…
El día después de participar en el reality -aquel que consagró como ganadora a Marianela Mirra- “fue una locura”, describe. “No entiendo cómo no quedamos peor de la cabeza”, dice, tal vez más en serio que en broma. Y recuerda que sus hermanos viajaba seguido a Buenos Aires para acompañarla y contenerla en su estadía en la jungla de cemento, que resultó ser definitiva. “A mí me sirvió para luego reencaminarme, porque es lindo estar en cámara y que te maquillen, pero después, quedás vacío”, cuenta.
Para Griselda, su camada de hermanitos (integrada por Nadia Epstein, Diego Leonardi, Claudia Ciardone, Sebastián Pollastro, Silvina La Profe Scheffler y Damián Fortunato, entre otros) se destacaba porque eran personas que tenían un sueño y contaban sus historias personales; no se trataba de influencers o jóvenes cuya única aspiración era la fama. En su caso, antes de ingresar a la casa, había trabajado en Playboy. “Me anotaba en todo casting que encontrara…”, se sincera. Ella fue parte de una televisión que exigía (incluso hoy) cumplir con ciertos cánones de belleza. No obstante, y ante los recientes casos de Maxi Guidici y Tomás Holder, por ejemplo, advierte: “Lo primero es la salud, y si no hay salud, la persona no se ve bien”.
Al salir de la casa de Gran Heremano, Griselda fue tentada para formar parte del Patinando por un sueño, el célebre segmento de ShowMatch. Por supuesto, aceptó de inmediato: se calzó los patines y puso manos a la obra. Sin embargo, ensayo va, ensayo viene, comprendió que ese no era su lugar, y se marchó.
Las producciones en Playboy y las vivencias en Gran Hermano 2007 (célebre por sus 50 puntos de rating en la final) fueron un trampolín para acercar a aquella niña mendocina que soñaba con vivir del arte y a la que su padre le hacía mirar películas, con esta actriz y flamante guionista de Lennons: “Sabía que era por ahí. Fui pobre en cuanto a lo económico, pero siempre tuve muchos estímulos culturales, y eso le dio sentido a la existencia”.
Lennons dirigido por el marido de Griselda, José Sicala, a quien conoció en el 2008 haciendo una publicidad para México. “Cuando lo vi me gustó su espalda. Desde ese momento no nos separamos más, nos enriquecemos y potenciamos”, cuenta sobre quien además es papá de su segunda hija Ginna, de cinco años, que también participa del largometraje.
“Se trata de una película de segundas oportunidades, y además, es inclusiva. Malena Ginzburg, por ejemplo, hace de Esteban, Eduardo Calvo de una persona no binaria, y al personaje de Gastón Pauls, de niño lo interpreta una nena. No se explica, está de una forma natural y por eso decimos que es inclusiva”, dice Sánchez sobre la histroia que tiene como protagonista a Canelón (Pauls), un representante de imitadores que se cruza de casualidad con el personaje de Javier Parisi, idéntico a Lennon. “Yo hago de la esposa de ese doble del músico: soy una chola, china, argentina, es una mezcla y un tributo a las mujeres fuertes”.
Con la excusa de que “todos tendrían que participar de una película al menos una vez en su vida”, desde la producción se dieron el lujo de invitar a David Lebón y Nito Mestre, pero también a músicos que tocan en el subte. El elenco estelar lo completan Luis Machín, Betiana Blum, Luciano Cáceres, Guillermo Zapata y Roberto Peloni.
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Griselda Sánchez y su experiencia en el Gran Hermano más exitoso: “Nos estimulaban para que reventáramos”
La mendocina, hoy afianzada como actriz y probándonse como guionista de cine, recuerda su paso por el reality, en aquella edición del 2007 que consagró a Marianela Mirra. “Es lindo estar en cámara y que te maquillen, pero después, quedás vacío”, cuenta