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“Fue un flash”: paseaba por Mar del Plata, vio a gente con un bastón y hoy es el rey de la “Marcha Nórdica” en La Plata

Gustavo cuenta que todo se remonta al 2018 cuando estaba vacacionando en Mar del Plata: “Me enamoré”

"Fue un flash": paseaba por Mar del Plata

Gustavo Quiroga es de La Plata, toda su vida fue profe de educación física y en el 2018, de casualidad, se topó con la “Marcha Nórdica”.
“Era el año 2018, faltaba un año para jubilarme como docente y estaba buscando algo para seguir activo, algo placentero, que sea relajado y que pueda devolverle a la sociedad lo que ella me dio en la profesión”, recuerda en diálogo con LAPLATA1.com.
Fue en una escapada vacacional a Mar del Plata que se toparía con la respuesta: “Empecé a ver a un grupo numeroso de adultos marchando por la playa con bastones, pero no el bastón habitual, sino que era una marcha ágil, veloz, enérgica”. 
A Gustavo le llamó la atención. Nunca había visto una situación así. Se acercó a preguntar y allí le revelaron que se trataba de un deporte en pleno crecimiento en Argentina. En ese momento no lo sabía pero estaba hablando con Martín Iriart, el capo máximo de la Marcha Nórdica en Argentina.

“Fue un flash. Era lo que estaba buscando”, agrega el platense. Se capacitó durante ese 2018 y empezó a dar clases en Parque Alberti. Los primeros tiempos no eran fáciles. Encima Gustavo solo podía enseñar después de las 19 horas por su ocupación principal, con lo cual no era sencillo encontrar a posibles adeptos.
Hasta ese momento, su vida había estado marcada como profesor en gimnasios particulares de La Plata y también se desempeñaba en los institutos de formación policial dentro de la órbita del Ministerio de Seguridad.

La pandemia, por supuesto, complicó todo. Ya no se podía hacer la Marcha Nórdica en las calles. Sin embargo, el grupo no se desarmó. La siguieron de manera virtual con ponencias y charlas.
Con la salida gradual del encierro, la Marcha Nórdica explotó. Era una actividad ideal: al aire libre, sin contacto, sin intercambio de elementos y con distancia. Gustavo tuvo que agregar clases en el Parque San Martín. 

“El boca en boca fue lo más importante. Generalmente son personas de 40 años hacia arriba. También empezamos con las salidas urbanas. Vamos a Punta Lara, la Republica de los Niños, la cantera de Gorina, al Parque Pereyra Iraola. El objetivo es conocer distintos lugares de la ciudad”, explica.
Los orígenes de este deporte se remontan al año 1930, en Finlandia, cuando la mayoría de los esquiadores empezaron a incluir en sus entrenamientos de verano y otoño lo que llamaron “caminata con bastones”, con el fin de mejorar su condición física y poder en invierno comenzar los entrenamientos con la intensidad adecuada.

“Hoy en Argentina hay entre 150 y 180 instructores. Es un gran ejercicio aeróbico. Activa el tren superior. Además es una actividad económica, y se puede hacer en arena, tierra, cemento, pasto. Y es muy buena para la socialización. Hay tiempo para charlar y hacerse amigos”, señala.
“Cuando entrenamos en las plazas siempre somos los bichos raros. Nos ven con los bastones y la gente no entiende”, reconoce entre risas.

“Les robaron la nieve” o “Se les derritió la nieve”, les han gritado desde los autos, recuerda el profe platense.
“Algunos nos han preguntado si éramos gente no vidente, o gente con problemas para caminar. Y realmente es todo lo contrario”, completa Gustavo. 

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