El tenista platense Tomás Etcheverry llegó este año a su primera victoria en un Grand Slam, en el Abierto de Australia en tanto que en Roland Garros tuvo una racha inolvidable que lo llevó a los cuartos de final, lo que implicó mucho más que un avance importante en el ranking de la ATP.
“Cuando empecé a entrenar con ‘Wally’ (Walter Grinóvero, su “coach”) me decía que le dé seis meses a partir de entrenar de una manera, y así fue. Después de seis meses, que fue Roland Garros, me encontraba 30 del mundo”, cuenta el platense desde el Buenos Aires Lawn Tennis Club, en la previa de su primera serie de Copa Davis, citado por la agenda Dib.
Etcheverry reconoce que este año “apuntaba a terminar top 50”, una meta que se actualizó después de alcanzar los cuartos de final en Roland Garros. “El objetivo pasó a ser tratar de terminar top 20. Quedan muchos puntos en juego, torneos muy grandes. El objetivo está puesto en ese ranking”.
El bonaerense llegó a ser el número 30 del mundo, después de aquel maravilloso Roland Garros. También alcanzó dos finales de ATP, una en Santiago de Chile y otra en Houston. En paralelo, también crecieron Sebastián Báez (tres títulos en el año) y Francisco Cerúndolo, la mejor raqueta del país en la actualidad.
Tanto el platense como sus compañeros saben que apenas es el comienzo y que hay mucho camino por recorrer tras irrumpir en el circuito profesional. “Vamos a ir por mucho más, porque cada uno empuja al otro. Hay algo que te motiva a seguir mejorando. Si uno ve que el otro logra resultados, dice ‘yo también lo puedo hacer’”.
En el mejor momento de su carrera, Tomás Etcheverry no se olvida de sus orígenes. Porque La Plata, su ciudad natal, siempre está presente y se lo hace saber. “Hay mucha gente que me escribe, me saluda, siempre me tiran mucho apoyo. Es una ciudad grande pero nunca tuvimos un tenista que haya sobresalido. Hoy estamos yo y Thiago Tirante, que venimos subiendo”, dice, y no puede evitar sonreír al hablar del lugar que lo vio nacer.
PREMIO INVALUABLE
Tomás Etcheverry todavía no ganó ningún torneo de nivel ATP, más allá de jugar tres finales de esa categoría. Pero tiene algo que muy pocos tenistas poseen y muchos anhelan: es parte del selecto grupo de “The last eights”.
El lunes 5 de junio último, cuando derrotó al japonés Yoshihito Nishioka por 7-6 (8), 6-0 y 6-1 y avanzó a los cuartos de final de Roland Garros se metió en un grupo selecto de tenistas que gozan del “eterno” derecho de asistir al Grand Slam parisino.
Efectivamente, un premio extra para quienes cada año llegan a estar entre los ocho mejores del certamen es una credencial de por vida para asistir al torneo del polvo de ladrillo francés.