25 Sep, 2023
Por Pablo Andisco
En la previa al estreno de su obra de teatro, Andy Kusnetzoff siente los nervios de una primera vez. Vuelve a probarse el traje de actor pero en un escenario muy diferente al que había transitado en su anterior unipersonal, y para el que poco le sirve ser uno de los conductores de radio y televisión más importantes de su generación. Este partido lo juega con otras herramientas y hay algo de temor, de esa fascinación a veces inexplicable por lo desconocido. Y eso, confiesa, le gusta.
En Las cosas maravillosas -desde hoy, lunes y martes en el Multiteatro Comafi- Andy vuelve a ser un hombre solo en un escenario de frente al público. Pero en lugar de construir un personaje bastante parecido al que es abajo, como ocurría en su anterior unipersonal, aquí se propone repasar el listado de las cosas hermosas que hay en el mundo, de aquello por lo que vale la pena vivir. Tan simple y tan profundo como esas ideas que nos interpelan hondo, que nos acompañan ahí, al costado del camino, a veces para celebrarlas, otras esperando ser reveladas.
La obra de Duncan Macmillan y Jonny Donahoe llegó a Buenos Aires en 2022 y desde entonces tuvo narradores rotativos. Peter Lanzani, Lali González y Franco Masini encarnaron el mismo personaje que ahora abordará Kusnetzoff. Una manera de que cada relato adquiera el color distintivo de su intérprete, articulados por un texto preciso y la ajustada dirección de Mey Scápola.
Estos dos aspectos fueron decisivos para que Andy pusiera freno a su reticencia y sienta ganas de volver al teatro ocho años después. Lo dicho, lejos del antecedente de Happy Hour:un shot de felicidad, casi en la vereda opuesta. Es que en lugar de enfocarse en la alegría pasajera, la obra propone un instante para reflexionar en profundidad. Un terreno en el que Kusnetzoff se debatirá entre el conductor que todos conocemos y el hombre que motoriza su mundo interior. Y esta incomodidad es lo que lo terminó de seducir.
“La obra habla del sentido de la vida, tiene mucha emoción, tiene humor, tiene algo de conductor; es como una mezcla rarísima y a mí siempre me gusta hacer algo raro”, reconoce el conductor en la entrevista con Teleshow. Y agrega que la precisión del texto sumado al conocimiento del trabajo de la directora, lo convencieron para superar algunos temores y afrontar este desafío.”Es como una construcción colectiva, como una experiencia teatral, no es una obra tradicional y me gustó mucho ese concepto. Sin duda es algo muy difícil, es muy distinto a lo que suelo hacer”, asegura, con un lenguaje corporal que denota entusiasmo, y ese cosquilleo propio de la previa a las grandes citas.
—Se te ve muy entusiasmado con este proyecto.
—Sí, después, por supuesto me quise bajar porque era muy difícil, pero Mey no me deja (risas). Me marca que no es Andy el que está en la obra, y ese es un desafío enorme para mí. Porque a veces pasan cosas que como Andy sé resolverlas con humor, porque así lo hice toda mi vida, pero acá tengo que emplear otras herramientas. Aprenderme la letra me llevó un montón y estoy un poco asustado, pero es lindo también encontrar desafíos nuevos.
—Vas a tener un feedback con el público diferente al que tenés en la radio.
—Es muy distinto, y al del teatro también, porque la obra anterior la escribimos a medida, tenía mucho que ver conmigo y yo podía salirme cuando quería. De golpe bajaba, hablaba con la gente. Ahora no puedo ser yo, lo que pasa es que el texto es tan bueno, tan bien escrito, que te protege. La obra es buenísima más allá de de quien la haga, y el desafío es poder estar a la altura.
—En lugar de respaldarte en vos, te respaldás en el texto. Ahí está la confianza.
—Es que no puedo hacer otra cosa. Quizás el que es actor tiene otras herramientas, y de repente yo tengo una herramienta para poder resolver cosas espontáneas que supongo que se va a dar ahí, en la experiencia.
—Destacaste la importancia del trabajo de Mey. ¿Fue difícil someterte a una dirección y estar atado a una obra de texto? Lo pienso porque estás muy acostumbrado a conducir, y también a improvisar, a dejarte llevar por la conversación.
—Tuve productores, tuve directores, sé laburar en equipo y también conozco mucho mis limitaciones. A Mey la conozco de hace 20 años, cuando estudié teatro con Julio Chávez. Ella era asistente de Julio, después nos cruzamos en Graduados y muchas veces me hacía de coach para las escenas. A esta altura ya es mi amiga, y que te dirija Mey es una gran clase de teatro. No solo es muy precisa, es muy buena transmitiéndolo, sino que va a toda las funciones, te corrige, te explica. Es muy generosa como lo es todo el equipo de la obra. Estoy muy contento. Espero que ellos estén contentos cuando le estrene; de actitud le puse todo, después, en el escenario no sé lo que me va a pasar y esa es la incertidumbre que en un punto la odio y en un punto me encanta.
—¿Qué no podría faltar si Andy Kusnetzoff fuera el autor del guion de Las cosas maravillosas? ¿Cuáles encabezan tu lista hoy?
—Bueno, armé una familia y sin duda ese es el gran cambio y está muy lindo. También aprendí a disfrutar los momentos y los trabajos cuando van mejor o peor, que antes todo lo vivía con estrés y angustia. Supongo que la experiencia es un poco eso. Respecto a la lista de cosas maravillosas, que en la obra son un montón y el protagonista la va recorriendo desde que tiene 7 años, te podría decir como me pasó hoy, encontrar lugar en la puerta para estacionar… Ese es un placer como pocas veces vi.
—¿Uno es capaz de percibir en el momento esas pequeñas cosas maravillosas? ¿O también necesita de cierta experiencia o distancia para darse cuenta?
—Yo leo mucho de neurociencia, me gusta mucho lo emocional y cada vez estoy más convencido de que como vos percibas un poco el mundo, como vos lo pienses, es como lo vas a sentir. Entonces si yo digo: “Hoy, tengo nota con Infobae, que mierda, tengo que hablar…” me va a pesar un montón. Si en cambio digo: “Qué bueno, me están viniendo a ayudar a promocionar lo que voy a hacer… buenísimo”, es diferente. Y no sé si queda medio pedorro, o simplista, pero te juro que es muy simple de verdad; la percepción que vos le comunicás a tu cabeza, es como lo terminás sintiendo, por eso podés modificar sentimientos si los pensás distinto. Todo esto son libros y libros de neurociencia que quizá explicado así es bastante choto, pero espero que se entienda. Me estoy tomando todo con calma y creo que me está haciendo bien. Digo, lo mismo puede ser maravilloso o una mierda, no así la realidad de que no te alcanza, que no tenés un mango, las enfermedades. No estoy de acuerdo con eso de “si sucede, conviene”, hay cosas realmente muy difíciles, pero dentro de lo que más o menos está acomodado, traten de disfrutar. Hay que ejercitarlo.
Si el teatro se asemeja a un salto al vacío, en la radio y en la televisión la red de contención está mucho más alta. El estreno de la séptima temporada de PH, Podemos hablar -”ningún programa me duró tanto tiempo”, dice con dejo celebratorio-, y el sólido andar de Perros de la calle que ya va por la 21, dan cuenta de un proceso de adaptación constante al medio que se percibe con naturalidad. Surgido como joven rebelde y transgresor en la tele que conocimos, supo caminar sin sobresaltos la transición a una era en la que los medios tradicionales están en constante revisión.
—¿Cómo es tu relación con el rating hoy?
—Por supuesto que uno quiere que le vaya bien, ganar, porque eso te da tranquilidad en el canal, te da más más libertad para hacer cosas. Pero siempre hay que pensar en uno. Hasta ahora siempre seguí mi manual, hicimos la nuestra, lo que pensamos y no nos fue mal. Creo que lo que tenemos está bueno y además creo que hay programas que uno puede modificar en base a “che, está pasando esto, necesitamos medir más”, pero más que nada es revisar dentro de determinadas herramientas. Yo no creo en los programas, que cuando les va mal hacen una cosa totalmente distinta. Me ha pasado y te va mal, porque perdiste tu esencia y tu identidad.
—¿La televisión como medio tiene fecha de vencimiento?
—Siempre la están por matar, pero siempre está reviviendo en un punto. Creo que todavía la televisión abierta dio muchas muestras de estar muy fuerte. Todo lo que pasó con Masterchef, lo que pasó con La Voz, lo último que pasó fue Gran Hermano, un programa que ya vimos hace 20 años, pero hay un público nuevo que lo descubre. No sé si los centennials aportaron mucho, o gente que no veía televisión, pero fue una bomba y vuelve todo empezar. Y Tinelli fue a América y le fue bien, y todo vuelve a empezar. Y nosotros acá estamos, aportando lo nuestro.
—¿Hoy es más difícil hablarle a los jóvenes que hace cinco o diez años?
—Arranqué hace mucho para integrar a estas nuevas generaciones, primero en la radio y después en PH. Creo que está buenísimo, porque al principio yo también estaba tratando de conocerlos, no es que me hago el pendejo. Pero creo que estuvo bueno y por PH han pasado casi todos… María Becerra, Rusherking, Thiago PZK, Lit Killah… me encantaría que vengan Duki y Nicki Nicole. Está bueno que la gente más grande conozca y pueda empezar a entender un poco la música que escuchan sus hijos, y que los chicos vean a los artistas que les gustan en en otras plataformas que no sean YouTube o Twitch. Siempre me gustó la integración, la mezcla; cuando llevé a La Joaqui me preguntaban quién era y ahora la ves en el mainstream haciendo Got Talent en Telefe. Hay una evolución ahí, y siento que ese ese camino lo arranque un poco antes y está bueno.
—Es un momento de cambios profundos en el medio.
—Es verdad, pero por ejemplo, las radios de streaming no dejan de ser una forma de comunicar, Muchos pendejos descubren la radio por el streaming, y nosotros también ahora streameamos nuestra radio, pero el programa lo hacemos hace 21 años. Entonces hay que ir aggiornándose, remendándose, pero es verdad que es muy distinto. Antes si estabas en televisión abierta te veían todos y hoy está todo más segmentado. Bueno, yo trato de integrar todo en las cosas que hago.
—Hablando de la radio, ¿cómo analizás a la distancia el salto a Urbana Play y la evolución de Perros en el nuevo espacio?
—La evaluación es 100% positiva, nos dio una inyección y una renovación. Ese primer año con Lizy fue buenísimo porque no tenía nada que ver con lo que habíamos hecho, y nos dio toda esa energía su talento y su gracia, nos reímos mucho. Fue un año triste malo, apagado el de la pandemia y necesitábamos reírnos. Después lo fui encontrando el programa, renovando, y recuperé mucho las ganas de ir a la radio y pasarla bien. Me encanta el grupo que hay ahora.
—A la distancia parece una transición natural, pero el programa casi deja de existir.
—Sí, yo ni sabía si se iba a llamar Perros de la calle, de hecho ya había registrado otro nombre. Y cuando hablé con Ciro por el tema de la cortina, él me dijo que le gustaba Perros, y eso fue una señal. En ese momento hablé mucho con él, sobre cómo hizo para dejar Los Piojos y empezar de cero y volver a empezar. Yo sentía que estaba pasando por lo mismo, y fue muy linda esa conexión que tuve con él, que no es mi amigo pero tengo buena onda. Por ejemplo, me contó que visualizó volver a River como solista, algo que parecía imposible y lo logró. Cosas como estas fueron más que motivacionales y hoy te digo que fue un cambio positivo y feliz.
—Se te vio viajando mucho en el último tiempo y a veces da la sensación de que Perros puede caminar sin necesidad de que estés tan presente en el día a día.
—Sí, para mí es importante. No me gusta que dependa todo de mí, me gusta esa libertad de que si no estoy yo, pueda estar bueno igual. Creo que ahora hay un equipazo, tuve muchos equipos y este tiene una energía muy linda con un histórico como Harry, con Evelyn Botto, con Sofía Martínez y con Cande Molfese, que entró ahora y nos reímos bastante.
—¿Cuánto tuvo que ver la paternidad en no estar tan dependiente del trabajo o relacionarte de otra manera?
—Mucho. Flor me ayudó mucho en eso, y también las ideas se acomodan solas. Te das cuenta que tenés dos hijos a los que les chupa un huevo lo que hacés, que no te vieron nunca en la tele, ni saben cuánto hacés de rating y todo pasa por otro lado. En todo caso importa el rating de los hijos, si sos buen padre, si estás presente, la calidad del tiempo que le dedicás y ese es el número que me interesa.
—¿Helena ya sabe que tiene un papá famoso?
—Alguna charla tuvimos, pero tratamos de no darle importancia, de que no vea nada. Te juro que tratamos que pase desapercibido, no tenemos un entorno cholulo. Lo vivimos de un modo muy normal.
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