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En el Día del Arquero, La Plata hace escuela con sus exponentes y formadores

En un nuevo Día Nacional del Arquero, en 0221.com.ar hacemos un repaso de su injerencia, con La Plata con Gimnasia y Estudiantes como protagonistas. Gerónimo Rulli es candidato a llegar al arco de un club histórico de España

Del dicho que remite a una utopía al hecho en 2011 cuando fue ley en el Senado de la Nación en acto homenaje a Amadeo Carrizo el día que cumplía 85 años. Por esta gloria de River se saluda hoy a todos y todas las que llevan los guantes en la Argentina, y La Plata tiene sus exponentes.
Más allá de esto, en buena parte de Latinoamérica, la fecha es el 14 de abril a partir de una muerte, Miguel Calero, el colombiano que jugó seis Copa América por su país y que a los 41 años falleció por causa de una embolia cerebral y una empresa de guantes divulgó el Día Internacional del Arquero en homenaje póstumo.
Volviendo a la ciudad de La Plata, tiene sus adelantados que conformaron sus propias escuelas, donde contemplan un aspecto no solo futbolístico en la depuración de la técnica y fundamentan los trabajos en lo científico.
Gustavo Piñeiro, con su pasado en Gimnasia, llegó hasta Diego Maradona.
El ex arquero de Gimnasia, Gustavo Piñero, abrió la Academia GP. Atajó en la década del ’80 en el Lobo y estrenó oficialmente el cargo de preparador de arqueros en el club tripero durante el primer ciclo de Carlos Timoteo Griguol durante 1996 en el fútbol amateur. De allí, quien había sido su director del curso de DT, José Silvero, lo llevó a una pretemporada al asumir en Huracán de Corrientes en 1997. Llegó a trabajar en dos Mundiales y con países distintos, la Selección Argentina en Sudáfrica 2010, y México en Qatar 2022.
Luego está el caso de Leandro Cortizo, quien conformó dentro del Club Talleres de Los Hornos, un espacio que marcó un rumbo para muchos desde el 18 de mayo de 2010, el Centro de Formación de Arqueros (CEFARQ). Tiempo después llegó a trabajar en Estudiantes, donde es el Coordinador General de Arqueros del fútbol amateur y profesional.
Ambos centros, hoy en día promedian unos cien alumnos sin límites de edad ni sexos y conviven algún que otro profesional como aquellos que recién se inician. La faceta del Entrenador de Arqueros hoy está en toda planilla de un Cuerpo Técnico, cuando tradicionalmente en fútbol era incumbencia del ayudante. “No te llevaban a laburar si no sabías trabajar bien a los arqueros”, reconoce un ex Estudiantes, Gabriel Flores.
En el predio de la AFA recién llegó un nombramiento oficial para mayores en la previa al Mundial Alemania 2006, cuando José Pekerman contó con Ubaldo Fillol. Hasta el mismo Marcelo Bielsa no contó con un hombre específico, y más atrás, en la era de Daniel Passarella se recuerdan sus propios remates alternados con los de Américo Gallego y los tiros a colocar de Alejandro Sabella al que “no le podían agarrar una”. En la era César Luis Menotti fue el propio Flaco y Rogelio Poncini, ex jugador de Atlanta.
Y la galería de ex jugadores de campo seguía sin un arquero: con Carlos Bilardo trabajó Carlos Pachamé, y en el primer ciclo Alfio Basile era Ruben Díaz. La organización actual encuentra a Martín Tocalli quien asumió en 2017 con la llegada de Jorge Sampaoli y fue parte de la hazaña del plantel en el Mundial de Qatar 2022.
Pablo Vercellone no durmió la noche anterior al debut en La Bombonera, en 1986. Un joven formado en el Pincha, cuando las revolcadas, saltos y saques eran alentados por recordadas glorias como Bocha Flores y Oscar Malbernat. No se afianzó en el primer equipo pese a ese domingo de fama, se marchó lejos de casa, a la que volvió un día como entrenador de arqueros. Hace veinte años dio la primera clínica de arqueros en la institución en tiempos del coordinador Claudio Vivas. Hoy trabaja en el Atlético Madrid.
Javier Lavallén fue arquero del Sub 23 nacional aun yendo al banco de relevos en el Gimnasia de Griguol. El Lolo se hizo desde los 8 años sin un experto en la materia, pero “un arenero de la cancha auxiliar que tenía un metro de largo por tres de ancho donde clavábamos unos postes de fierro simulando el arco y trabajábamos hasta quedar reventados”.
Miguel Ignomiriello evoca el año 1963 donde asumió la coordinación de Estudiantes tras veinte años en Gimnasia, y ordenó construir un frontón en la desaparecida cancha auxiliar, próxima a la calle 115 y 53. Pintaron tres líneas con las medidas de un arco y en el piso “puse un cajón de arena de dos metros de ancho por tres de largo. La arena era para que los arqueros fortalecieran las piernas y no se lastimaran al caer porque la tierra era dura”. Allí trabajaron, entre otros, el Chocolate Héctor Baley, tercer arquero de la Selección campeona del Mundial 1978. “Pero los arqueros no se hacen, se encuentran”, aseguró Ignomiriello.
En el fútbol infantil de Estudiantes había un pibe que empezó en la 92 de LIFIPA y tendrá un destino dorado, Gerónimo Rulli, uno de los últimos campeones del mundo. Recuerda hoy a un hombre con que se divirtía y resultó su primer entrenador específico, Raúl Rosati, que llegaba a dar una mano, sin más pergaminos que los de la paciencia y el amor del club de barrio Ateneo Popular donde estuvo antes. Después de Rosati llegaron a trabajar con los pequeños y adolescentes albirrojos Sergio García, Pablo Vercellone, Juan Sanelli, Marcelo Salinas, Leandro Cortizo y un breve lapso de Juan Arias Navarro, hoy DT de Cambaceres.
Sergio García fue segundo arquero Pincha en la Copa Libertadores del ‘83 con apenas 17 años donde trató a un buen compañero, Sabella, y al que las vueltas de la vida lo pusieron juntos en otra Copa que devolvió el prestigio americano en 2009, con Alejandro como DT y Sergio al frente de los arqueros. Hoy hace docencia en la escuela pincha y bien puede sentirse pionero dentro del Club: el 10 de noviembre de 1999 comenzó su labor en tiempos del coordinador Andrés Padrón.
Es partidario de que “el arquero nace” y confiesa que “apelé siempre a las necesidades y al sentido común, porque no es solo se trata de tener las mejores herramientas y considerar los sistemas de juego que cambiaron, me aferro al carácter y la forma de llevar a un arquero, que a veces necesita afecto, represalia, aliento o un reto en el buen sentido”.
En esa línea también levanta la mano Piñero para las edades formativas: “Con todos los que trabajás en juveniles son una apuesta al futuro y uno hace su trabajo como entrenador, pero las condiciones son de ellos”, dice el hombre que en 2003 llegó a Racing y encontró en Séptima a un chico que alternaba la titularidad y llegará a ser el “uno” con más presencias en el seleccionado nacional, Sergio Romero.
Las infancias modificaron paisajes y gustos, y ante la falta de espacios verdes en los barrios, se agregó otro “juego”: las Escuelas especializadas en fútbol, junto a los tradicionales clubes barriales. Allí vimos también a la creciente figura del entrenador de arqueros.
En la zona sur, Unidos por Garibaldi, inauguró en 2021 un espacio para los “uno” y el docente Lucas Boris disfruta cada progreso: “Cuando se ponen los guantes, se sienten súper arqueros y dicen que nos les va a doler la pelota y las van a sacar todas. Potencian en su inconsciente la autoconfianza”, opina quien otros días en la semana afronta desde Novena a Seniors a los guardavallas de Nueva Alianza, club afiliado a la Liga Amateur Platense.
En Los Hornos está la Escuela Sudamericana y de los noventa inscriptos que asisten a las prácticas, diez niños y una niña eligen atajar. El director Carlos Bottegal resultó en 1995 un adelantado en su club del barrio Barrio Aeropuerto (CRIBA) donde una vez a la semana, con dos ayudantes, hacía tareas particulares con doce arqueros. “La inauguramos con la visita de Hernán Cristante”, recordó, en tiempos que Nani atajaba en Newell’s y resultó el primer arquero surgido de una liga infantil platense en llegar a la Selección mayor.
En Berisso, el Centro de Fomento Villa Zula sumó los martes y jueves sumó a Leonardo Agrotis, que da la bienvenida con una pregunta: “¿A qué venimos?”, con un eco contento que replica “¡a divertirnos!”. El ex arquero de Villa San Carlos aclara que su labor no es física y sirve “para inculcar costumbres sobre cómo poner las manos o armar una barrera; el error se subsana, la lesión no”. En esa escala de valores, recién a lo último está el evitar goles.
Jaim Aleuy vive en Puerto Madryn y cada vez que visita a los familiares de La Plata pasa por el CEFARQ, donde ponderó “haber mejorado por ejemplo en las caídas”, y con una sonrisa dice que el profe Cortizo lo convirtió en pincharrata. En su ciudad ataja en sintético.
“Somos locos que se tiran al piso y disfrutan de golpearse” definió Emiliano Torresani, berissense que en 2009 puso a volar los sueños en Mar del Plata inaugurando el Centro de Entrenamiento para Arqueros de Fútbol (CEPAF) donde sus dos hijos marcan los deseos de millones: “Uno quiere ser Lionel Messi y el otro El Dibu Martínez.

Fuente: 0221

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