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29 Jul, 2023
Por Tatiana Schapiro
“Ahora estoy dentro de la ley: soy casada. Me siento rara al decirlo”, cuenta entre risas Silvina Escudero, que ya prepara el festejo de su aniversario junto a Federico. Y asegura que para ellos, los papeles, sí cambiaron el vínculo de la pareja aunque ya convivían desde el 2019
Atravesaron la pandemia, varias ideas y vueltas y la quiebra del estudio de danza, pero salieron fortalecidos. Hoy comparten un proyecto a largo plazo, unificaron sus finanzas y pasaron juntos los problemas de salud que llevaron a Silvina a ser operada.
—Cuando en pandemia tuviste que cerrar el estudio y no había teatros, ¿a qué apelaste?
—Gracias a Dios me va muy bien en redes y eso se mantuvo.
—¿Hoy sigue siendo el ingreso principal?
—Sí. Este año hice tele también. A mí me encanta trabajar en redes sociales como también me encanta trabajar en la tele. Pero sí, claramente con el correr de los años van cambiando las cosas. Imaginate que hoy hay que pagar para ver mis pies, Tati (risas).
—Ahora voy a ir a eso, pero trabajás desde los 13 años. ¿Qué implicó para vos cerrar el estudio?
—Durante toda la cuarentena nunca me quejé, no entré en eso, porque realmente el mundo estaba en llamas y había gente que no tenía para comer. Cuando uno miraba un poco para el costado decía: “Gracias”. Pero dentro de mi realidad, fue muy duro para mí. (El estudio) era mi bebito. Al día de hoy sufro no dar más clases, no enseñar.
—¿No hay posibilidad de retomar ese proyecto?
—Es muy difícil. Para abrirlo vendimos de todo, auto incluido. Y también fue muchísimo dinero cerrarlo en cuarentena. Hoy no lo podría llevar a cabo.
—¿El trabajo más insólito que tuviste a lo largo de tantos años de recorrido, cuál fue?
—Trabajé de todo. El primer trabajo directamente de coreógrafa con mi hermana. Yo tenía 13 y Vanina, 15. Coreógrafa de los desfiles de (Roberto) Giordano. Papá empezó a trabajar a los 11 años en una estación de servicio y se hizo su camino, así que me lo inculcaron ellos: hicieron juntos la empresa y les ha ido bien.
—Ustedes empezaron a trabajar de chicas pero porque lo deseaban, no faltaba nada en tu casa.
—No había necesidad. Ellos armaron su empresa y nos tocó un súper buen pasar de chicas hasta que yo tenía 17 o 18 años, el mejor amigo de papá lo estafó con un montón de dinero, con un negocio, y de un momento a otro no teníamos nada. Y empecé a dar clases.
—¿Hay un momento en tu adolescencia en la que tu familia pierde todo?
—Sí. Se pone complicado. Papá es un ave fénix: resucitó millones de veces. Hay una frase que me gustaría compartirla que es: “No se terminó el libro, esto era solo un capítulo”. Él tiene una energía, una perseverancia, que es la que marcó el rumbo de mi vida.
—¿Me contás cómo fue la propuesta de casamiento?
—Soñada. Muy romántica. Yo me fui a Europa a ver a una de mis mejores amigas. Nos fuimos unos días a París y después a su casa en Mallorca, en Palma. Fuimos a almorzar y ese día me dijo: “Reservé en tal parador, te va a encantar, vista al Mediterráneo, todo. Venite linda. Pintate la boca de rojo así te hago fotos con el atardecer”. Rarísimo el planteo de mi amiga. Llegamos y se va al baño. Me senté en la mesa reservada haciendo mi historia, siempre estoy generando contenido para Instagram, y cae Federico en cuadro. Federico, que estaba en Buenos Aires, en la casa. Cae con un papel y una cajita y se sienta. Me dice un par de cosas. A mí se me llenaron los ojos de lágrimas y se pone de rodillas y me dice: “¿Te querés casar conmigo?”. Yo estaba dura. Y cuando me pone el anillo y nos damos un beso todo el parador aplaudiendo.
—Si le pregunto a Federico en qué momento te quiere echar de la casa porque te ponés intensa, ¿qué me va a decir?
—Todo el tiempo (risas). Soy infumable con el orden y con las historias de Instagram. Ahí me quiere echar: “Ya grabaste siete veces, ¿cuánto más querés grabar?”.
—Cuando empezamos a charlar me dijiste: “La pareja hay que cuidarla, es un trabajo”.
—Sí.
—¿Cómo trabaja Silvina Escudero en cuidar esa pareja?
—¿Lo sexual, por ejemplo? Hay que ponerle onda. Si estás cansada, y bueno, no importa. Hay una trabajadora: hay tacos, hay ropa interior linda, hay conjuntos. Hay algo fuera de lo común.
—¿Hay también de vez en cuando un: “No, gordo, no tengo ganas, no va a suceder”? ¿O si el otro arranca, vos estás?
—Yo te soy gauchita. Yo digo: “Y bueno…” (risas). Le pongo onda.
—¿Sos exigente con el otro también?
—No lo necesito ser con él: conectamos re bien. Seis años y medio, y espléndidos.
—Si llegás un día y le propones abrir la pareja, ¿qué pasa?
—Le agarra un infarto ahí, directo. A los dos, igual: somos muy parecidos en eso. Hoy hay un límite sobre qué es infidelidad: hay quien dice que chatear y hacerte la linda con otro no es infidelidad, y sí es infidelidad. No tiene que ser solamente el acto carnal del sexo. Hay un montón de grises que son infidelidades también. Sí.
—¿Cómo le contaste que armaste un OnlyFans de pies?
—Es que me dijo: “¿Estás segura que eso sirve?”. Le digo: “¿Perdón? Cotizan. Los pies cotizan”. Y es un submundo, eh.
—Necesito que me cuentes todo.
—Yo no entendía. Estaba en otra empresa, terminé el año pasado, hice creo que seis meses. Y le pregunté a Cande Tinelli, que ella está en Only. A mí me gustan los pies, yo me los cuido. Empecé a interiorizarme. ¿Si yo te digo “poné una foto sexy de tus pies”, sabés cómo hacerlo? Ni idea. No sabía qué les gusta: la planta, el arco, el tobillo, los dedos. Y te tiro una frase: sock soft. Es como que le hacés un striptease al pie. Un video sacándote la media.
—¿Cómo lo vive Federico? Aunque está clarísimo que es una decisión tuya.
—¿Sabés que las fotos más sexies que tengo me las saca él? De hecho me dice: “Ahí no estás mostrando nada. Mostrá un poco. Ponete más de cola”. Le digo que quiero grabar en Tailandia; “Vamos”. En mi laburo él me re acompaña, me re banca. “Mientras vos te sientas cómoda con lo que vos mostrás, mostrá lo que quieras”, me dice.
—Entonces, que mostraras los pies era nada.
—Me dijo: “¿Sirve? ¿Funciona? ¿Cómo? ¿Qué?” Las primeras fotos me las sacó él. Pero me decía: “¿Qué te saco? ¿De qué ángulo? ¿Qué gusta? No entiendo”. Fui descubriendo. Y tengo seguidores que también me siguen en Instagram entonces me dicen: “Hace más esto, hace más lo otro”, y me van guiando, porque yo sé muy bien vender lo sexy o lo que le gusta pero en todo mi cuerpo en general. Con los pies todavía estoy aprendiendo.
—¿De qué tenés ganas hoy? ¿Qué te gusta?
—Estoy estudiando locución. Me encanta. Acabo de terminar el primer cuatrimestre del segundo año. Me da herramientas para este trabajo y este medio que tanto amo. Y me gusta mucho el tema entrevistas. Me encantaría incursionar por ahí. Desde que cerró Danzas Escudero me falta la parte de enseñar. Todo lo que tenga que ver con la danza lo llevo en la sangre.
—Te vi en LAM levantar la pierna. Se va a quedar con vos esa pierna arriba hasta los 105 años, ¿no?
—Exactamente, hasta los 105. Pretendo vivir 105, 120…
—¿Es un temor ese, que se termine la vida?
—No que se termine, que se termine para los que me rodean. Soy muy apegada a mis vínculos, familiares, de pareja, de amigos, compañeros.
—¿Pasaste por pérdidas dolorosas?
—Sí. Mi abuela. Que la tengo tatuada. Yo igual la siento constantemente al lado mío en todo. Es como si viviese conmigo. Es muy doloroso y sufro mucho esas pérdidas. Obviamente que quiero vivir una eternidad pero quiero que todos mis amores, vínculos, vivan esa eternidad conmigo. Es lo único que tenemos certeza cuando nacemos: que vamos a morir. Y yo no estoy preparada.
—¿Sabemos cuál fue la foto o el video que más funcionó?
—Sí. Una que me saqué al espejo yo sola, de espaldas: la planta de los pies gusta mucho.
—¿Se gana bien?
—Normal. Tiene que ver también con cuántos seguidores tenés. Como en Instagram mismo. Yo todavía no lo publicité mucho. Estoy incursionando, son mis primeros tres meses.
—¿Qué cosas te organizan las prioridades y te ayudan a valorar lo que tenés?
—Me aferro a la realidad de hoy, a valorar y a no perder el tiempo. Tengo esta sensación de que pasa muy rápido y de que quiero hacer muchas cosas y no me alcanza el tiempo. Salidas con mis amigos. Que mi hermana está viviendo en otro país y pierdo todo el crecimiento de mis sobrinos. Quiero vivir mucho y siento que hay tanto por hacer y que no alcanza el tiempo. Viví toda mi vida trabajando, le dediqué con amor y con gusto mi vida a mi trabajo, y llegó un momento cuando lo conocí a Fede que dije: “Para formar una pareja en serio tengo que dedicar tiempo”. Ahí repartí de vuelta.
—¿Y en ese tiempo lográs conectar 100%? Hay un ejercicio de la conciencia plena, del aquí y ahora, que nos cuesta un montón en general.
—Nos cuesta un montón… A Fede también le cuesta un montón. Hace unos años empecé a repartir mis prioridades diferente, pero me cuesta. Mis animales me dan esa paz y me traen al piso. Sí, tenés que mandar mil mensajes. Tenés que grabar mil historias, tenés que hacer mil videos, tenés que ir a grabar, pero acá. Disfrutar el mate con ellos.
—Hablaste de tus sobrinos recién y te emocionás.
—Sí. Nunca superé que se hayan ido a otro país. No quiero llorar, pero es una realidad que me sucede. No lo superé.
—¿Cada cuánto los ves?
—Este año ya fui siete veces a Uruguay. Voy todo el tiempo. Pero sí, no superé que mi hermana se haya ido a otro país. Es la falta del día a día: ir a buscarlos al colegio, estar en casa, ir al teatro juntos. Hasta hace poco tenía un cuarto en mi casa que era de ellos, con sus muñecos, sus juguetes, sus fotos.
—Mencionaste la perdida de tu abuela y que la sentís presente. ¿Cómo es esa presencia?
—Me acompaña a todos lados. Sabe lo que hago. Cuando me cuesta le hablo. Tengo mucho amor en mis vínculos y trascienden la vida. Están. Mi abuela está.
—¿Cómo la sentís, cómo te das cuenta?
—Hay mucha gente que habla de mariposas o animales. A mí no me pasa eso, a mí me pasa que está acá. A mí me pasa que está en mi diaria. No te lo sé explicar.
—Tuviste un tema de salud este año, te operaste, ¿te asustaste?
—Sí. La llamé a mi hermana, le dije qué quería qué haga si a mí me llegaba a pasar algo. A Fede también, pero él no me quiere escuchar cuando se lo digo, y son cosas que pueden pasar.
—Quiero ser muy respetuosa con esto y hasta donde vos quieras contar, por supuesto, porque no hablaste prácticamente del tema. ¿El temor tenía que ver con lo que podía suceder en la operación o con el motivo por el que vos te estabas operando?
—Hablé poco, no quiero entrar en qué me pasó y qué es lo que tengo. Pero sí, todo este año fue un poco difícil con algunas cosas que me estaban pasando de salud y hace un par de semanas me hice la cirugía, me operé. Salió todo bárbaro.
—¿Toda esta situación empezó hace cuánto tiempo?
—Y… sobre fin del año pasado. Yo no lo demuestro y siempre trato de mostrar lo mejor porque todos en la vida pasamos momentos malos y hay que salir. Pero sí, muchos laburos no pude hacer. Y lo que me preguntabas específico, de la cirugía: creo que tenía que ver con el miedo de una cirugía de tres, cuatro horas, que me seden, la anestesia general que te hacen. Me daba miedo eso.
—¿Y le dejaste todas las indicaciones a tu hermana?
—Sí. A mi hermana. Pero con seriedad. Y mi hermana las toma como tal. Fede no. A Fede no le gusta entrar en cosas que pueden ser dolorosas profundas. No lo puede llevar. Y mamá se enojó (risas).
—¿Creés que es ese perfil tuyo que necesita cuidar a los demás?
—Sí, necesito todo en orden. Organizo todo. Que es una gran mentira porque la vida no te la organiza nadie. Pero sí, trato de controlar todo. Gravísimo error.
—Es agotador.
—Es agotador. Te cansa a diario. Nada es como uno quiere. Uno no controla nada, pero siempre trato de que todo salga perfecto.
—¿La salud, con la operación, ya está?
—Ya está. Tardé muchas horas en despertarme de la anestesia. Federico me cuidó, y cuando me desperté lo vi a él con los ojos llenos de lágrimas. No lo conocen pero él no se emociona mucho. Salió todo bien y se celebró.
—¿Cómo te llevás con la realidad que se está viviendo en Argentina?
—Es muy doloroso. Lo que nos está pasando nos golpea a todos los niveles sociales, económico, desde el más bajo, intermedio, el más alto. Estamos todos sacudidos, ¿no? A nadie le alcanza la plata a fin de mes. A nadie. Hasta los que ganan un montón de dinero. Cada uno con su circo. Está difícil. Y yo apuesto a mi país siempre. Me preguntan mucho si me iría a vivir a otro lado, teniendo a mi hermana de hecho acá cerca, en otro país: yo soy muy arraigada, no me quiero ir. Tengo esperanza, y deseo profundamente que haya un cambio y que no haya tanta pobreza. Que todos podamos vivir bien con el trabajo que tengamos.
—¿Si hablamos en cinco años y salió todo genial cómo te voy a encontrar?
—Madre. Te voy a traer a los bepis. Te los tiro encima en la próxima nota.
—Yo no pregunto por la maternidad en general porque es un tema súper personal, y en algunos casos puede resultar pesado, pero lo planteaste vos solita.
—Sí. No profundizo en eso mucho, pero madre. Madre de mis perros y madre de mis humanos. Cuando Dios disponga.