17 Ago, 2023
Por Lucas Terrazas
Las hojas se arrugan y la lapicera vuela mientras la mente de Rosario Ortega repasa las páginas de su infancia y adolescencia. Esos días de la década del 90 donde exploraba con sus hermanos, soñaba con ser grande y no todo estaba al alcance de la mano. Esos recuerdos y esa esencia se reúnen en su nuevo álbum, Track, en el que versiona clásicos de aquella década y de los 2000.
En una mezcla de nostalgia y emociones, este trabajo le permitió a la hija de Palito Ortega redescubrir su música y crear una ventana que conecta el pasado y el presente. Un viaje hacia una época mejor, o al menos eso recuerda: “Sí, anhelo ese momento. Tuve una infancia muy linda. La verdad es que me gusta haber crecido en esa época, no lo cambiaría por haber crecido en esta”.
Una década en la que Circo Beat de Fito Páez sonaba en la radio, Los Piojos explotaban La Plata con un show para 100 mil personas y Alta Suciedad, de Andrés Calamaro, veía la luz. En ese contexto, una pequeña Rosario se adentraba en el mundo de la música y empezaba a delinear su camino y su vida. “Todo lo que escuchaste es parte de lo que sos hoy, de alguna manera. Se note menos o más, la música que escuchás, los libros que leés, la gente con la que te rodeás, te va te va formando. Cuando empecé a escuchar música y a conectar, todavía no pensaba en hacer temas propios, pero fue ahí, entre los 11 y los 14 años″, sostiene la cantante que se presentará en La Tangente el viernes 16 de junio.
Desde “Track Track”, de Fito, al inolvidable “Tú” de Shakira, pasando por “Todo lo demás también” de Andrés Calamaro, Rosario hace propias las letras y la música, aggiornando sonidos. Justamente ese fue uno de los desafíos del proyecto: seleccionar canciones que pudieran pasar por su filtro y no perdieran su esencia. El disco completo transmite un aura noventosa y el recuerdo de hits que marcaron una época, y también muchas vidas. Es que, más allá de las crisis socioeconómicas del país, la década guarda una magia propia, según la artista: “Los 90 tienen algo muy lindo: los juguetes, todo. Como niño, en ese momento la pasabas muy bien. Obviamente que después pasaban cosas socialmente que no estaban buenas, pero digamos desde esa perspectiva era muy lindo, había algo bastante más inocente en el descubrimiento de la música, no había tanta información; hoy es como una fuente de ansiedad total. Anhelo las navidades rodeada de mis hermanos, las vacaciones. Hablo como una vieja, pero sí (risas)”.
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Entre todos los artistas que la marcaron de adolescente, fue uno el que la hipnotizó hasta el día de hoy: Andrés Calamaro. Con Alta Suciedad, la estrella reformuló el rock español y enamoró a la más pequeña de los Ortega, tal es así que la joven ya escribía sus letras en el banco del colegio. ”Andrés fue el primero que me llamó la atención, antes que cualquiera, antes que Charly, Fito, Spinetta. Realmente creo que es el músico que me sé de la primera hasta la última letra: de Honestidad Brutal y de Alta Suciedad me sé todos los temas y eso no pasa mucho. Ahora uno se aprende un tema, porque hay muchos single y mucha canción que es viral”.
Quien diría que años después esa misma niña, tímida y apegada, cumpliría uno de sus más grandes sueños: no solo conocerlo –algo que logró en su adolescencia cuando el artista fue invitado a cantar un tema con su papá–, sino grabar una canción con él. Así se dio en “Todo lo demás también”, canción del álbum Track que Rosario Ortega interpreta junto al Salmón. “Para mí fue como conocer a Dios. Pensé en incluirlo y pensé artistas que me tocaran algo y me transportaran a esa chica, niña, casi adolescente de ese momento”, revela la autora de “Luminosidad”.
Si de dioses e ídolos se trata, este no fue el único con el que Rosario Ortega se cruzó. Desde 2011, la hija de Palito se incorporó a la banda del músico y se transformó en una gran compañera. Así lo dejó en claro en una de sus últimas presentaciones por los 70 años del símbolo del rock. Una experiencia de la cual se llevó muchos aprendizajes y hasta algunas obsesiones. “Él quería estar en el estudio todo el tiempo ensayando, pasando los mismos temas, que yo ya sentía que salían bárbaros, pero le daba y le daba y le daba… Y después digo: ‘Claro, si vos querés que algo salga muy bien, lo tenés que trabajar excelente, y si querés que sea excelente, tenés que medio quemarte’. Puede que algo haya aprendido de él, como esa perseverancia. Ahora, poder aplicarlo es otra cosa”.
Fue cuestión de tiempo para que esas actitudes de Charly, que ella tomaba con humor, se transformaran en valiosas lecciones: “Me acuerdo que cuando tocábamos él hacía como una especie de guion, como si fuese una película. Estaba relatado muy gracioso porque era con sus palabras y usaba palabras inventadas. Todavía conservo eso porque es como un guión de cine para el show. Él vive, respira y está en este mundo nada más que para la música. Con solo agarrar un pedacito eso ya es una gran lección”.
Así, desde lo más sincero del alma y lo más profundo de la memoria, Track se convierte en la foto de una época argentina. Al mismo tiempo, se vuelve un álbum bisagra en la carrera de Rosario Ortega, marcando el puntapié de un nuevo rumbo que la artista tiene en mente.
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Rosario Ortega explora los recuerdos de su infancia y adolescencia en su nuevo álbum: “No cambiaría haber crecido en los 90”
En Track, la artista cuenta con la participación de Andrés Calamaro, Juan Ingaramo y Goyo Degano, de Bandalos Chinos. Lo presentará este viernes en La Tangente