25 Sep, 2023
Cada vez que podía, Nati Jota hablaba de su relación con su abuelo, de 86 años, quien le inculcó su amor por la música. El hombre tocaba en la Creole Jazz Band. Y, aunque en los últimos tiempos ya no pudo seguir junto a la banda por sus problemas de salud, a mediados del año pasado ella había decidido homenajearlo con una carta que leyó al aire en Nadie dice nada, el programa de Luzu TV del que participaba y dónde pudo cumplirle el sueño de pasar sus temas.
Este sábado, en tanto, la influencer publicó una historia de Instagram despidiéndose de su abuelo. “No me salen todavía las palabras. Te amo y te voy a extrañar, nonito”, comenzó escribiendo sobre una foto en la que se la ve sonriendo junto al hombre mientras se escucha a la que fuera su jazz band tocando Cuando los santos vienen marchando.
Y siguió: “Escucharemos la Creole y te recordaremos por siempre. Sonreiremos con tus monerías, chistes y las famosas paponadas. Sos un ejemplo por haber logrado vivir de tu pasión y llevarla como estandarte”. Luego, Nati le sugirió a sus seguidores: “Escuchen la Creole Jazz Band que como decía el nono, el jazz le gusta a todo el mundo pero no lo saben”.
El año pasado, la actual columnista de Sería Increíble, por Olga, había hablado de su abuelo en el programa de Nico Occhiato. “Cuando empecé en ESPN redes, mi abuelo me deslizaba cada vez que hablábamos del tema, si podía venir con la Creole a tocar al estudio. Nunca siquiera me animé a deslizárselo a un productor, porque entendía que no tenía nada que ver una banda de jazz tradicional de señores grandes con un programa deportivo y juvenil. Tampoco tenía yo un lugar importante como para que le cumplieran el capricho a mi abuelo. Así que la Creole Jazz Band nunca vino”, comenzó leyendo de su celular.
Y siguió: “Ahora, cuando le cuento de Nadie dice Nada, primero le veo su cara de desilusión cuando le contesto que no está en ningún dial y que va solo por Youtube. Para él, el Youtube es igual a nada, a algo irrelevante de los jóvenes a lo que él no puede ni sabe entrar. Segundo, ahora no por insistente sino por olvidadizo, siempre me pide que ponga la Creole. Ya no me sugiere que vengan, solo que la pase. Es que ahora la banda siguió sin él, aunque creemos que no lo sabe. O quizás a propósito, ni siquiera pregunta. Está viejo y ya no puede tocar de esa manera”.
Finalmente y antes de hacer sonar a la banda de su abuelo, Jota concluyó: “Era la pasión más grande de su vida. Todo lo vinculaba con la música. Y, alguna vez, me dijo orgulloso que por fin había una artista en la familia. Bueno, a mi manera. Siempre enojado un poco porque el jazz no tuviera tanto peso en la Argentina. Como si hubiera nacido en el lugar equivocado. Casi indignado con el tango, porque sabía que esos shows eran mucho más fáciles de llenar y vender, sobre todo por el turismo. Sin embargo, durante como treinta años, llenaron cada viernes el sótano del emblemático Café Tortoni. Aunque nunca se rindió con eso de que el jazz merece más reconocimiento. Su frase de cabecera, antes, ahora se la digo yo, es: ‘El jazz le gusta a todo el mundo, pero no lo saben’. Así que esta apertura es para que lo sepan”.
