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Monica Bellucci, amores y osadías de “la italiana sublime”

Primero como modelo y luego con su desembarco en el cine, se convirtió en una de las mujeres más deseadas del planeta. Pero ella supo trascender el lugar de símbolo sexual

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16 Jul, 2023
Por Susana Ceballos
Entre las novedades de Netflix aparece la película La heredera de la mafia, una comedia que, aunque la crítica lapidó y pasó desapercibida en cines, se coló entre las más vistas de la plataforma. Con un argumento endeble y una dirección errática, solo hay dos razones -y muy buenas- para verla. La actuación de Toni Colette, que hace años que demuestra que es una actriz descomunal, y el magnetismo intacto de Mónica Bellucci, que a un año de cumplir los 60 sigue mostrando porque los franceses la apodaron “la italiana sublime”.
Si una mujer anda con autoestima baja se aconseja no toparse con alguna foto de Mónica Bellucci. Es que esta italiana de 1,77 metros de altura, ojos de almendra, labios carnosos y cuerpo exuberante posee una belleza implacable y perfecta. Para sus padres el nacimiento de su hija única fue un verdadero milagro ya que a la mujer le habían asegurado que no podría tener hijos. Pero la pequeña llegó y creció en Cittá di Castello. Los vecinos de ese pueblo idílico con 38 mil habitantes solían ir en solapada peregrinación hasta la casa de los Bellucci a contemplar la belleza de esa bambina con la misma devoción con que miraban a un ángel de Botticelli.
Lejos de ver en la hermosura de su hija un peligro, su padre la incentivaba. “Mónica eres muy guapa. Tenés que estar contenta y no esconderlo nunca”, le repetía. Ella obedeció. De adolescente todas las mañanas se presentaba en la escuela maquilladísima y todas las mañanas su profesor de latín la tomaba de la mano, la llevaba al baño y le exigía lavarse la cara.
A los 18 años se fue a Perugia a estudiar Derecho, pero “quería ser independiente, viajar y todo eso”, y pensó que ser modelo le permitiría “todo eso”. No tuvo que remarla mucho. Su primer trabajo fue como modelo de Dolce & Gabbana. Los desfiles se sucedían entre las dos capitales de la moda, Milán y París. Dejó la abogacía, protagonizó las portadas de todas las revistas, las marcas de cosméticos se peleaban por su rostro imitable pero no igualable.
Además de ser una cara bonita, Mónica encantaba a todos con su simpatía y cero divismo. Uno de los más encantados fue el fotógrafo de moda Claudio Carlos Basso. Se casaron en 1990 pero el matrimonio solo duró un año.
La Mónica modelo le permitió abrir la puerta a la Mónica actriz. El director italiano Dino Risi la vio en la portada de una revista y la convocó como protagonista de Vita coi figli. Un año después, en 1992, Francis Ford Coppola la llamó para Drácula. No fue el mítico director quien le había puesto el ojo sino su hijo, Roman, que la vio en unas fotografías y no paró hasta que su padre le diera un papel. La aparición de la italiana fue corta pero intensa. Encarnó a una de las tres vampiresas que seducía a Keanu Reeves.
Después de esa experiencia volvió a Italia, donde ya era toda una estrella. Entre otras películas filmó Ostinato destino, Briganti – Amore e libertà. Llegó a protagonizar dos películas por año pero sintió que en su país el futuro se le acotaba y decidió apostar al cine francés. Le salió más que bien. Se presentó a un casting y la eligieron para el protagónico de Flash Back. Luego del estreno los críticos coincidían que además de desfilar podía actuar. Se ganó una nominación al César (el Oscar francés) como mejor actriz revelación.
Siguieron varios títulos como Dobermann, Mauvais genre, y llegó otra vez el llamado de Hollywood ya no para un papel periférico sino otro central. La convocaron para Bajo sospecha, con Gene Hackman y Morgan Freeman. Otra vez volvió a encandilar a todos. “Es fabulosa: maravillosa como persona, guapa, buena actriz… ¿qué más se puede decir?”, la describía nada más ni nada menos que Freeman.
De todas las películas que filmó hay dos que si dudas son las que más perduran en la memoria del espectador. Malena e Irreversible. La primera fue dirigida por Giussepe Tornatore, el mismo que hizo emocionar a medio planeta con Cinema Paradiso. En Malena, Bellucci interpreta a una hermosa viuda que vive en un pueblo siciliano de los años 40 y su presencia le recuerda a muchos hombres y mujeres lo que desean y no pueden tener. Bellucci pasa gran parte de la película caminando lentamente por las calles. “Cuando recibí el guion por primera vez, había tan pocas líneas que no sabía si podía hacerlo”, contó en una entrevista. “Pero estaba muy contenta de trabajar con Tornatore e ideamos un guion secreto que se basaba en mi lenguaje corporal. Tengo un cuerpo, así que usé todo: mis ojos, mi apariencia, otras cosas…”.
Irreversible fue sin duda su película más compleja. Escrita y dirigida por el argentino radicado en Francia Gaspar Noe, narra en una línea cronológica inversa la búsqueda emprendida por dos hombres para vengar la violación de la novia de uno de ellos. La perturbadora escena del abuso puso en medio de la polémica a Bellucci. Filmada en un plano fijo se extiende durante nueve minutos y es tan gráfica como violenta. El día de su estreno en el Festival de Cannes de los 2400 espectadores en la sala, 250 se fueron porque no pudieron soportar esa escena. Para muchos críticos la violencia retratada era innecesaria e inmoral, lo que generó una enorme curiosidad en torno a la obra.
La actriz contó varias veces que la secuencia del ataque sexual en el túnel subterráneo se grabó seis veces, a lo largo de dos noches. A su vez fue mejorada y pulida con efectos digitales para conseguir que se viera aún más incómoda e impactante. También reveló que Vincent Cassel, su coprotagonista y pareja en la vida real en aquel momento, primero rechazó la película: “Dijo que lo que Noé tenía en mente era demasiado fuerte, demasiado duro para los dos. Ambos habíamos trabajado juntos antes, pero nunca habíamos llegado tan lejos”.
Según contó el director la escena prácticamente fue dirigida, al menos en lo interpretativo, por la italiana, ya que Noe prefería dejar que los actores improvisaran. “La escena entera estaba en las manos de ella, incluso el tipo que hacía de violador estaba a su servicio”. Bellucci le pidió a Cassel que no estuviera presente en el rodaje de la violación. “Yo quería estar ahí como apoyo moral, pero Mónica dijo que no me quería en el lugar. Que no había razón para que yo estuviera ahí y que sería más difícil para el actor si estaba. Así que me fui al suroeste de Francia a surfear”, contó el actor en The Guardian.
Para cuando filmaron Irreversible, Cassel y Bellucci eran los Brangelina europeos. Hermosos y poderosos, eran un imán para la prensa. Se conocieron mientras filmaban The Apartment en 1996 y el 2 de agosto de 1999 se casaron en Mónaco. En 2004 nació Deva y en 2010 llegó Leonie. Madre a los 40 y 45 años, la italiana eligió priorizar a su familia sobre su carrera. “Se me quedó grabada en la mente la frase que me dijo una vez un coach: ‘Asegúrate de que no haces sentir a tus hijos que tu trabajo es más importante que ellos’”, explicaba su opción.
En 2013, la pareja anunció su separación. Bellucci negó que el divorcio haya sido por una infidelidad ya que más de una vez había asegurado que para ella la fidelidad no es un valor importante en una pareja. Lo confirmaba en Vanity Fair. “Por primera vez en mi vida estoy soltera. La que he tenido con Vincent ha sido mi relación más larga. Y desde el primer chico con el que estuve, con 14 años, he estado prácticamente siempre con alguien”.
Al cumplir las cinco décadas volvió a mostrar que su belleza es eterna, se convirtió en una chica Bond e hizo sudar a Daniel Craig en la filmación y soñar a los hombres en la proyección. Rompió el estereotipo frecuente de protagonista geriátrico que seduce a coprotagonista joven cuando en la serie Mozart in the Jungle sedujo a Gael García Bernal y mostró su cuerpo en una escena de sexo tan hot como lograda.
“No solo me ofrecen proyectos más interesantes, en los que puedo interpretar tanto a una abuela como a una mujer fatal; además, me siento mejor conmigo misma. Veo las cosas con más distancia que a los 30, y disfruto observando cómo evoluciona mi cuerpo”, reflexionó sobre su madurez en Esquire, y siguió: “La belleza de la juventud depende solo de la genética y al crecer se transforma en la expresión física de años de sabiduría, experiencia y amabilidad. Las mujeres de 60, 70, 80 y 90 años transmiten una fuerza y un atractivo increíbles; algunos hombres también. Recuerdo haber trabajado con el fotógrafo Helmut Newton cuando él tenía 81 años… y una energía inagotable. Y cada vez que veo a Sophia Loren me impresiona. ¡Sigue haciendo subir la temperatura de una habitación al entrar en ella! Lo que hace sexis a las personas al llegar a la madurez es la cantidad de experiencias por las que han pasado y a las que han sobrevivido. Lo demás es irrelevante”.
Se sigue considerando profundamente europea y jamás pensó en mudarse a Los Ángeles cuando, gracias a Matrix, podría haber sido adoptada para siempre por Hollywood. “Nunca podría vivir en Estados Unidos. ¡Los americanos están incluso más obsesionados con la juventud y la belleza que nosotros! Hollywood tiene una sed insaciable de jóvenes actrices, que, llegados los 40, tienen dificultades para conseguir un papel. Yo no encajo con su ideal femenino. Nunca seré muy delgada. He sido madre dos veces y disfruto comiendo. ¿Y qué?”.
Hace poco confirmó su romance con uno los directores más creativos de Hollywood: Tim Burton. Hoy la Bellucci sigue siendo una de las mujeres más atractivas del mundo. Ella no reniega de ser hermosa pero advierte que “la belleza solo dura cinco minutos. Si eres guapa y no tienes nada detrás, esa belleza no va a perdurar. Yo sigo trabajando así que espero que haya algo más en mí que mi belleza”. Se la ve feliz con lo vivido y de haber cumplido sueños como trabajar con Tornatore, Kusturica o las hermanas Wachowski. “Como dicen en mi país, ten cuidado con lo que deseas porque se puede cumplir”, dice, y lo dice ella, la mujer que desea pero que sabe lo que es ser deseada.

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