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29 Jul, 2023
Por Sebastián Volterri
Están ligados a la cocina desde sus primeros recuerdos, cuando acompañaban a su madre, la reconocida restaurantera Susana Castro Videla -Tatana, bah-, quien se encontraba a cargo de las hornallas del colegio Marín y del Club Náutico de San Isidro. Incluso “teníamos 13, 14 años e íbamos a ayudar, y ya con 17 o 18 solíamos cubrir los fines de semana algún puesto en la parrilla, cocina o de mozo”, recuerdan Christian y Roberto Petersen.
Tras ello llegaría el momento del perfeccionamiento y la consagración como jóvenes chef. Los viajes al exterior por trabajos y capacitaciones no se hicieron esperar, y a su regreso a esta tierra comenzaron a comandar un restaurante, una empresa de catering y varios comedores, además de una serie de emprendimientos que se fueron sumando. Y el orgullo de dar trabajo, de generar nuevos puestos, de tener a su lado trabajadores con más de 25 años en sus empresas, la convicción de no bajar los brazos en ningún momento y de seguir con el horno encendido.
Cada uno termina las frases del otro: los Petersen se mueven así, en bloque, en una unión de equipo, con el deporte como filosofía para su trabajo y para la vida diaria. Un equipo donde hay tres cabezas, porque a Chris y Rober se le suma Lucas, el no mediático, el que está alejado de los flashes y de las cámaras, pero presente a cada momento en lo que respecta a las obligaciones laborales.
A días de regresar de México, tras ser los protagonistas de un programa en que descubren y se maravillan con la gastronomía e historia de ese país, y a la espera del inicio del próximo ciclo en el que se desmenuzan todos los detalles de las pizzerías tanto de la Argentina como de Italia, y soñando con un próximo premio Martín Fierro -a ver si empatan en estatuillas, una de las pocas cuestiones en que el enfrentamiento ocurre-, los hermanos abren su corazón. Y recuerdan la muerte de su padre, los hechos que derivaron en que uno de ellos no termine el secundario, el sueño truncado de ser cura y la responsabilidad de preparar eventos para los presidentes más importantes del mundo.
—¿Cómo fue la experiencia en México?
Christian: —¿Muy divertida, no?
Roberto: —Sí, siempre es muy lindo primero viajar, viajar con hermanos que siempre la pasamos muy bien y conocer la gastronomía mexicana, que yo personalmente no la conocía, así que eso estuvo muy bueno. Y muy buena gente, sobre todo.
Christian: —A mí lo que más me gustó fue eso: los colores, la alegría. Ya cuando llegás al aeropuerto hay un clima muy muy cálido, se ve que la pasan bien. Y después, la cultura que tienen sobre la comida. Mucho para aprender de cómo cuidan sus productos, su mensaje, la tradición y cómo se come en cada lugar. No es lo mismo si le ponés la salsa arriba o abajo: tiene otro nombre, y todo el mundo lo respeta. Y en todo el mundo podés comer ese sándwich o ese taco en otro lugar, con otro nombre, pero todo mundo lo respeta. Y por algo tienes esa cultura de cocina, ¿no?
—¿Ven que en la Argentina todavía no tenemos esa cultura, esa tradición, o estamos ahora en ese momento de recuperar lo nuestro?
Christian: —Estamos recuperando lo nuestro. A mí lo que más me interpeló es eso: cómo en México, como país y como tradición, de cultura de años, cuidan su mensaje porque lo hacen y lo sienten. Nosotros somos más mezcla en la parte europea, en la parte latinoamericana somos muy creativos, somos el país del tango, del fútbol y de Maradona y creamos cosas nuevas con cosas fantásticas, como una milanesa napolitana, esa fusión, pero creo que ahora estamos volviendo. Gracias a muchos cocineros, al trabajo de Don Julio, al trabajo de (Francis) Mallmann, de Dolli (Irigoyen), mucha gente de las panaderías nuevas, de muchos cocineros que es “bueno volvamos a lo básico, una buena medialuna, un buen pan, un sándwich triple, una milanesa, el asado, la carne, nuestros productos agrícolas”. Hay un montón de mensajes muy buenos de las bases nuestras.
—De los dos, ¿quién es el que viaja más? ¿Vos, Roberto?
Christian: —A él le gusta viajar, sí: en casa le decimos el Tío Rico. Como hermanos nos compensamos muy bien porque a él le gusta mucho viajar a buscar nuevas tendencias, sabores, técnicas y a ese choque cultural que da la cocina. Y a mí me gusta mucho nuestra argentinidad, el campo, la producción. Y cuando nos chocamos, es divertido.
Roberto: —Eso es lo lindo también que hacemos con El Gourmet: el tema de los viajes y la gastronomía. Estás viajando, conociendo y aprendés, y siempre traes cosas nuevas. Eso a mí me encanta: ir a Hong Kong, México o Chascomús, eso es espectacular. Hay un hermano más, que es Lucas: los tres siempre trabajamos en conjunto y como que cada uno tiene su impronta y su estilo, y como entre los tres nos complementamos. Entonces en El Gourmet nos pasa lo mismo: viajamos y él tiene una mirada, yo tengo otra y siempre suma.
Christian: —Y creo que parte de lo que a la gente le gusta en el programa ver es cómo el hermano serio prueba los sabores y técnicamente tratando de dar una devolución, y yo por ahí de lo que siento, de “che, esto no va”, y nos divertimos. Nos llevamos muy bien en eso.
—Lucas es el no mediático.
Christian: —Sí, pero mi hermano él no mediático, Lucas, lo que tiene de bueno es una una vocación de servicio que en el tema cocinar es tan importante como cocinar: estar siempre con humor, ser proactivo y atender bien a los clientes es una punta muy importante en la gastronomía. Entonces a veces por ahí uno o es demasiado técnico, o es demasiado básico y falta la atención, y esa la pone mi hermano, que está genial eso.
—Los tres llegan a complementarse de esa forma en todos los negocios.
Christian: —Sí, además lo que nos pasa mucho es que tenemos una visión muy del deporte. Digamos, nos enfocamos mucho en lo que hace bien cada uno: yo sé lo que hago mal, no soy buen administrador como mi hermano Roberto, y aprendemos del otro. Creo que entre los tres hacemos un buen equipo.
—Hablando de deportes, seguís siendo un gran deportista.
Christian: —Más o menos.
—Competiste internacionalmente.
Christian: —Nuestro padre fue el precursor del deporte en la familia y creo que nos hizo muy bien: nos dio la oportunidad de enfocarnos, de entrenar, de trabajar a largo plazo, de hacernos amigos de deportistas que vos ves el plan de trabajo que tienen a una Olimpiada dentro de cuatro años, y vos, como cocinero, te proyectás a eso. Y después, el esfuerzo continuo y la continua mejora. Todo eso del deporte lo traemos a nuestro trabajo y somos esforzados. No sé si se acuerda Rober: nosotros ganamos un concurso de cocina cuando teníamos 20, 21 años, y el Gato Dumas era parte del jurado y él, con (Miguel) Brascó, nos vio como dos deportistas enfocados en el trabajo que estábamos haciendo. Y ese esfuerzo del entrenar, levantarse temprano, practicar, buscar la revancha, creo que está muy bueno. Y se junta mucho con la cocina.
—¿Y vos, Roberto, con el deporte?
Christian: —Campeón argentino de natación el señor…
Roberto: —Sí. El deporte fue de toda la vida. Yo igual siempre tengo una frase, porque ahora tengo 55, que una señora que era entrenadora de deportistas olímpicos decía: “Que hayas sido deportista no significa que lo seas”. Hago deporte amateur, pero no tanto como lo hacíamos antes. Pero hemos competido en Náutica…
Roberto: —En el deporte se nota mucho cómo es uno como persona. Robert es una persona brillante, de hecho fue campeón Argentina natación, es una persona con mucha habilidad. Yo no soy tan habilidoso, pero tengo mucha constancia, mucho esfuerzo. Y mi hermano más chico que es el habilidoso, el talentoso. Eso mismo se traslada a la empresa, en la cocina, en los eventos, en la forma de trabajar y tratamos de potenciarnos desde ahí.
—Nombraste a tu padre y evidentemente eso fue muy fuerte todo lo que se generó, todo lo que pasó, a partir de los 10 años de ustedes, y después, cuando tuvieron que desenvolverse en la cocina. ¿Cómo fue todo ese proceso?
Roberto: —Bueno en realidad nuestra madre es la otra pata de la historia, que ella también era una tipa muy guerrera, de siempre ir para adelante. A Tatana le encantaba ir a trabajar, y eso es muy lindo en una familia.
Christian: —Y mi padre era muy como una realidad mágica, un tipo siempre de buen humor, no hacerse problemas por pavadas, muy alegre, a veces hasta demasiado. Y esa conjunción de nuestra vieja muy laburadora y nuestro viejo muy artista, te diría en el fondo, cuando muere nuestro padre, nos quedamos con la madre laburadora, pero siempre con el viejo machacándonos. Mirá que se murió cuando teníamos 10, 11 años, pero el mensaje de ser buenos hermanos, de llevarnos adelante, de hacer el esfuerzo de dar oportunidades viene de mi viejo. Y de mi vieja viene que a mí mis hijos me ven: “Che, estos se van a trabajar contentos”, y eso viene mi vieja. Nos gusta trabajar y hay una parte muy social que nos inculcó mi vieja, que estamos dando trabajo. Trabajan muchas familias con nosotros, y somos responsables por esa gente y nos gusta. Yo cada vez que tomo una persona nueva me siento orgulloso.
—A los 16 estaban trabajando casi profesionalmente en gastronomía.
Christian: —El mito familiar dice que empecé yo…
Roberto: —Éramos muy chicos, ya a los 14, 15 años estábamos adentro de una cocina medio sin querer. Después, cuando fuimos terminando el colegio, bueno él empezó primero y después nos fuimos metiendo un poco.
Christian: —Arrancamos muy chicos, como toda familia, ayudando a nuestra madre, haciendo de mozos, de ayudantes de parrilleros, levantando las botellas después de un partido de rugby. Recibiendo al cocacolero para que no te robe los cajones. Y después pasamos a ser cocineros, entre los 17 y los 25 querer ser los mejores cocineros. Compitiendo, viajando, yendo a Europa a entrenarnos.
Roberto: —Arrancamos al revés, fuimos primero por el oficio y después en un momento dijimos: “Vamos a hacerlo bien”. Empezamos la escuela de cocina, viajamos fuera, administrar.
—¿Llegaste a terminar el secundario, Christian?
Christian: —No, la historia es mucho peor.
Roberto: —Tiene data el señor.
Christian: —Data interna. Muere nuestro padre, tenemos un hermano mayor muy aplicado, becado del colegio, todo 10 y a mi hermano más chico y yo nos agarró por la rebeldía. No estuvo bueno, pero fue parte del proceso. Me echaron del colegio, me mandaron a trabajar a un campo en Rojas y a los 16, 17 mi madre me dice ‘estaría bueno que trabajes conmigo que ya tengo un negocio armado’. Y ahí empecé. Ahora, cuando llego a la cocina, nosotros ya trabajábamos de mozos, de cocineros, de ayudantes, pero ahí es donde proyecto el deporte a nuestro trabajo, a nuestra familia, a decir “bueno, ¿cómo hacemos como familia para salir adelante?”. Empezamos a entrenar, a hacer cursos, ir a París, a ordenar a nuestra madre y justo fuimos el recambio generacional de nuestra madre. Nuestra madre muy laburadora, muy bolichera, mucho manejo del restaurante, pero le faltaba por ahí el recambio justo donde llegamos nosotros. Decir: “Che ¿la tele?’ ¿La tele qué es en un restaurante?”. Bueno, es una vidriera, viajar, que El Gourmet te lleva todo el mundo y ahí nos fuimos…
Roberto: —Y en un momento que la gastronomía argentina estaba en su mejor momento, que recién arrancaba, donde estaban los Mallmann, los Gato Dumas, los Massey, Dolly, todo arrancaba. El Gato hacía un fideo negro y era como una locura, y nosotros tratamos de absorber todo eso y trasladarlo al boliche, pues nosotros éramos bolicheros recién estábamos arrancando.
Christian: —Nosotros teníamos comedores de colegio y una parrilla en el Bajo de San Isidro, que después, depende dónde lo escuches puede ser snob o no, eran comedores de colegio. De ahí fuimos creciendo y siempre con la misma gente trabajando con nosotros. Tenemos más de 100 personas que trabajan hace más de 20 años con nosotros o más, más lo que heredamos de nuestra madre, que se fueron jubilando con nosotros. Y eso es parte de nuestro orgullo, digamos. Hoy vengo de vestido cocinero porque vengo de hacer un evento y al lado estaba un cocinero que labura conmigo hace 25 años, el maitre labura hace 24, y chicos nuevos que nos rejuvenecen y es parte del crecimiento y del cambio.
—Hablando de data, ¿ibas a ser cura?
Christian: —Iba a ser cura, sí.
Roberto: —Pero en realidad iba a ser cura porque él, si se iba a meter, quería ser el obispo, no el cura.
Christian: —En realidad, cuando me echaron vuelvo a trabajar con mi madre, más o menos me rescato, y le damos de comer en un colegio de curas. Y parte del proceso nuestro pasa que aprendemos mucho la cultura de quien le estamos dando de comer, ¿no? Y entonces me empiezo a meter con los curas y digo: “Esto está bueno, yo quiero ser santo, quiero ser cura”. Y me vino bien para ordenarme, como hace la Iglesia, ¿no? Para ordenar un poco los valores y enfocarme. Después me di cuenta de que no.
Roberto: —Santo no era el camino…
Christian: —No. Me gustan mucho las mujeres y los placeres de la vida.
—Después llegaron la profesionalización, los cursos internacionales, los premios que ganaron…
Roberto: —Sí, los concursos los premios ir a capacitarse. Me acuerdo, éramos muy chicos y él decía ‘mirá, yo me voy a ir a California, no yo me voy a Nueva York’. Él fue a una universidad, yo me fui a otra, fuimos a París e íbamos de viaje y traíamos ya un montón de equipamiento que no era como está ahora que lo encontrarás online. Había que buscarlo, traíamos libros y estamos todo el tiempo como aprendiendo
Christian: —Y la tele, El Gourmet, también cayó mucho de la mano de presentarnos a un concurso. Teníamos 19, 20 años nos presentamos en un concurso a competir como muy ilusos y entonces ganamos y ahí nos ve un programa de televisión, nos ve (Ernesto) Sandler en su momento era Utilísima, canal de aire, hacía 20 puntos de rating y a partir de ese día la tele nos acompaña como un Relaciones Públicas nuestra, la gente nos ve en la tele y después ve que somos los reales y además la parte laburar y todo eso fuimos construyendo. Lo bueno nuestro creo que tenemos que siempre nos seguimos reinventando, hay una frase muy linda de Maya Angelou que es una una poetisa americana que dice que “Sobrevivir es importante”. Nosotros yo creo que sobrevivimos a un montón de cosas como argentinos y también como familia de una madre que se queda viuda, pero que lo importante es prosperar, ¿no’ y siempre tratamos de prosperar, pero no prosperar en lo grande, sino prosperar en cómo uno vive, cómo transforma, cómo va creciendo como persona, cómo se cultiva, cómo hace mejores personas a toda la gente que trabaja con vos y cómo atendemos mejor al cliente. Hay un montón de cosas más humanas atrás del trabajo.
—Y además en esto de reinventarse también después durante la pandemia llegó el tema de las milanesas, el tema de las pizzas, después llegó la panadería.
Christian: —Bueno, la pandemia al principio nos hizo… a mí, yo todavía sigo con bruxismo y con un ataque de estrés después de la pandemia. Pensá que nosotros somos más de 300 personas trabajando, de un día para el otro todo cerrado, pero esta estas ganas de seguir trabajando y sobre todo con el equipo ¿no? A Rober le pasa lo mismo, toda la gente que trabaja con nosotros nos miraba y dijeron vamos a salir adelante y nos transformamos y armamos tres panaderías y armamos una fábrica de milanesas. Rober potenció su fábrica de pizzas al triple de lo que hacía antes. Dejamos de hacer tantos eventos y nos enfocamos en lo nuestro. Seguimos creciendo con los comedores, aparte tenemos comedores industriales para empresas importantes y creo que… de vuelta esto, somos sobrevivientes y cuando nos dan la oportunidad nos transformamos y por ahí un día estar ahí cocinándole en una embajada y al otro día estamos haciendo milanesas para 5000 personas y nos encanta. De hecho nosotros tenemos una anécdota muy linda que cuando teníamos 20, 21 años o por ahí un poco menos un día fuimos al supermercado y había unas cajas de pizzas no sé si te acordás con la caja con la cara del Gato Dumas y para nosotros era un referente.
Roberto: —Aparte lo queríamos mucho.
Christian: —Lo queríamos mucho, él siempre nos dio palabras, muchas palabras de aliento, se identificaba mucho con nosotros ¿viste? medio grandotes, toscos, rugbiers, zona norte, la papa en la boca, pero él tenía una pizza con su cara en la caja y yo lo miro: “Mirá este pibe es un maestro, vende pizzas con su cara en el freezer”, y es de ese día siempre supimos que íbamos en una carrera íbamos a terminar haciendo un producto congelado para resolver las cosas de familia en las casas.
—Y hablando de comedores, eventos y demás, llegaron a cocinar para todos los presidentes de la democracia.
Roberto: —Casi todos los presidentes, casi todos los ministros de Economía, pasamos por todos. Bueno, eso es parte también de la profesión, también tenemos algo muy lindo que todo lo que hacemos, lo hacemos con ganas y los eventos para mí siempre fueron un placer, como una puesta en escena de una obra de teatro cada vez que tenés un evento. Hay veces que era para unos presidentes, hicimos la comida del Mercosur, cuando se juntaban Lula, Chávez, Kirchner, todos en Tucumán y había que llevar la comida hasta Tucumán, la vajilla, y esos son como lindos recuerdos. La misma gente que trabaja con nosotros todavía tiene esas anécdotas: “¿Te acordás cuando fuimos…?”, porque es como un orgullo en definitiva, no importa de qué lado estés está bueno darle de comer a los presidentes.
Christian: —No vale la bandería política ni para mí, no me importa de qué signo político es, para mí es un orgullo estar cocinando para los presidentes, o en las embajadas. Ahora medio que lo dejamos de hacer, pero la verdad es que siempre fue un orgullo. Estar en Cancillería haciendo una comida para un presidente de otro país o para otros presidentes o para los ministros, o por ahí hacer un asado para el ministro de Agricultura de Estados Unidos y decir: “Che, ojalá que el tipo se vaya de acá entusiasmado con el bife”, porque la verdad es que la cocina en casi todos los ámbitos siempre abre oportunidades, ¿no? Así como Rober viaja o yo, o estamos en el Gourmet por cocinar, y por ahí tengo amigos por cocinar, también pasa lo mismo con cuando uno se junta en reuniones sociales. La cocina une, transforma, hace amistades. Yo digo bueno, ojalá que el Presidente, el ministro de Agricultura de Estados Unidos diga: “Voy a comprar más carne Argentina”, a través del bife. O tenemos un ministro de Economía que hace poco le hicimos una comida de vuelta al ministro de Economía, hace un par de años atrás, y cuando llegó a la casa dice: “Mirá, te voy a decir un secreto. Hubo una una reunión, una comida que hizo Robert del ministro de Economía con un importante miembro del Fondo y el almuerzo distendió la charla y se cerró el acuerdo”. Decís: “¿Cómo un bife con una salsa?”. El tipo: “Che, esto está maravilloso”, se transformó la charla y se cerró un acuerdo.
Roberto: —Son pequeñeces, porque a veces parece que estás como tras bambalinas y lo que sucede te llega, llega al personal que trabaja con nosotros, o sea nosotros, y después te enteras de cosas que es muy lindo sobre todo cuando estás en cosas sociales, que la gente se está por casar o tiene un evento especial y todo depende también en gran parte de tu laburo ese día. O sea, a mí siempre esa adrenalina linda del antes del evento es espectacular.
—O la simpleza de un flan y que Lula pida repetirlo.
Roberto: —Mucha información este señor. Muy bien. Pero esa es una historia real, estábamos en una reunión…
Christian: —A un cocinero, que le pidan en una reunión de cinco o seis presidentes, “quiero repetir el postre”, como cocinero es “ya está, tachame la doble”. Total, fuera de protocolo, es muy lindo eso.
—¿Y quién es el creador del postre?
Christian: —Lo tengo que reconocer (mientras señala a su hermano).
Roberto: —Pero bueno, mirá, anécdotas de eventos y de la gastronomía de tantos años hay miles, desde hacer comidas por ahí para dos en que le hizo Christian que los invitados bajaban en un helicóptero en el medio de un campo, hasta comidas muy masivas, o no sé, recital de Luis Miguel, o por ahí muchas, embajador de Japón cuando vino a la Argentina, hay miles. Y creo que eso también hace que sigamos entusiasmados y divertidos con lo que hacemos, porque cada cada día siempre es algo distinto y algo nuevo para saber.
—Y hablando de televisión, tres Martín Fierro tienen…
Christian: —No, tengo.
Roberto: —Yo tengo dos.
Christian: —Es un tema familiar. Tenemos dos peleas, quién está más flaco y quién no, me parece que me va ganando él, pero en Martín Fierros no quiero decir, a presumir, porque es un tema. ¿Viste que cuando uno va a los Martín Fierro dice “No, que gane el mejor”? Y bueno, yo te quiero ganar, y gracias al canal, a mi hermano y a Feli Pizarro, yo gané tres. ¿Vos?
Roberto: —Dos, pero dos bastante gorditos: los míos eran más pesados, me parece, más trabajados.
Christian: —Nos encanta, la verdad que para mí es parte. Trabajamos en la tele y siempre dijimos, bueno, un día tenemos que ganar un Martín Fierro. Para mí es el mejor premio de la tele de Argentina y estuvo bárbaro. Estoy feliz cada vez que nos nominan nos encanta, hemos ganado, hemos perdido y lo hemos disfrutado, pero siempre estoy tratando de conseguir las réplicas, porque las réplicas se las queda el canal y yo sería feliz el día que me jubile con mis tres Martín Fierro, tomando mate y presumiendo a mi Martín Fierro.
—Y en la tele, lo próximo es tu programa de pizzas.
Roberto: —El programa va a salir ahora el primero de agosto, se llama Maestros de la Pizza, un programa que disfruté un montón, de hecho creo que es el primer programa que hago sin él, solo. Un programa que disfruté un montón, lo hicimos acá en Buenos Aires y en Italia, en Roma y en Nápoles, y hacer algo que a mí me apasiona que es la pizza, conocer todas las pizzerías clásicas porteñas por adentro más las modernas, más las que estaban en Roma, en Nápoles, la tradición, y esta cosa que tiene la pizza que de hecho en Buenos Aires hay más pizzerías que parrillas, pero que es algo que es para compartir, generoso, de familia todo el mundo tiene su pizzería de cuando era chico, la cercana, en el barrio., y es un programa que lo disfruté un montón y yo creo que la gente se va a divertir mucho porque es esto de ir a las clásicas tipo Angelín, pizza canchera, y asomarte al horno de Angelín que está desde 1930, ver cómo la hacen, hay muchas cosas muy lindas para ver y el orgullo de la pizza argenta-porteña, como de la calle Corrientes y tanta historia que hay de la pizza en Buenos Aires, de inmigración de españoles e italianos todo bajó acá en el Río de la Plata que se potenció a full.
—¿Lucas va a seguir como no mediático?
Christian: —Sí, Lucas tiene su parte de la empresa que es manejar los clubes, tenemos un par de clubes ahí tradicionales de zona norte, de San Isidro, el maneja eso, lo maneja perfecto, uno de rugby, uno de navegación, de yachting, y nunca le gustó la tele. O sea, sí le gustan los beneficios, no le gusta exponerse. También hay un tema de exponerse, nosotros en el cable es como la justa exposición, porque es gente que va a buscar cocina. Por ahí, cuando te vas a canal de aire, ya hay de todo. Hay gente que te quiere, gente que no te quiere, gente que no consume, gente que consume, y te exponés un poco más, con lo bueno y con lo malo, y a Lucas no le gusta eso.
—Se viene una corriente de tratar de recuperar los productos nativos de la Argentina, ¿lo ven?
Christian: —Eso ya está, de hecho, yo creo que hoy cualquier cocinero que ya sabe de dónde vienen los productos, eso creo que un poco en tu charla de inicio, en qué está pasando con la cocina argentina, Nos estamos dando cuenta que tenemos muy buenos productos, que el producto es lo que manda en el plato y conociendo un poco el productor. Casi todos los cocineros hoy que tienen un poco de exposición o que cocinan bien, ya saben de dónde viene su producto y creo que en una cocina va por ahí, ¿no?
Roberto: —Y se ve mucho en el Interior, que por ahí acá en Buenos Aires por ahí está más globalizado, pero vos vas a la Patagonia, vas al Sur, vas al Norte, a Jujuy, a Salta o vas al Litoral, todos son muy orgullosos de lo que ellos tienen ahí, tanto del pescado de río o como el maíz o el trigo, los frutos secos
Christian: —Ir a la sustentable, lo sostenible, a la producción propia, a la temporalidad, ¿no? a la estación. Creo que realmente estamos yendo a eso por un problema de sentido común, de costos y de cuidar nuestro nuestro querido país.
Roberto: —Vas a San Juan comés bien, vas a Jujuy comés bien, vas a la Patagonia, a Bariloche, o a San Martín de los Andes, en todos lados hay buenos restaurantes, hay buenos cocineros con buenos productos que están haciendo las cosas bien. Y eso uno que lo ve por ahí ya a lo largo del tiempo, hemos crecido un montón y para el afuera ya ven a Buenos Aires y Argentina como un destino también gastronómico muy muy importante, un orgullo. De hecho con el programa de las pizzas estuvimos visitando algunas pizzerías muy clásicas y estuve hablando con un pizzero americano que asesora pizzerías en todas partes del mundo y le mandé el video de cuando fuimos a grabar a Güerrin, que ellos hacen la pizza al molde tradicional en un horno de barro a leña y cuando sacan la pizza la ponen en un brasero como si fuera de una parrilla y le dan el último golpe de unos segundos de piso. Le mandaba al tipo el vídeo y no lo podía creer, como diciendo “esto es una rareza en el mundo”.
Christian: —Tenemos mucha inventiva, esa creatividad ahora la estamos enfocando en lo nuestro y va a ser algo increíble. Ya está siendo increíble, ya todo el tema de los fuegos en el mundo, que Don Julio sea el número uno del mundo o Francis Mallmann a ser nuestro embajador habla de que estamos volviendo a lo real y a lo básico.
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