Fue el 19 de noviembre de 1948 un viernes cuando la Ciudad hizo su celebración por el 66 aniversario de su fundación, y en la espontánea adhesión popular y a pesar del mal clima, el pueblo salió a las calles a saludar al Presidente de la República, general Juan Domingo Perón, y de su señora esposa, doña María Eva Duarte, “Evita”, para el decir de los descamisados.
La recepción fue en 7 y 32, con el gobernador de la Provincia, coronel Domingo Mercante, que se trasladó desde Plaza Rocha, donde a las 9.30 veintiún cañonazos fueron disparados tras colocar una ofrenda floral al pie del monumento que perpetúa la memoria del doctor Dardo Rocha.

Varios actos se suspendieron por las condiciones climáticas aquella jornada histórica de la que hoy ya pasaron 77 años, entre otros, el que llevó a varios a darse media vuelta en el Aero Club sin poder mirar el festival de paracaidismo en el aeropuerto provincial —cito en lo que hoy es el Barrio Aeropuerto—, y especialmente la Fiesta de la Flor y del Perfume, que era la frutilla del postre del 66 Aniversario, a las 21 horas, en el estadio del Club Gimnasia y Esgrima La Plata.
La elección y coronación de la reina provincial de la Flor iba a ser prestigiada con el presidente y la primera dama. Este concurso final no volvió a tener una fecha asignada.
Sin embargo, cada una de las 21 princesas fueron entrevistadas ese día por los miembros del jurado (cien personas, vinculadas a distintas actividades) en un encuentro que tuvo lugar a las 15 en la sede del Club Estudiantes de La Plata, donde las candidatas al cetro respondientes a preguntas sobre sus gustos personales, predilecciones literarias y musicales y conocimientos históricos, requiriéndose también apreciaciones sobre cuestiones de actualidad.
Allí, entre las jovenes, estaba María Nélida Amado, de 18 años, que llegó a la ciudad de las diagonales en tren acompañada por su mamá y una amiga. En el futuro, esa joven será la esposa de Héctor Atilio Delmar, el presidente con más años en el sillón del Club mens sana. La anécdota está detallada en el libro biográfico del recordado “Cacho”.

María Nélida Amado, a la que llamaban “Porota”, era una jovencita menuda con pelo ondulado y un rostro angelical en el que sobresalían sus ojos de un azul profundo. Previamente consagrada como Reina de la Belleza en su ciudad natal (el 12 de octubre se había alzado con la elección regional “Mar y Sierras”) encontraría en nuestra ciudad a Cacho Delmar, que por entonces recién había iniciado el negocio de ropa y trajes.
Recuerdan los familiares de la balcarceña que el evento se transmitió por radio dada la expectativa que había en su pueblo y el diario El Liberal afirmaba que “nuestra joven representante sin dudas competirá con grandes posibilidades de éxito”. En el pueblo permaneció su padre Tomás Amado despachando el almacén de ramos generales “La Estrella”. A ese hombre lo apodaban “Cangreve”, por un padrillo que daba “las mejores crías”, ya que sus seis hijas eran de una belleza realmente llamativa.
La expectativa fue creciendo en torno a la primera edición del certamen que tenía instancias locales, regionales y provinciales, que desembocaba en una coronación nacional que se convirtió en una marca registrada del gobierno peronista cada 1º de mayo con la elección de la Reina Nacional del Trabajo en la Plaza de Mayo, como parte de las actividades festivas del Día de los Trabajadores.

Pero lo de Nélida y Cacho adquirió otro gran engranaje histórico y tenía a Juan Manuel Fangio como nexo. Cuando la ciudad de La Plata parecía más lejana para la aniñada Porota y su familia, gracias a un llamado telefónico de Fangio a un empresario que apoyaba su campaña en Turismo Carretera por esos tiempos (antes del salto a la F1). Ese contacto era Alberto Vazquez Gamboa, apodado “Tito”, director comercial de la empresa textil Suixtil, líder en indumentaria que se había especializado en vestir a pilotos de carreras.
Para más datos, Nélida desde esa época trabajaba en la tienda Ñaró Suixtil de Balcarce, y la Casa Delmar compraba los casimires para confección de los trajes a medida allí, en la calle Moreno, de Capital Federal. ¿Cuál era la única propaganda que tenía Fangio en su uniforme de competición y en la carrocería…? Suixtil. La “excepcional dulzura” —tal como la describen en una nota periodística— cautivó a “Cacho”, dos años mayor. Hubo un flechazo de Cupido en aquel primer momento, en que prometieron visitarse y enviarse cartas.

Parecía una película cuando pronto llegaron al altar en abril de 1953.
Había un gran amor en puerta y una familia que se construyó a partir de ese 19 de noviembre de 1948. De aquel día aún está la medalla con su leyenda impresa en el dorso: “Princesa de la Flor 1948. Gobierno Buenos Aires. Ministerio de Hacienda Economía y Previsión”.

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