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Laura Ubfal: “Es una vergüenza que Argentina, un país que fue líder y le dio el cetro servido a México y España, no tenga ficción”

Honesta y explosiva, la periodista habla de lo importante que es estar informados en el medio, de la credibilidad como mayor capital y las críticas a su imagen. Además, analiza la televisión actual

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18 Jul, 2023
Por Mariana Dahbar
“Lo dijo la Ubfal” es la máxima que mejor la representa a la periodista de espectáculos Laura Ubfal. Primicias, chequeo y responsabilidad a la hora de informar son su mayor capital. Productora televisiva, conductora y panelista de un sinfín de ciclos televisivos y radiales, hace 14 años que dirige su propio medio digital. Además, forma parte de Intrusos y se destacó recientemente en El debate de Gran Hermano.
En esta charla íntima con Teleshow, Laura se define como exigente para trabajar, y de poca tolerancia a la hora de hacerlo en equipo. También cuenta lo más sacrificado y lo más gratificante de su profesión, recuerda sus inicios en la televisión y habla la reinvención de su carrera en tiempos difíciles. “A mí no me importa nada”, advierte. “Y si no llegué a los grandes medios conduciendo, es porque sabemos que esos medios tienen sus propias reglas”.
Lejos de la queja, disfruta su presente. Directa, ácida y sin eufemismos la Ubfal es una usina de información y respuestas sin filtros. La vigencia es su mayor fortaleza. Si la copian, la padecerán. Están avisados.
—¿Qué es lo más difícil y lo más gratificante de ser Laura Ubfal?
—Lo más difícil es la sobreexposición, como fue Gran Hermano, por ejemplo: fui a ver Casados con hijos y no podía salir del teatro. No por mala onda, todo lo contrario, la mejor onda con la gente, no me la doy de nada, si no que te digo que la sobreexposición en ese sentido, y sobre todo en las redes, aunque a esta altura tengo una espalda que puedo aguantar que me digan, lo que quieran, que no me importa nada. Tampoco contesto. Santiago del Moro me decía que no contestara, así que teníamos prácticamente prohibido contestarle a nadie. De todas maneras, tampoco suelo contestar mucho en las redes. Para pelearte con gente que ni sabés quién es no tiene sentido.
—La sobreexposición es lo peor que le pasa. ¿Y qué es lo mejor?
—La buena onda, sobre todo con las mujeres, con la gente joven: es impresionante. Yo tengo la mejor con la gente en la calle. Excelente respuesta. Y mucha credibilidad. Son muchos años de trabajo, y la gente me cree: la gente sabe que cuando digo algo lo digo porque estoy informada, porque es en serio. Hay mucha chantada en el medio y es difícil esto del llamado periodismo en general, periodismo de espectáculos en particular, porque cualquiera puede ser periodista y esa es la realidad. Cuando yo empecé había un colegio de periodistas, había un carnet: tenías que tener tantas notas para que te efectivizaran, había toda una reglamentación. Ahora, ya no.
—¿Esa falta de reglamentación le molesta?
—No, para nada. A esta altura la gente sabe quién es quién. Hay que confiar en el público en todo sentido: en el que lee, en el que escucha, en el que ve. Yo confío mucho en la gente, que tiene clarísimo quién es quién. No hace falta explicarle nunca nada.
—¿Cuándo decidió ser periodista de espectáculos?
—Nunca me decidí a ser periodista de espectáculos. Yo empecé como periodista general: hice gremiales, políticas, notas. Y lentamente empecé en gráfico: empecé en diarios, pasé por revistas femeninas, por revistas de actualidad. Empecé muy chica. Y fui a cubrir temporadas de Mar del Plata y también empecé a viajar, entonces, entre una cosa y otra, hacía notas de todo tipo, pero el medio me fue llevando hacia el espectáculo.
—¿Tenía prejuicio con el espectáculo?
—Para nada porque siempre vi mucho espectáculo, de chica. Vi mucho cine, mucho teatro, acá y afuera. Entonces tenía toda una cultura hacia lo artístico. Y después empecé en la radio. Y lo primero que hice en televisión fue producir: conocí a Nora Lafón, ella me recomendó a Carlos Rottemberg, a quien yo no conocía, para empezar a llevar figuras al programa A la cama con Moria. Ese fue mi primer trabajo en producción.
—Buen debut.
—Sí, maravilloso. No entendía nada, aparte recién empezaba la democracia, entonces todos los políticos querían ir al programa. ¿Y qué pasó? Bueno, pasó que había mucha gente produciendo y entonces a los dos meses, como empecé con mi entusiasmo de siempre a llevar figuras, a conseguir gente y a moverme, me llamó Rottemberg y me dijo: “Qué bueno tu trabajo”. Yo pensaba que me iba a dar más guita, es lo único que uno quiere siempre en cualquier trabajo (risas), porque los honores no sirven para mucho, pero me dijo: “No, porque vos estás última en los créditos”. Aclaro que los créditos son cuando pasa un reel con todos los nombres; bueno mi nombre era el último porque era lógico. Entonces me dijo: “Yo te voy a poner primera”. Pero le pedí que no lo hiciera, tenía miedo de que me hicieran una cama.
—¿Por qué pensaba eso?
—Porque yo sabía quiénes estaban trabajando (risas). No busquen antecedentes. En la producción de televisión hay gente que trabaja y hay gente que está sentada. Entonces yo veía cómo trabajaba yo y cómo trabajaba el resto. Porque si voy a un lugar a trabajar, yo prefiero trabajar. Nunca puedo estar en un lugar más de dos horas, tres horas; soy muy inquieta. Y no me banco las charlas de largas horas, sentarte a fumar y a charlar. No me da. No va conmigo. Soy muy ansiosa. Y bueno, en definitiva Rottemberg lo hizo: me puso primera en los créditos y me tuve que ir, como lo había previsto. Ya está. Después nos amigamos con esas chicas e hicimos otros programas, porque produje también Almorzando con Mirtha Legrand un año, en Canal 9.
—¿Cómo fue producir a Mirtha?
—Creo que era el año 1997, una cosa así. Cuando comienzo pregunto: “¿A mí me dejan hacer lo que yo quiero?”. “Sí”, me dijeron. Entonces yo ,rancho aparte. Le llevé por primera vez a los CQC, entonces claro, de los 10 puntos hicieron 20. Llevé por primera vez a Roxy y a Panigazzi (Mercedes Morán y Juan Leyrado) a solas, porque era el año de Gasoleros. Y la traje a Gabriela Spanic, que hacía La usurpadora, de Televisa, y fue un éxito arrasador en Mirtha. O sea, busqué la vuelta. Terminó el año y con la mejor de las ondas la fui a ver a Mirtha Legrand y le dije: “Chiquita, yo la adoro, todo divino, pero esto no es para mí. Prefiero seguir haciendo periodismo”. Así que fue muy linda experiencia, pero también huí despavorida. Con Rottemberg quedamos hermanados, somos amigos, y con él hice mi gran éxito: La linterna, durante 10 años.
—¿Cómo fue trabajar en ese éxito durante 10 años?
—Hicimos todos los formatos. En Radio Del Plata, Canal (á). Hicimos Radio 10, y ahí debutó Ángel de Brito. Lo conocí en la puerta de un teatro y me pareció un chico inquieto y bueno, me dijo que se había recibido en la Universidad de Lomas en Periodismo y lo invito a La linterna, porque necesitaba que alguien vaya a ver los estrenos y que después venga a contarme. Ese fue el mérito de La linterna, de Ángel y mío: tener siempre las primicias. Él un día hace la cobertura de Apariencias, la película de Andrea del Boca, y trae la primicia de que estaba embarazada. Como yo la conocía a Chiquita y tenía almuerzo al día siguiente con ella, llamo a la producción y les cuento para que le pregunte. Pasa que Mirtha, en vez de dejar pasar todo el almuerzo y después preguntarle, no terminó de sentarse Andrea que le dice: “Escuché que estás embarazada”. Fue genial.
—¿Estaba viendo el programa?
—Por supuesto.
—¿Y qué dijo cuando vio la escena de esa pregunta y respuesta?
—La sorprendió de tal manera a Andrea que se quedó helada. Finalmente llegamos a la Televisión Pública con mucho éxito. Hacíamos un programa que no teníamos presupuesto, hacíamos todo con dos mangos. De hecho, justo antes o después de nosotros estaba Todo x 2$ y yo decía que lo nuestro también era todo por dos pesos. Ahí también estaba Adrián Pallares en la producción; excelente también. Los dos son la nueva generación de conductores de espectáculos, así que en ese sentido los valoro mucho a ambos. Son de la gente que chequea información, son buenos periodistas. Buena gente, además. Por suerte formé otra generación de periodistas que ya está trabajando. Y lo que te decía con Adrián y Ángel: yo llegaba al programa, pobres, se mataban produciendo y yo llegaba y decía “Hummm, no, no, no”. La peor, soy malísima trabajando.
—¿Es tan mala de verdad?
—Mala, no. Exigente. Además: busco, busco, busco. Llego, y a mí no me traigas algo escrito porque yo no me voy a ceñir a lo que está escrito nunca. Tengo tanta información en la cabeza que no hay grilla a la que pueda ceñirme. Yo te puedo decir lo que pasó hace tres minutos. Entonces, para mí, todo es viejo.
—¿Cómo se lleva con la inmediatez actual? ¿Y cómo convive con su ansiedad?
—Perfecta, porque hay mucha información. Lo que pasa es que ahora hay muy poca información de espectáculos, lamentablemente, porque no hay espectáculos; porque lo único que hay es teatro.
—¿Cómo que no hay espectáculos?
—Hay teatro, que es maravilloso, pero fijate que el único gran fenómeno de acceso masivo fue Gran Hermano. Por eso siguen siendo figuras en las páginas. Los únicos que venden son Marcos, Julieta, etcétera.
—De la televisión, cuando hacía La Linterna a la actual, ¿cuál es la mayor diferencia?
—Los artistas. No hay más artistas en la televisión.
—Tan determinante.
— Es así. Las actrices que eran artistas se han convertido en conductoras. Carmen, Georgina: eran artistas antes, hacían comedias con veinte actores. Había un montón de figuras. Había romances. Ahora lo único que vende son los conductores. En la tele qué hay, conductores y panelistas, ¿no es cierto? La única novela que hay es ATAV 2. A mí me encanta la novela así que no puedo decir nada. Yo la veo y la recomiendo.
—¿Por qué los actores pasaron a ser conductores de televisión?
—Porque no hay trabajo de actor. Porque, por ejemplo, Solita Silveyra para hacer una novela en su momento trabajaba 10 horas diarias y ponele que ganaba 100, y a vos te llaman de conductor: trabajás la mitad y ganás el triple. ¿Cómo no vas a ser conductor? Carina Zampini, Georgina Barbarrosa, Carmen Barbieri, Solita, Claribel Medina, María Valenzuela; todos los ejemplos.
—El “Somos actores, queremos actuar” lo dejamos solo como eslogan.
—Lógico. Primero que para actuar lo único que hay es teatro o plataformas. Plataformas incluyendo cine y series. Pero eso no es masivo. Las únicas que son masivas son las que salen en Netflix. Las que salen lamentablemente en Amazon, Paramount o HBO, no lo tiene todo el mundo. Por eso el éxito de Fito Páez, porque más allá de que es muy buena El amor después del amor salió en Netflix. Pero nadie lo dice porque nadie sabe nada.
—¿Hay mucha hipocresía en los medios?
—No, no es hipocresía; es ignorancia.
—¿Cuál es la mayor ignorancia?
—La gente no está informada. Hay pocos colegas, de todas las áreas, pero del espectáculo más, que están informados. Hay colegas que saben mucho, pero a lo mejor saben mucho de teatro y no saben nada de tele; a lo mejor saben mucho de cine, pero no tienen televisión en la casa. Yo no me considero ni crítica teatral ni crítica de cine, no tengo la capacidad ni el conocimiento de muchos porque considero que para ser crítica de cine hay que leer, tener mucha cultura general, que tengo, pero para hacer una crítica hay que ver la película, hay que ver si ya se hizo, si es una remake, quién la escribió, hay que saber de los actores, hay que saber de la técnica, hay que saber de muchas cosas que mucha gente sabe un montón. Pero a lo mejor, esa gente no sabe nada de tele ni va al teatro. Y a lo mejor va al teatro a ver lo comercial y no ve nada del off o del teatro oficial.
—¿En qué es especialista?
—Yo considero que pico en todos los campos. Pico, no me considero ni genia ni experta, pero doy información general que me permite dar una visión mayor. Y sé mucho del negocio. Siempre me interesó mucho la industria.
—Se siente muy directa. ¿No tiene problemas en decir lo que piensa?
—En general no tengo problema. Y si no, no te hablo. Soy los dos extremos.
—Amplie, por favor…
—Si sos una persona que no me interesa, ni me gasto. Posiblemente ni te saludo (risas). En este ambiente hay mucha gente que vale la pena y hay gente que no porque es gente, más que nada, ignorante.
—¿Es ignorancia, ego o mucha inseguridad?
—Un poco de todo. Pero yo soy muy directa y lo que pienso lo digo y nada más.
—¿Nunca se arrepintió de decir algo?
—Y… alguna vez, qué sé yo. Pero no grandes arrepentimientos.
—Hace 14 años que tiene su propio medio. ¿Cómo empezó?
—Yo soy un multimedio.
—Okey. Multimedio.
—Es una broma, Mariana. Yo me di cuenta hace muchos años que no tenía que tener un solo trabajo. Cuando terminó Editorial Abril en el año 89 yo era empleada, hubo una toma de la empresa, toda una cosa espantosa. Y ahí me di cuenta de que nunca más debería tener un solo trabajo. Pasé años muy difíciles, como el 2001 para todos los argentinos, y dije: “¿Qué hago?”. Yo tenía una nena chiquita. Venía trabajando mucho y de repente fue terrible. Justamente, cuando levantan La linterna. Entonces ahí dije: “¿Yo qué sé hacer? ¿Qué idiomas tengo?”. Y me enteré de que en medio de esa crisis había alguien que iba a aprovechar, que se llamaba Yari Dori. Era un empresario israelí que vino a buscar a Cris Morena para hacer Rebelde Way. Y entonces dije: “Bueno, yo sé hebreo, voy a usar eso de alguna manera”. Lo llamé. Él tiene canales enteros que se llaman Romance y, sobre todo, funcionan con un gran éxito en Rumania, en Polonia, en Rusia. Por eso Natalia Oreiro es una estrella por aquellos lares. Son 24 horas de telenovelas. Entonces entre las telenovelas exitosísimas estaba Chiquititas e iba a estar Rebelde Way, estaba Rincón de Luz. Y yo le ofrecí que, además de ese canal, podía poner un servicio que a la gente le iba a encantar: entre novela y novela cinco minutos de informativo con las figuras, que la gente vea a los artistas, a Luisana Lopilato, a Cris, a los artistas en notas. Le vendí eso, que después me lo robó un israelí, por supuesto, y lo empezaron a hacer ellos. Entre las muchas cosas que me han robado.
—¿Le robaron muchas ideas?
—Todas las ideas te las roban a los dos minutos. Así como te roban lo que publicás a los dos minutos.
—¿Le da bronca que no le den el crédito?
—Mucho tiempo me quejé y ahora se cuidan. Se csuidan mucho porque saben que estoy ahí.
—¿Cuál fue su mayor logro en la profesión?
—La vigencia. Con cuatro décadas de trabajo.
—Paralelamente al trabajo, ¿cómo es Laura mujer, mamá?
—Todo en paralelo. Porque todo es compartimentado. Yo me doy tiempo para todo. Es todo ratitos. Por ejemplo, no pasa un día que yo no salga a tomar un café con alguien u otro día que no vaya al teatro, otro día que no haga otra cosa. No es que es todo laburo. Uno hace dos notas, sale, vuelve, va a la pelu, va a todos los cafés, va a la tele. Hacemos 500 cosas por día. No sé, las mujeres somos así.
—Hablando de mujeres, ¿cómo se maneja con el tema de la imagen y de las críticas?
— Nada. No me importa nada.
—¿Nada?
—No, trato de estar presentable, lo mejor posible. No tengo vestuarista, no tengo estilista, no tengo nada. Me enteré de las horas antes que van varias colegas para producirse para el Martín Fierro, y que el vestuario, que el vestido, que el peinado. Yo miro mi placard, me pongo lo que tengo, me peino decente y allá voy. Pero tampoco te voy a hacer la alfombra roja. O sea, no nací para eso. Nací para estar del otro lado, en el buen sentido. He hecho conducción y exitosísima, tanto de La linterna como de Gossip, y si no llegué a los grandes medios conduciendo es porque sabemos que los grandes medios tienen sus reglas para conducir.
—¿Qué reglas?
—Según qué programa sea. Pero yo podría estar conduciendo perfectamente.
—¿Y por qué no lo está?
—Porque hay otras personas que tienen, a lo mejor, más, digamos, llegada de pantalla. Porque eligen muchas actrices. Por todo ese tipo de cosas. Y porque además, como yo siempre digo, en la Argentina nunca hubiera triunfado Oprah Winfrey.
—¿Qué opina de los panelistas?
—Mirá, hay estilos muy distintos y hay distintos programas. Hay programas donde juega mucho lo privado y vale, y les da más rating a veces que las notas, como es LAM. Ángel ha encontrado una fórmula que es revalorizar a sus angelitas y le funciona, porque él lo sabe hacer y lo sabe manejar y le da rating. Y hay otros programas donde el panel tiene más que ver con la información. Son los menos; en general, todos los paneles son de color.
—¿Solo de color?
—Sí, como el de Georgina. Tienen especialistas como Paulo Kablan, que obviamente nadie va a discutir su capacidad para hacer policiales, pero después el resto es un poco de color. El color alrededor de las notas que van llevando. A lo mejor en Intrusos hay más exigencia, un poco de información de espectáculos. Hay otros paneles donde hay abogados. Hay de todo.
—Para finalizar, le propongo un ping pong sobre la televisión. ¿Mejor programa?
—No hay un mejor programa de televisión. En su momento me puede haber gustado una noche de PH, o una cena de Mirtha, un programa de Ángel. Pero no creo que haya un programa. Me parece que la tele tiene una buena edición de Los 8 escalones o una buena noche de Masterchef, lo que fue Gran Hermano. Pero hay quien hace algo con dos palitos y hay quien te hace una mega producción, entonces, son comparativos muy distintos. Me gustaría que hubiera ficción. Creo que la televisión necesita la ficción porque es un tema cultural, un tema de educación: cuando vos mirás novelas de afuera te das cuenta de que bajan línea. Los contenidos de ficción son muy sanos, saludables para la gente, porque permiten visualizar problemas de actualidad. De violencia de género, de familia, de lo que sea. Y nosotros no tenemos derecho a no tener ficción en la televisión. Es una vergüenza que un país como Argentina, que fue líder y le dio el cetro primero, así servido, a México y después a España, no tenga ficción. Así como un día se llevaron la industria editorial, se llevaron lo que es la industria de la telenovela. Ahora, los turcos. Y no tenemos derecho a no tener ficción.
—¿Mejor conductor de televisión?
—Hay muchos. El que amo es Santiago del Moro.
—¿Mejor conductora de televisión?
—Es que hay históricas y hay más actuales. A mí me gusta mucho Verónica Lozano.
—¿Mejor producción?
—Y… Telefé ha tenido unas producciones impresionantes. Gran Hermano fue una producción impresionante. Pensá que era la casa y el estudio, dos equipos de producción, no uno.
—¿Mejor panelista?
—Muy difícil…
—¿Mejor vendehumo de la televisión?
—Uh, hay un montón (risas).
—Uno.
—Qué sé yo, Luis Ventura es muy vendehumo y lo hace genial. Y lo adoro. Se pone a hablar y terminás de escucharlo y decís: “¿Qué dijo?”. Pero estuvo genial.
—Mejor persona del medio.
—Carlos Rottemberg. Es único.
—¿Es feliz, Laura?
—Muy. Muy.

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