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La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires volvió a confirmar que, lejos de ser un evento puramente cultural, es un espacio de alta temperatura política. La edición 2025, con récord de público y una agenda repleta de autores nacionales e internacionales, no escapa a esta regla: en cada pasillo, en cada sala y en cada presentación, la literatura convive -y muchas veces colisiona- con el presente político del país. Esta columna literaria del programa Código Baires (Radio La Plata 90.9 FM) buscará desandar un poco lo que dejó y lo que se viene en el predio de la Rural de Palermo.
La apertura ya fue una señal. Juan Sasturain habló de vergüenza y esperanza, mientras que el acto inaugural terminó en abucheos hacia el secretario de Cultura, Leonardo Cifelli, de parte de los principales referentes de la literatura presentes. Muñidos con carteles con la réplica del monumento a Osvaldo Bayer, escritores como Claudia Piñeiro, Selva Almada y Guillermo Martínez respondieron las provocaciones de productor teatral y protestaron contra la destrucción por parte del gobierno de Javier Milei de ese monumento. Ese acto, en la Feria que organiza la Fundación El Libro, fue un gesto simbólico potente.
Lejos de pretender neutralidad, la programación general parece asumir que la literatura argentina siempre estuvo atada a los grandes debates sociales. La presencia de figuras como Victoria De Masi, Jorge Fontevecchia, Alejandro Bercovich y Ernesto Tenembaum -todos con libros que interpretan, critican o se posicionan frente al poder actual- marcaron una agenda donde las ideas no se refugian, sino que se exponen.
Pero que en una misma jornada se hayan presentado Militantes del hambre, de Leila Gianni (exfuncionaria de Capital Humano), y El país que quieren los dueños, de Alejandro Bercovich, habla de una diversidad ideológica tan explícita como desequilibrada: mientras unos buscan imponer relatos, otros intentan deconstruirlos. La duda es hasta dónde “influyó” el aporte del Gobierno nacional, que en esta edición sí estuvo presente mediante la secretaría de Cifelli.
El fenómeno no es nuevo. La Feria siempre fue un termómetro del estado de ánimo de la sociedad lectora. Pero esta edición suma un componente más intenso: el contexto nacional. Con un gobierno que recorta presupuestos culturales, interviene instituciones y promueve un modelo de país que redefine lo público, cada gesto editorial se transforma en acto político. Desde el homenaje a Juan José Saer hasta el panel sobre El Eternauta, las propuestas parecen replicar una consigna tácita: resistir desde las palabras.
De acá en más, al margen de las cientos de presentaciones de autores de ficción y no ficción de los más celebrados por la crítica, cabe destacar la presencia de importantes figuras de la política. El cronograma lo dice todo. En menos de una semana, pasarán por las salas principales Axel Kicillof (Volver a Keynes), Juan Grabois (Argentina Humana), Guillermo Moreno (Peronismo hoy), Myriam Bregman (Zurda), pero también Santiago Cúneo y Julio Bárbaro.
Así, la derecha, la izquierda y el peronismo clásico comparten espacio con autores que narran ficciones, investigan el pasado o reflexionan sobre TikTok y Borges. Pero incluso allí donde la política no es el eje, aparece: ¿acaso no es profundamente político que miles de jóvenes sigan formando filas para ver a sus autores favoritos mientras Milei recorta los fondos para la educación?
Que la ciudad invitada sea Riad, capital de Arabia Saudita, también deja una pregunta flotando: ¿es un gesto de apertura cultural o una contradicción ética cuando se habla de diversidad y derechos humanos?
Que el politólogo de derecha, Agustín Laje, haya presentado Globalismo, acompañado por Alberto Benegas Lynch (padre), en la sala más importante y grande de todo el predio, ante un auditorio completo que escuchaba con profunda atención sus críticas al sistema democrático representativo y a la república, también abre un interrogante.
Porque la Feria del Libro 2025 no solo es una celebración de la palabra escrita. Es un campo de disputa. En un país donde se busca instalar que todo lo público es un gasto y toda crítica una traición, reunir multitudes para hablar de libros, ideas y memoria colectiva es, más que nunca, un acto político.
La 49 edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires se extenderá hasta el 12 de mayo inclusive y, como cada año, se realiza en el Predio de La Rural (Av. Sarmiento 2704) y abre todos los días de semana de 14 a 22 y los fines de semana de 13 a 22.
Las entradas están disponibles para su compra online y también pueden adquirirse en las boleterías de La Rural. Tienen un valor de $5.000 de lunes a viernes y de 8.000 los fines de semana. Hay descuentos y promociones bancarias, que pueden consultarse en el sitio web del evento; donde está está disponible es cronograma de actividades, día por día.
