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Mientras la AFA tira de la piola para regresar a los visitantes, muchos melancólicos recuerdan historias de aquellos años, tan lejanos como los estadios de tablones. Un 21 de julio de 2005 se prohibieron definitivamente. La generación joven que hoy asiste al espectáculo del fútbol desconocen lo que fueron esas estructuras
Tablón. En el diccionario que sacó un diario deportivo, se lo definió así: “Escalón de madera amurado a estructura de hierro. En conjunto conforman las tribunas históricas de los estadios”.
La cultura del tablón fue una aventura del legendario hincha de fútbol. Por el vaivén de los cuerpos en cada canción pegadiza, y hasta por el ruido de esas estructuras que, por momentos, llegaban a escuchar los propios jugadores. Afuera del campo, por más alegrías que haya representado esa estructura también representó peligros y jornadas de luto, con muertes, heridos graves o lesiones.
Hoy se cumplen veinte años de la firma del ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanián, quien firmó el decreto por el cual se prohibía “a partir del 1 de enero de 2006, la disputa de partidos oficiales de fútbol en estadios que tengan tribunas de madera”. La medida afectó de manera directa a Estudiantes de La Plata, que no iba a poder seguir en su estadio de 57 y 1.
La decisión del Gobierno bonaerense dio por terminada la tradición. Fue un jueves 21/07/2005, cuando en los cafés y en las casas los diarios publicaban la información. “Chau tablón”.
Una autoridad en materia de prevención de violencia en espectáculos deportivos era el platense Mario Gallina, ex árbitro (de formación en nuestra ciudad y luego promovido al fútbol de AFA). Entonces, con la voz de secretario ejecutivo del Comité Provincial de Seguridad Deportiva (CoProSeDe) recordó los antecedentes trágicos en su ciudad cuando las canchas eran de madera. La caída de una tribuna visitante en Gimnasia, el 28 de mayo de 1959, en un clásico con Estudiantes. Aquel año justamente el gobierno intimó a la AFA para que sus clubes revisaran sus instalaciones, Gimnasia amplió su tribuna lateral y se apresuró a inaugurarla, donde se ubicaron los hinchas visitantes. Cuando el notable goleador Héctor Antonio convirtió el primer gol a los 24 minutos “la tribuna nueva” de madera se desplomó. Hubo dos muertos y numerosos heridos. El partido suspendido, después continuó en Quilmes.
Más tarde, otra vez en la misma cancha del Tripero se produjo una avalancha. En una acción ofensiva de Gimnasia, que finalmente “descolgó” el arquero pincha Alberto Poletti, cedió una parte del alambrado dejaron heridos graves. El clásico se suspendió y continuará en Quilmes, por el Metro de 1969.
El estadio “Juan Carmelo Zerillo” era de madera en un ciento por ciento hasta 1996, pero en el verano de ese año empezaron las obras y fue en febrero de 1997 (para un partido contra River) que la cabecera Centenario fue de hormigón y dejó atrás el quebracho. En siete años más también se consiguió la otra tribuna popular cabecera de cemento. Cuentan que los viejos tablones se repartieron entre clubes de barrio de la ciudad. En Estancia Chica y El Bosquecito también hubo una cesión de esos elementos históricos, y entre los clubes de barrio, algunos fueron a Trabajadores de la Carne. Otros pedazos la CD se los regaló a los socios vitalicios.
El anecdotario tiene un caso en 1910, cuando el “football” que trajeron los jerarcas ingleses empezó a organizar sus predios. La Municipalidad de Buenos Aires le cedió a Defensores de Belgrano un lugar donde estaban apiladas las gradas de madera que fueron tribunas del desfile militar por el centenario de la Revolución de Mayo. Al club rojinegro del bajo de Núñez le cabe ese orgullo.
La evolución se fue dando en forma gradual.
A Vélez le sentaron bien los tablones, que estaban en Villa Luro, donde llegó a jugare el primer nocturno de la Argentina en 1928. Hasta que en 1943 se radicó en Liniers y en principio construyó una modesta cancha de madera. Le compró unos terrenos al Ferrocarril del Oeste y en 1947 obtuvo un préstamo del Estado que marcó el inicio de las obras para reemplazar a los tablones. Desde 1968 el estadio lleva el nombre de José Amalfitani, el Presidente que transformó un modesto club de barrio en una institución deportiva integral y el principal promotor de la gesta del estadio de cemento.
El actual estadio de Ferro, “Arquitecto Etcheverri”, lleva más de un siglo en el mismo lugar. De los clubes directamente afiliados a la AFA es el más antigüo. En 1938 Boca contrató al jugador verdolagas Arcadio Lopez en 25.000 pesos, pero no hubo pago con dinero. Los Xeneizes estaban desmontando su viejo estadio para construir La Bombonera y acordó pasarle tablones de una tribuna de la primera cancha boquense, que viajaron a Caballito: tablones y 410 sillas-plateas que permanecieron sobre la calle Martín de Gainza hasta que una nueva reforma se las llevó con el progreso.
Otro que recibió ayuda fue Nueva Chicago, por la donación de Argentino de Quilmes. Y hablando de los escenarios quilmeños, el actual “Centenario” dejó lugar al tributo ya que en la zona de estacionamiento se puede ver una pequeña tribuna de madera, como símbolo del viejo estadio de Guido y Sarmiento.
Tigre tuvo tablones hasta 2005 por la misma ley que irrumpió desde el gobierno. La última vez que se vieron tablones fue en la cabecera (la opuesta a la avenida). En el estado “Dellagiovana” suele mirar los partidos Jorge Barberini, quien supo investigar la historia de los estadios en todo el país. Una historia vivida por pasión de un veterinario recibido en La Plata a principios de los ochenta.
En Estudiantes de La Plata hubo tablones durante cien años, desde 1907 (cuando el gobierno le cedió una manzana) hasta 2007 cuando fueron desmontadas las viejas estructuras.
El nuevo UNO “Jorge Luis Hirschi” empezó a nacer tras el acuerdo firmado con el Municipio local en julio de 2008, construyendose sobre el mismo predio.
El periodista Enrique Escande, en el libro Memorias del Viejo Gasómetro , rescata un párrafo de la Memoria y Balance de 1978-79, publicada y distribuida en 1980: “(…) nuestro glorioso Gasómetro está próximo a desaparecer llamado por el paso inexorable del progreso, ese progreso que se lleva tablones y gramillas, mudos testigos de la historia de San Lorenzo que quedarán con vivencia propia en el corazón y en la sensibilidad de todos los sanlorencistas”.
En aquel tiempo la CD no tuvo más remedio que aceptar la idea del gobierno militar de construir autopistas en la Ciudad de Buenos Aires, una de las cuales pasaría por arriba. Al final el predio fue vendido y terminó instalándose un supermercado de la cadena Carrefour.
El último partido en el Gasómetro fue el 2 de diciembre de 1979. Empataron sin goles San Lorenzo (dirigido por Bilardo, que fue expulsado esa tarde) y Boca (atajaba Gatti, que le sacó un penal a Coscia). Sus tablones se esparcieron por muchas canchas del interior, son tribuna chica en la cancha de hockey del Nuevo Gasómetro y otros fueron comprados por Sanfilippo, el notable goleador que hizo una mini tribuna de nueve tablones en su casaquinta que llamó “El Golazo”.
En 1985, hinchas de San Lorenzo y dirigentes de El Linqueño, un club que milita en los torneos Federales, compró tablones de aquel Gasómetro para renovar el estadio, hasta que una nueva remodelación —con la colocación de bloques de cemento— dejó hoy una pequeña porción de las tablas sanlorencistas.
En el actual estadio “Diego Armando Maradona” de Argentinos Juniors las obras de cemento sirvieron para la recaudación para el nuevo escenario. De la vieja cancha salieron a la venta mas de trescientos tablones que habían sido testigos mudos del debut de ”Pelusa” el 20 de octubre de 1976.
