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La historia del único ventrílocuo de La Plata y su muñeco Carlitos

Tiene 38 años y hace cinco que comenzó en este arte singular de darle vida a un personaje que termina siendo uno más de la familia.

“Hay un solo ventrílocuo de La Plata”, le dijo a un portal local de noticias Guillermo Guardia, el presidente del Civear, el Círculo de Ventrílocuos Argentinos. Se trata de Emiliano Ponce, un policía de 38 años que vive en Villa Elvira junto a su familia y desde hace dos, también con Carlitos, el muñeco que le cambió la vida, “un atorrante y sinvergüenza con el que tenemos una relación de amor-odio”. Así son los días de la única persona dedicada a este arte en nuestra ciudad.
“Aparentemente en La Plata soy el único loco que habla con un muñeco”, dice Emiliano en el living de su casa mientras ceba unos mates, en una mañana fría de mayo. A tan solo un par de metros lo vigila Carlitos, el muñeco que está cómodamente apoyado en un atril y que luego cobrará vida sentado sobre el muslo derecho del ventrílocuo.
“A mí siempre me gustó hacer reír a la gente, en mi grupo de amigos siempre fui el jodón, el caradura. Y hubo una vez que en una juntada yo me disfracé de Chirola con otro amigo. Hicimos una rutina para hacer reír al resto, y a los pocos días me mandaron otro video de otro ventrílocuo, entonces mis amigos me preguntaron por qué no me dedicaba a eso”, recuerda quien ya desde antes miraba videos de Chasman y Chirolita, y a partir de ese momento decidió dar un paso más.
El muñeco Carlitos, la creación del ventrílocuo de La Plata Emiliano Ponce, ya es uno más de su familia
Esta historia comenzó hace 5 años, antes de la pandemia. “Al principio decía que no, que era muy complicado, tenía muchas dudas, hasta que dije ‘bueno, vamos a probar'”. Primero empezó a averiguar el precio de los muñecos y enseguida se arrepintió porque no podía pagarlo. Pero no se rindió: “Tuve la caradurez de armarlo yo mismo con materiales reciclables, con botellas, globos y demás”.
Ese primer intento de muñeco se llamó Jacinto y vivió poco tiempo, porque terminó destartalado. Pero a Emiliano le sirvió como disparador: empezó a hacer videos que al principio compartió en WhatsApp y que descolocaron a sus más cercanos. “La gente no entendía nada; así empezó esta locura”, se ríe hoy.
“Yo no estudié, fue una etapa en la que económicamente yo no podía invertir en esto, pero igualmente me interioricé por mi cuenta en la ventriloquía, siempre con algunos miedos por no saber si iba a funcionar, si me iba a salir, si a la gente le iba a gustar… todo el tiempo me preguntaba eso. Pero a pesar de esos miedos empecé a ver videos de distintos ventrílocuos de todo el mundo, sus técnicas, sus muñecos, sus rutinas, los diferentes humores, y así comencé, contra el espejo de manera autodidacta, con mucho ensayo y mucha prueba”, se sincera.
Después de estos casi 5 años, los resultados son óptimos: Emiliano logró darle vida a Carlitos y tanto es así que hace poco logró el tercer puesto en el congreso de ventriloquía que se realiza habitualmente en el Civear.
Tras cinco intentos de armados de personajes con sus propias manos, en 2022 el platense se contactó con Franco Médici, un reconocido fabricante de muñecos que también construyó, entre otros, a Pirulo Balmaceda, uno de los más famosos en el circuito actual, que pertenece al ventrílocuo cordobés Mauro Villaverde. “Franco me mostró muñecos hechos por matrices, en cantidad, a los que vos les cambiás el color de la piel, el tipo y el color del pelo y otras cosas, para personalizarlo. Me mostró que tenía varios muñecos, incluso uno que era una imitación de Chirolita, pero esos modelos ya estaban siendo usados en el Civear, hasta que vi uno que tenía allá a lo lejos y enseguida me enamoré. Se lo pagué y fui a buscarlo, así llegó Carlitos”, recuerda Emiliano.
“Carlitos es un loco y atorrante”, dice Emiliano
“Lo más complicado es armarle una personalidad al muñeco que va a estar con uno y lo va a acompañar siempre”, cuenta el ventrílocuo, que además de perfeccionar la técnica vocal con la que hace hablar a su personaje sin mover los labios, también tuvo que construir una relación, algo que es fundamental. Entre cada ventrílocuo y su muñeco hay un vínculo estrecho que es necesario para generar una simbiosis que resulta sorprendente para el público.
Y ese es un momento mágico que cualquiera puede experimentar, según define en diálogo con este portal Guillermo Guardia, el actual presidente del Civear: “Ser ventrílocuo es una diversión y cualquiera puede serlo, ya que la ventriloquía no es un don, sino que es cuestión de ponerse a ejercitar, aunque eso sí, después hay que actuar con el muñeco. Sentís que tenés cierto poder, pero después te terminás haciendo compañero del muñeco. Todos tenemos identificados a nuestros muñecos”. Y tanto es así que en la última reunión que hicieron en el Civear, muchos ventrílocuos llevaron a sus muñecos abrigados con camperas y bufandas, por temor a que se resfriaran.
“Con Carlitos nos peleamos día a día porque él piensa de una manera muy diferente a la mía; cuando yo trabajo él no quiere, y al revés, todo el tiempo se da ese juego. Carlitos está loco, es un sinvergüenza y un atorrante. Tenemos una relación de amor-odio”, define Emiliano, mientras lo mira de reojo. El muñeco sigue sentado en su atril, prolijamente peinado y vestido para la ocasión. “Él tiene su espacio siempre, acá y en todos los lugares a donde vamos. Acá tiene su atril, sus diferentes tipos de ropas, disfraces, se los lava, se los plancha, es alguien más de la familia; mi hija se crió con Carlitos, para ella es uno más, aunque al principio en casa hubo cierta resistencia. Pero ahora ya es uno más, y cuando voy a algún cumpleaños me preguntan por qué no lo llevo”.
“Donde lo puedo llevar, no tengo problemas en llevarlo en mi mochila, entonces cuando empiezan a pedirlo, ahí sale a la cancha y agarrate porque no se salva nadie. Una vez, con unos amigos que conocí, me pasó que en una juntada algunos decían ‘mentira ¿Cómo va a hablar con un muñeco?’, y después a esos fueron los primeros a los que agarró Carlitos, fue a la yugular. Incluso se terminó armando un partido de truco y ahí yo solo era el sostén, jugó Carlitos, y encima ganamos. Se quedaron re calientes ¡Les ganó un muñeco!”, recuerda el ventrílocuo.
“Ser ventrílocuo es como ser otra persona. Uno se siente mal a veces por circunstancias de la vida, está bajoneado, y yo lo agarro a Carlitos y entro en otro mundo, no existe lo malo, existe lo bueno, todo es risas. Capaz que estoy dormido o cansado, y cuando lo agarro a él lo único que me sale es reírme”, define. “Yo empecé en la pandemia, estábamos todos mal, muy afectados, era un contexto en el que faltaban risas y cariño. Y a mí la ventriloquía me abrió muchos lugares lindos que jamás imaginé que iba a estar. Nunca se me hubiese ocurrido estar con un muñeco y terminó siendo mi cable a tierra”.
El Civear nació en 1999 por idea del ventrílocuo Miguel Ángel Lembo, un viejo amigo del legendario Ricardo Gamero (Chasman), quien falleció el 20 de mayo de ese año y no pudo ser el primer presidente del grupo, como estaba planeado. Actualmente hay más de cien miembros activos repartidos no solo por Buenos Aires y otras provincias del país, sino también en el exterior.
Se reúnen de manera presencial los primeros lunes de cada mes en el Teatro Contemporáneo de San Telmo, mientras que los terceros lunes realizan un encuentro virtual. “La idea siempre es reunirnos para conocer quiénes son los que hacen ventriloquía y cómo mejorar este arte entre todos”, explica Guillermo, el actual presidente del grupo. “Estamos todo el tiempo en contacto y nos vamos informando acerca de shows, técnicas y más; nos damos consejos entre todos. En las reuniones, cada ventrílocuo lleva su personaje, incluso a veces vamos con nuestras familias. El Civear es un grupo muy familiero, de amigos. Vos te sentás, tomás mate, café, vamos a hablando entre todos y los muñecos también siempre meten algún bocado. Hay de todo tipo de edades, por ejemplo hace poco se sumó un chico de 11 años y está muy contento”, agrega Emiliano. “Yo soy un agradecido al Civear porque siempre estuvieron conmigo y me acompañaron”.
Una vieja reunión entre algunos de los ventrílocuos que integran el Civear. Foto: Facebook Círculo de Ventrílocuos.
En el Civear se dan clases de ventriloquía para todo aquel que quiera introducirse en este mundo, que según insiste Guillermo, les abre las puertas a todos: “Si bien hay como una mística que el ventrílocuo habla con el estómago, está bueno que la gente lo crea, pero en realidad no es así. De la única manera que sale el sonido es por las cuerdas vocales; el tema es controlar los músculos de la cara para que no se mueva la boca. Básicamente se trata de esto, de hablar sin mover la boca; y al mover la boca y la cabeza del muñeco, crear la ilusión de que habla él. Si sabés utilizar la mirada en los momentos en que uno habla, el público se va a convencer de que habla el muñeco”.
“Si yo pude, cualquiera puede. Es difícil pero se puede, si uno lo quiere y lo desea. Es estar y estar, porque lleva mucha práctica, concentración, saber respirar”, enumera Emiliano, quien al principio solía guionar sus rutinas hasta que aprendió que debe haber una gran cuota de improvisación al momento del espectáculo. “Me ha pasado de llevar preparado un guion completo y que se me ponga la pantalla en blanco al subir al escenario. Me transpiraban las manos y me preguntaba a mí mismo cómo iba a salir de eso. Yo estaba muy nervioso y entonces empecé a improvisar una pelea con Carlitos, que terminó siendo la figura y me salvó. Yo estaba petrificado y él utilizó toda esa situación en mi contra. Pareció que era actuado, conmigo nervioso y él haciendo chistes sobre eso, pero era todo real. El problema se transformó en algo positivo gracias al muñeco”.
“En el congreso de ventriloquía, por ejemplo, Carlitos quiso hacerse el romántico e intentó levantarse a una muñeca que estaba ahí. Era la muñeca de una ventrílocua que me terminó siguiendo el show, que fue pura improvisación, algo espontáneo que generó muchas risas y aplausos”, recuerda también.
Emiliano, que en Instagram es pituycarlitos.ok y en YouTube Pitu y Carlitos, tiene la idea de sacar a pasear a su personaje por distintos puntos de La Plata. Las veces que estuvo caminando por Parque Saavedra y la República de los Niños, llamó mucho la atención. “En vacaciones, por ejemplo, me gustaría empezar a ir a Plaza Moreno, al Museo, y otros lugares”, fantasea con humildad. “Mucha gente por ahí piensa que voy a pedir plata y no es así, lo único que quiero es sacarles una sonrisa”, cierra el ventrílocuo.
Los mates se terminaron. Ahora llega el momento de darle vida a la estrella que prestó atención a toda la charla, sentado a un costado y en silencio.

Fuente: 0221

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