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En los últimos meses, volvió a instalarse el tema de las falsas denuncias, pero no como debate serio. “Hoy se está presentando como un flagelo”, advierte el abogado Gonzalo Escaray, quien remarca que hay una nueva tendencia en creer que toda acusación presentada en materia de violencia de género o menores, es falsa.
Uno de los casos recientes que reavivó la discusión fue el de Franco Izzoni, el médico que había sido señalado por abuso sexual contra su hijo. “Cuando estuvo listo para contar lo que había realmente vivido, se refirió a la manipulación que hizo su madre en la declaración de Cámara Gesell”, recuerda Escaray.
A partir de situaciones como esta, resurgen proyectos como el de Mariano Cúneo Libarona, el cual apunta a aumentar las penas: de 1 a 3 años como base, y de 3 a 6 si se trata de causas por violencia de género, abuso o cuando la víctima es menor. “Ya lo estamos equiparando con un homicidio culposo”, advierte.
El problema, señala, es que esto puede terminar afectando a quienes sí fueron víctimas reales. “Va a generar más temor en quienes realmente han sido víctimas que en quienes quieren inventarlo”, expresó Escaray. Denunciar es difícil. Con esta reforma, podría ser también riesgoso.
La solución, una vez más, parece ser punitiva: más castigos, menos garantías. Pero eso no resuelve el problema de fondo. “La verdad es una sola”, recuerda Escaray. Y no siempre es la que encaja en el expediente.
Escaray plantea que el delito de falso testimonio agravado ya contempla situaciones en las que una persona presenta una acusación falsa en su contenido, y luego, al declarar, incurre a sabiendas en una mentira. Para él, se está discutiendo en términos confusos.
Además, agregó que, si se pone el foco en mejorar esas cuestiones que hoy generan desconfianza, lo que se presenta como un flagelo de falsas denuncias podría desalentarse sin necesidad de medidas que terminen afectando a las verdaderas víctimas.
