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El hecho que vinculó estrechamente con La Plata al papa Francisco y el cardenal Pironio

Hace más de 50 años, Jorge Bergoglio y Eduardo Pironio, cruzaron sus caminos. El día en el que el papa “adelantó” que el cardenal sería un santo.

La decisión del papa Francisco de beatificar (el “paso” previo a ser santo) al cardenal Pironio conocida este miércoles en todo el mundo, tiene un punto de unión entre el sumo pontífice y el futuro miembro de la santidad cristiana: la ciudad de La Plata.
¿Pero qué tienen en común Eduardo Pironio, Jorge Bergoglio y nuestra ciudad?
Corría la década del ’60 y el por entonces monseñor Pironio se desempeñaba como obispo auxiliar de La Plata. Precisamente, había sido consagrado el 31 de mayo de 1964, en la Basílica de Luján, por el arzobispo platense Antonio Plaza.
En esos años, Jorge Bergoglio era el superior de los sacerdotes Jesuitas en la Argentina.
“Lo conocí mucho a Pironio desde que él era obispo auxiliar de la Plata. Yo en esa época era Provincial de los Jesuitas”, recordó en 2008 el cardenal Bergoglio, en una entrevista realizada en el marco V Encuentro Nacional de Sacerdotes, celebrado en Villa Cura Brochero, Córdoba.
El cardenal Pironio será beato a partir del año próximo
Se sabe que los superiores de las congregaciones tienen relaciones estrechas con los obispos, no sólo en la concelebración de ordenaciones, sino también en la convivencia de las órdenes en cada una de las diócesis. Por tal razón, la relación entre Bergoglio y Pironio fue (o debería haber sido) fluida.
“Recuerdo que sufrió bastante la desconfianza y la calumnia. Cuando (el papa) Pablo VI le pide que le predique los Ejercicios Espirituales en la Cuaresma de 1974, le cuestionaban al Papa haberlo elegido ya que Pironio era una persona de ideas progresistas. Pero después de escucharlo tuvieron que callarse. Aunque, igualmente, en Roma no fue comprendido, hablaban mal de él. Sintió lo que era la persecución de la calumnia”, afirmó Bergoglio, unos años antes de haber sido designado sumo pontífice.
“Es conocida la anécdota de una persona en Roma que a Pironio no lo quería. Hablaba mal de él ya que creía que estaba equivocado. Pero estando Pironio enfermo y antes de morirse, lo va a visitar sabiendo que había tenido esa falla de hermandad. Pironio, que estaba que no daba más de los dolores, cuando lo vio se le iluminaron los ojos y se sentó en la cama para darle un abrazo. Eso lo hace un santo”, sentenció, sin saber que 15 años después firmaría el decreto que le da ingreso a Pironio a la familia de los santos.
Si bien nació en 1920 en 9 de Julio, provincia de Buenos Aires, Eduardo Pironio se formó sacerdotalmente en el Seminario de La Plata, al que ingresó con 18 años y salió ordenado de cura cinco años después, el 5 de diciembre de 1943.
Ya sacerdote fue formador en el Seminario de Mercedes, pero regresó a cumplir tareas ministeriales en La Plata en 1964. El 31 de mayo de ese año, en la Basílica de Luján, fue consagrado Obispo con el título de Ceciri y Obispo Auxiliar de La Plata, arquidiócesis que era encabezada por Monseñor Antonio Plaza.
El entonces obispo Pironio, en una misa en Mar del Plata
En 1972 Pironio fue designado obispo de la recientemente creada Diócesis de Mar del Plata, año en el que definitivamente dejó nuestra ciudad.

Fuente: 0221

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