Si el ajedrez fuera una melodía, las hermanas Tatiana y Lucía Núñez, oriundas de La Plata, estarían tocando sus notas más altas. Con tan solo 13 y 15 años respectivamente, estas jóvenes prodigiosas del tablero trajeron al barrio de Los Hornos la medalla de oro en los Juegos Bonaerenses 2023, en las categorías Sub 14 y Sub 16.
Detrás de este éxito se encuentra una historia de dedicación, determinación y apoyo inquebrantable. un portal local de noticias se comunicó con Jorgelina Núñez, la madre de Tatiana y Lucía, quien compartió su relato del viaje a Mar del Plata para afrontar la competencia bonaerense y cómo conocieron un deporte poco frecuente entre la juventud de este tiempo.
“Mucho de ajedrez no entiendo, pero las acompaño y las acompañé siempre”, comenzó diciendo Jorgelina, quien fue testigo de cómo sus hijas se sumergieron en el intrigante mundo del ajedrez desde que eran chiquitas. Comenzaron a los 7 años, bajo la tutela de su padre, quien les enseñó los movimientos iniciales, abriendo un abanico de incógnitas en sus mentes que las llevó a querer seguir aprendiendo más todavía.
“Un día fuimos por casualidad al Polideportivo de Los Hornos para ver qué actividades había, y cuando vieron el ajedrez, se quisieron anotar ahí”, explicó Jorgelina respecto a los inicios de sus hijas practicando oficialmente el deporte que cambiaría sus vidas. “Ahora están todo el día. Cuando tienen tiempo libre, juegan con el teléfono y la computadora, y entre ellas mismas”, agregó.
Al ser consultada por algún origen familiar por esa pasión alejada de las nuevas tecnologías, respondió: “No hay ningún ajedrecista en la familia, simplemente les gustó. Ellas son introvertidas”, explicó para excusarlas de hablar directamente con un portal local de noticias. A medida que avanzaban en su aprendizaje, comenzaron a asistir a clases regulares los lunes y miércoles, llegando a participar de los primeros campeonatos locales. “Los primeros torneos eran difíciles porque eran pequeñas, perdían y lloraban. Ellas querían su medalla”, recordó.
Sin embargo, su profesor vio su dedicación y les sugirió que continuaran compitiendo. Y eso fue lo que hicieron. Ahora, las jóvenes ajedrecistas representan a la ciudad con orgullo. “Hay grandes ajedrecistas jugando, y todos me dicen que ellas van a llegar lejos, que tienen un futuro”, dice Jorgelina con admiración.
Lo que es más impresionante es su capacidad para jugar con personas de todas las edades, algo característico dentro del ajedrez. “A ellas les gusta jugar con gente mayor; se respetan mucho entre colegas”. Eso aumentó cuando su profesor las alentó a sumarse al Club del Ajedrez de La Plata, donde aprendieron de las mejores mentes ajedrecistas de la ciudad, aunque siempre poniendo como prioridad sus estudios. “Desde el club de ajedrez les aconsejan: primero la escuela y después el ajedrez”, contó. “A futuro, quién sabe, tal vez se les ocurra vivir del ajedrez o ser profesoras”.
Lo ocurrido en los Juegos Bonaerenses no parece haber sido un podio cualquiera, sino que según contó Jorgelina, sus hijas fueron protagonistas de un hito histórico: “Son como tres etapas: una local, donde juegan entre los competidores platenses; pasan a la regional y de ahí a la final en Mar del Plata entre todas las provincias. Ganaron en una y cada una de ellas, por lo que salieron campeonas invictas las dos y su profesor me dijo que no pasa casi nunca, es histórico”.
