21 Ago, 2023
Por Sebastián Volterri
Una nena volvía contenta del colegio en William Morris, en el oeste del Gran Buenos Aires, porque llegaba el momento de mirar Chiquititas y sumergirse en su mundo. Terminaba el programa y en la soledad de su habitación ponía el casette o el CD -dependiendo de qué año hablemos- y bailaba todo el disco entero.
Una mujer que tiene sobre sus espaldas la experiencia de haber sido parte de obras como Aladdin, Shrek, El joven Frankestein, La Bella y la Bestia, Los locos Addams y Sugar, fue llamada para una audición cerrada en la que bailó sola. Poco después, un llamado la despertó de la siesta: le avisaron que sería parte de Heathers, en la versión que se estrenaría en la Calla Corrientes.
El llanto se apoderó entonces de ella. Las lágrimas de esta mujer eran las de aquella niña, porque una y otra son la misma persona, Flor Anca, que terminaría comprendiendo que desde sus primeros pasos se estuvo preparando para eso: para brillar sobre un escenario. Y siempre con el estímulo necesario en el hogar para que cada uno de sus sueños se fueran logrando.
“Estaba durante una hora organizando todo como para empezar a hacer un show -recuerda, sobre su infancia-, casi como los de hoy en día cuando me preparo para el teatro: me duchaba, me ponía la ropa que había preparado, me maquillaba, me peinaba, pero de una forma muy similar a cómo lo hago ahora. No sé por qué tenía eso en mi cabeza ya a esa edad”.
Ya lista, la niña Flor hacía un juego: “Consistía en mover la perilla del dial de la radio y donde frenaba, tenía que bailar el tema que estuviera sonando. El desafío era poder interpretar cualquier canción. Pero nunca me gustó que me vieran, siempre me escondía porque me ganaba la vergüenza”. Y es que la timidez la dominaba, y prefería que su pasión fuera un secreto.
Cómo habrá sido de fuerte ese sentimiento que aún recuerda el momento en que su madre la llevó a su primera clase de danza, cuando tenía solo cuatro años. “Salí corriendo. Fue tanta la emoción que sentí que no sé por qué, me provocó correr. Me dio miedo sentir tanta felicidad, una cosa muy extraña”.
“Ojos así”, de Shakira, sonaba en las radios y una revolución de la danza árabe comenzó a envolver al mundo, máxime cuando se realizó el famoso MTV Unplugged y el baile de la colombiana cautivó a todos. La Argentina, claro, no sería la excepción. “Un día íbamos por la calle con mi mamá y vemos un cartelito que decía ‘Danzas árabes’. Yo ya tenía unos 12, full Shakira, y le dije a mi mamá que me anote”. Así, Flor descubrió en el arte una conexión con sus raíces sirio-libanesas, y durante cinco años se sumergió en ese mundo, dejándose llevar por sus movimientos y ritmos.
Pero hay caminos que no pueden hacerse solos, y el sostén familiar sobre el que se erigen uno y sus sueños son tan importantes como el trayecto en sí. “Mis papás fueron claves en todo esto. Me apoyaron desde siempre y nunca se negaron a llevarme a los lugares que yo quería ir. Fueron y son hoy en día claves, porque recibo aún su apoyo. Ellos están ahí, conmigo”, reconoce.
Cada uno de ellos, desde su lugar: “Mi mamá, ama de casa, era la que me llevaba a las clases, la que se encargaba de pedir un descuento o una beca, porque no podíamos pagarlo y alguien tenía que salir a hablar. Mi papá, comerciante, estaba más en las cuestiones de ‘no te conviene estudiar acá, te conviene en este otro’, era el más visionario. Tenía 14 años y me decía que en ese estudio del barrio ya no había nada por hacer porque yo era la mejor, que tenía que ir a otro lugar, pero no quería irme porque era mi lugar, mis amigos, mis compañeros. Un día me agarró y me dijo ‘¿Vos querés bailar en Boca Juniors o en Chacarita? Te lo pregunto así para que lo entiendas, pensalo como el fútbol’. Y ahí fue cuando me llevó a mi primera clase con Margarita Fernández”. Ese sería un punto de inflexión en su carrera.
El apellido de Florencia -Anca- es sinónimo de arte, no solo en el país, sino en el mundo, y es que pese a haber una letra modificada por diversas cuestiones al momento de registrar su llegada al país, tanto Nancy Anka (recordada por Grande, Pá!) como el afamado Paul Anka son parte de su sangre. “Mi tía Nancy es la prima de mi papá, y Paul es el primo de mi abuelo. Con la tía no nos vemos mucho, pero estamos siempre en contacto. Con Paul nuestros familiares hace tiempo no tienen contacto. Cuando vino a la Argentina tampoco hubo”, reconoció.
Llegaría en su carrera el momento de la profesionalización. “De golpe estaba tomando clases de danza y todo se fue dando, nunca pensé en nada. Pero el enamoramiento y el sentir que eso era lo mío fue en la primera clase de jazz y tuve una imagen de haberme encontrado a mí misma, un ‘esto soy yo’. Pero siempre tuve contacto con lo profesional, mi maestra me llevaba a lugares, hacíamos muestras y además también hice algunas publicidades, no ya bailando, sino actuando. Y todo fue de la mano, el estudio y el hacer”.
A lo largo de los años Flor participó en diversos musicales y programas de televisión. Sin embargo, Happyland ocupa un lugar especial en su corazón. Trabajar con sus ídolos del teatro musical y con Alfredo Arias, su director favorito, la transformó para siempre.
La vida en el conurbano, lejos de los lugares donde se desarrolla su actividad, suele resultar engorroso debido a los diferentes compromisos, además de los horarios que se manejan y el transporte disponible para trasladarse. Desde actuaciones, hasta clases o incluso largas audiciones suelen llevar muchas horas del día, por lo que a los 19 años el hecho de haberse podido mudar a la Capital también fue un paso importante, casi tanto como el que ocurriría en ese mismo lugar un par de años después.
“Siempre me guardé para mí los detalles de mi orientación sexual porque sentía que no lo iban a aceptar, y un día a los 21 años estábamos en mi casa y mi mamá me preguntó. Y ahí le conté, pero porque ya me sentía armada y lista para compartirlo con ellos. Hasta ese momento siempre las charlas sobre el tema eran con amigos. Ella en ese momento se lo tomó mal, lo sé, pero al día siguiente ya estaba todo bien, me llamó y lo hablamos. Pero sí, la shockeó. Mi papá se enteró recién a los 23 o 24, y en ese instante lloró de felicidad y me dijo: ‘¡Qué bueno saber de vos, que seas libre y quien quieras ser!’”.
A mediados de 2022, un llamado para una audición cerrada en el marco de la llegada de la comedia musical Heathers a las tablas locales fue una propuesta a la que no pudo negarse. Y tras la audición, llegaría la definición: “Estaba durmiendo la siesta y me despertó un llamado de Fer (Dente, el productor de la obra) avisando que quedé, y ahí me puse a llorar. Todavía no sabía cuál iba a ser mi personaje, pero estaba lista”.
En la obra que brilló durante las vacaciones de invierno interpreta a Heather Duke, acompañada por figuras de la talla de Sofi Morando y Martu Loyato, quienes aún no dan crédito de la legión de seguidores de la obra original que acompañan esta versión, que contará con una última función en el teatro Ópera de Buenos Aires el próximo domingo 26 de agosto, para luego comenzar la gira nacional con paradas en Rosario y en Córdoba.
“No lo viví como otro musical. Más que una obra de teatro, lo sentí como un recital -destaca Anca sobre la experiencia-. Es algo fuera de lo común en lo que yo hago. Por ejemplo, salir al escenario y que griten desesperados, eso no suele pasar. Mis compañeros son un amor, y Fer como director me enamoró. Todos fanáticos del teatro musical, muy nerds, y todo eso me encanta. Un grupo de buenas personas”.
A pesar de todo lo logrado, Flor siente que aún tiene desafíos pendientes, como el sueño de desplegar toda su magia en un unipersonal donde pueda cantar, bailar y actuar. Además, claro, de continuar explorando más en la actuación y seguir bailando, siempre bailando.
Porque al mirar atrás a esa niña que bailaba al ritmo de Chiquititas en su casa, Flor está convencida que le diría que siguiera soñando, creyendo en sí misma. Porque cada sueño, cada pasión, tiene el poder de transformarse en una realidad.
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De su vínculo familiar con Paul Anka a este presente en las tablas porteñas: Flor Anca, la revelación de la comedia musical
La actriz, cantante y bailarina recordó su infancia, sus bailes encerrada en la habitación y cómo Shakira influyó en su vida