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De la gloria al abandono y el sueño del retorno: Los tranvías en la ciudad de La Plata

Leonardo Di Lorenzo impulsa el sueño de recuperar el tranvía en La Plata, combinando historia, sustentabilidad y desarrollo urbano. Con una mirada integral, plantea una alternativa moderna que rescata la identidad de la ciudad.

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En una nueva edición de su columna Cuadros Técnicos, Leonardo Di Lorenzo, volvió a encender la memoria histórica de los platenses al dedicar su edición más reciente a una profunda recorrida por el pasado, presente y la posible reactivación del tranvía en la ciudad de La Plata. Desde los tiempos de la tracción a sangre hasta los vagones de Fabricaciones Militares, el relato trazó un mapa técnico y político de un medio de transporte que supo ser símbolo de innovación urbana.

Di Lorenzo inició su análisis recordando que “en 1885, se inaugura una empresa de tranvía de tracción a sangre que llegó a tener 254 caballos, 80 peones, 55 agentes administrativos y alrededor de 30.000 pasajeros, con un total de 20 kilómetros de vías y estaciones centrales en La Plata y Tolosa”. Según detalló, la red contaba con un recorrido que unía Plaza Italia, Moreno y San Martín, para luego bifurcarse: uno de los ramales llegaba hasta el Dique atravesando el Paseo del Bosque, mientras que el otro partía de 1 y 44, tomaba diagonal 80 y pasaba por la estación provincial.

Lo más significativo fue la rápida transición hacia la propulsión eléctrica. “Cuando la primer ciudad de América Latina que tiene alumbrado público, dijeron, esta es nuestra. Tenemos alumbrado público, hagamos el tranvía eléctrico. Listo. Por eso La Plata fue pionera”, afirmó. Así, en 1892, se inauguró el tranvía eléctrico sobre avenida 7, entre calles 45 y 50, utilizando la red de alumbrado público.

Con tono irónico y nostálgico, Di Lorenzo destacó que ya entonces se trataba de “energía limpia, muchachos. No estábamos con los caballos, no podía venir la ONG de los caballos que los maltratábamos. Estábamos ya en 1895, un paso adelante”. Para reflejar el grado de esfuerzo que implicaba el desarrollo urbano, añadió: “Había que pavimentar la calle para poner el riel para que pase el tranvía. Imaginate vos a qué grado de laburo había que estar”.

El relato avanzó hasta los años 50, cuando la red de tranvías fue adquirida por la empresa National City Lines. A partir de entonces, comenzó una etapa de deterioro progresivo. “Empezó a evidenciarse un gradual detrimento en los servicios. Empezó a ser deficitario”, aseguró. Los vagones, que hasta entonces ofrecían un servicio de alta calidad —“tenían lujo: sillones, asientos de cuero, era primera línea”—, fueron reemplazados por colectivos de combustión interna fabricados por General Motors. Según explicó Di Lorenzo, esto no fue casualidad: “El proyecto de reemplazar los tranvías y la atracción eléctrica por buses de combustión externa fue una actitud deliberada. Porque te cuento que los dueños de National City Lines, oh casualidad, eran General Motors, Firestone y Standard Oil”.

La maniobra empresarial tuvo consecuencias ambientales profundas. “Estas empresas convirtieron a una gran ciudad en la principal generadora de humo negro compuesto por el monóxido y dióxido de carbono de ese momento. A la ciudad higienicista por naturaleza y por fundación”, denunció. Incluso mencionó la existencia de una sanción judicial: “La justicia determina a General Motors por este incumplimiento, porque era un monopolio, entonces le hace una multa que era un 8% del valor de un vagón. O sea, nada. Se rieron, pagaron y siguieron con eso”.

A pesar del desmantelamiento, hubo resistencias e innovaciones. La creación del Consorcio Transporte de Pasajeros, una empresa estatal, significó una breve recuperación del servicio con renovación de unidades y la implementación de experiencias novedosas, como un tranvía-biblioteca. Entre las últimas unidades que circularon, una de las más recordadas fue producida por Fabricaciones Militares: “De elegante aspecto, los coches tenían un diseño metálico, contaban con piso de madera, revestimiento interior de madera terciada, color verde, la silla del maquinista era regulable y tapizada en cuerina verde”.

Sin embargo, el servicio no logró sostenerse. “El servicio del tranvía, que había sido uno de los medios de transporte más populares, se volvió deficitario y en 1966 se decretó la suspensión”, resumió Di Lorenzo.

La ¿utopía? de un regreso

Consciente de que los rieles aún siguen presentes en muchas calles, Di Lorenzo planteó que “hay una utopía del resurgimiento” y citó iniciativas recientes que intentaron revivir al tranvía. Mencionó que en 2018 Ramón Galache, titular del Laboratorio de Ingeniería Aplicada en Mecánica y Electromecánica de la UNLP, “propone la reutilización de las vías abandonadas y la reconstrucción de los tramos interrumpidos en el casco urbano y algunos barrios periféricos”.

También se refirió a un proyecto turístico impulsado por la Dirección de Turismo Municipal en 2019, que proponía que el tranvía recorriera las plazas como una forma de recuperar la memoria colectiva: “Lo primero que pensamos era recrear la memoria colectiva de los platenses rescatando el valor patrimonial, cultural e histórico de la ciudad”.

Respecto al estado de las infraestructuras, afirmó que “las vías también, hay lugares donde por un tema de bache se tapó, pero sigue estando ahí abajo, no se la llevó nadie”. Incluso propuso una ruta piloto: “Una posibilidad es que funcione entre Plaza Malvinas y Plaza Moreno, una vía recta de ida y vuelta como para hacer una prueba piloto”.

Además del valor turístico, Di Lorenzo remarcó su posible funcionalidad como solución de transporte urbano: “Yo creo que además de lo turístico, puede llegar a solucionar algunos que otros problemas de tránsito”. En ese sentido, apuntó contra el actual diseño vial: “Acceder de cualquier parte de la ciudad al centro es una locura”.

Si bien destacó avances como la onda verde en la avenida 44, fue crítico respecto a la falta de planificación para otros ingresos: “Sería hora de que las grandes arterias estén en condiciones, hagamos lo mismo que en la 44, no inventemos nada”. También reclamó repensar el esquema de circulación: “Hace rato que digo, che, las grandes avenidas tienen que dejar de ser avenida de doble mano, tienen que empezar a ser avenida, entonces voy a entrar por 7 y salir por 13”.

Finalmente, cerró su columna con un deseo: “Más temprano que tarde y un domingo de sol, un tranvía volverá a recorrer las calles de la ciudad a más de 100 años de su esplendor. Mirá si vuelve el tranvía a la ciudad de La Plata”.

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