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Acudió a la cita con la firmeza de siempre. Iban 29 fechas del Campeonato Metropolitano y el equipo estaba último con 16 puntos, junto a Platense. Arriba de ellos, Atlanta con 20, Colón y Los Andes 22… Banfield 23… En la fecha 38 finalizaba y podían descender.
Sí, era raro ver a Estudiantes así, que el 22 de agosto visitó a Independiente con Carlos Bilardo en la dirección técnica. Ante los Rojos, que marchaban punteros solitos, holgados. Esos mismos que un tiempo antes eran los rivales a los que tuvo a mal traer (le ganó los cuatro partidos de 1968), y en ese estadio “La Doble Visera de Cemento” el Club debutó en la Copa Libertadores.
El presidente Mario Martínez lo buscó en tiempos difíciles, pese a que un año antes eran tricampeones de América. En agosto del ’71, a solo ocho meses de la muerte de Mariano Mangano, el constructor de profesión y el constructor de un club modelo que dejó más que un espacio vacío.
El almanaque de 1971 fue pasando con penas. En marzo se fue Zubeldía a Huracán y a escasos días del debut, el 7 de marzo, que tuvo el regreso de Miguel Ignomiriello, quien dejó el puesto en Chacarita en una elección que trajo críticas ácidas en San Martín.
El Pincha de Ignomiriello iba a afrontar la Copa, ingresando en Semifinales por el título logrado en el ’70 —el último logro de Bilardo como jugador en el estadio Centenario y ante Peñarol—, donde no pasó un momento agradable durante lo que eran los festejos.
Ignomiriello perdió la Copa y sobrevino una racha floja en el torneo local. Su salida trajo a Enrique Omar Sivori (ídolo mundial) pero éste terminó yéndose poco menos que espantado ante el panorama económico del Club Estudiantes, con retraso en los pagos.
El Torneo Metropolitano empezó con la mano cambiada, a tal punto que el 13 de junio, en el estadio de Colón los vacunó Humberto Zucarelli, formado en rojo y blanco, defensor-goleador. Fue derrota en el Cementerio de los Elefantes, 1-2.
En efecto, cuando Bilardo dio el sí, la campaña tenía tres alegrías en veinticuatro jornadas.
Como siempre el periodismo tiró nombres ante la ida del “Cabezón” Sivori. En una nota Raúl Madero (el otro Doc y multicampeón que abandonara la práctica de fútbol cuando se encontraba en la plenitud de su carrera para dedicarse a la medicina) dijo que “sentía un especial reconocimiento espiritual hacia el club, carecía de tiempo para dedicarlo a la dirección técnica”. Y coincidió con Carlos. Era amigo de todos los jugadores.
CON EL ROL DE “ORIENTADOR-ASESOR”, AD HONOREM
Bilardo ejerció la función de dirigir el plantel, con la función de “orientador-asesor”, tales fueron los términos en que el Club difundió su nombramiento para el resto del torneo. “Desde el alejamiento de Sivori ha estado junto a sus ex compañeros, colaborando con la planificación del juego”, reza un comentario del matutino El Día, el 19 de agosto.
“Mantuvo una larga reunión con el presidente, señor Mario Martínez, y en su transcurso quedó convenida la actuación como orientador-asesor del plantel superior ad honorem, es decir sin ninguna retribución pecuniaria. Bilardo no aceptó el cargo de director técnico para no herir susceptibilidades ni chocar con la agremiación de entrenadores, que exige la tenencia de título habilitante para desempeñar el cargo, en la misma medida que también exige la firma del contrato y el cobro de sueldos por la gestión. En cambio, colaborará con sus ex compañeros para “superar el mal momento”.
Largaron a trabajar por la mañana en una sesión de desplazamientos físicos con Jorge Kistenmacher, y ese mismo 19 de agosto Bilardo dispuso que el plantel se concentre esta noche.
Sin el carnet habilitante, que empezaba a ser obligatorio, Bilardo venía de estar unos meses compartiendo trabajo con Zubeldía, en Huracán. Se sumó como ayudante de campo y entre otros jugadores tuvieron al “Coco” Alfio Basile.
Jugar ante los “Diablos” y en Avellaneda no era un terreno fértil, ya que el rival llegaba puntero, tres puntos arriba. La oferta en la siguiente fecha tampoco era halagadora: contra San Lorenzo, el segundo, tres días después. ¿Dónde podría haber algún alivio para un equipo comprometido seriamente? En los partidos pendientes, que tenían fechas definidas para septiembre: con Central, Boca y Los Andes.
El “Flaco” se metía en un lío, todavía con el cabello un tanto largo, y la mueblería Bilardo de la cual era uno de sus propietarios. Ya casado con Gloria, por supuesto.
Sin embargo, se negó dos veces a asumir en ese momento en Estudiantes, porque eran todos ex compañeros. Pero no aguantó más cuando le pidieron ellos… Malbernat, Aguirre Suárez, Echecopar, Spadaro, Pachamé, Togneri, Tato Medina, el Bocha Flores, Bedogni, Verde, Aguilar, el arquero Pezzano. ¡Si ayer se cambiaban juntos! ¡Si más que los títulos conseguidos eran realmente amigos!
22 de AGOSTO DE 1971, CERO A CERO
No pudo jugar Verón, que estaba enyesado; tampoco Rudzky, que tenía una molestia. Bilardo consiguió —luego de fatigosas gestiones— ubicarse en una cabina, desde la que siguió el trámite con frecuentes indicaciones en voz alta. A su lado estaba Madero y el preparador físico de la tercera, Ricardo Echeverría.
El juez Coerezza debió apelar con alguna reiteración a la tarjeta amarilla, para serenar ánimos que empezaban a caldearse. Los amonestados fueron Pastoriza y Togneri por golpearse sin la pelota, Raimondo por una intervención malintencionada y Pavoni por violento foul contra Echecopar.
“Pezzano atinado en las salidas y siempre muy atento”, “Spadaro sereno y eficiente, sin fallas”, “Pachamé no pasó nunca al ataque”, “el capitán Malbernat seguro y expeditivo, respondió bien ante Mircoli, que solo al comienzo le dio algún trabajo”, Aguirre Suarez “correcto como último hombre, sin cuidar la pelota, pero tapando a tiempo” y “Togneri factor importante para el desequilibrio del medio campo, anuló a Pastoriza dejando sin creador al rival” y el Bocha Flores “autor de los pocos remates de su equipo” y Conigliaro “sin descollar como delantero colaboró en la faena defensiva”.
Fue empate, con un “primer tiempo de trámite lento y tedioso” y el complemento con una “leve mejoría Roja, tal vez porque Pastoriza pudo desprenderse por momentos de su implacable custodio”. Pero se caracterizó por un “muy precario nivel técnico” , que en el resultado conformó al público albirrojo que casi no dejó huecos en la cabecera de las vías. Y al propio Bilardo, que “logró un objetivo claramente expuesto a través de la disposición de sus hombres en el campo: no perder”. El grupo de muchachos volvió a City Bell para seguir concentrados.
LA SÍNTESIS
Independiente (0)
1 Medina, 4 Comisso, 2 López, 6 Sá, 3 Pavoni (capitán); 8 Pastoriza, 5 Raimondo, 10 Semenewicz; 7 Balbuena, 9 Maglioni, 11 Mircoli.
DT Vladislao Cap
Estudiantes (0)
1 Pezzano; 4 Malbernat (capitán), 2 Aguirre Suárez, 3 Spadaro, 6 Medina; 8 Togneri, 5 Pachamé, 10 E. Flores, 7 Aguilar, 9 Echecopar, 11 Bedogni.
DT Carlos Bilardo.
Cambios: Segundo tiempo: 20m. 16-Verde por Bedogni, 29m 14-Giachello por Mircoli.
Estadio: Independiente
Juez: Norberto Coerezza
Fecha: 29a del Torneo Metropolitano.
El 14 de septiembre fue victoria ante Gimnasia y los dos puntos (así se computaba entonces, hasta 1995) colocaron al Pincharrata “en condiciones ideales para dar alcance y superar a Los Andes o a alguno de los otros elencos que lo preceden en la tabla”. Un artículo firmado por C.O.S. (César Omar Sotelo, periodista ya fallecido) se puede observar que “desde que el medico ex futbolista inició sus funciones en reemplazo de Omar Enrique Sivori, quien intentó sin éxito cambiar la línea de juego, tras la derrota ante Huracán, el conjunto albirrojo ha jugado nueve cotejos. De ellos, ganó tres (River, 1-0; Ferro 1-0 y Gimnasia 2-1); empató cinco (Chaca, 1-1; Independiente, San Lorenzo, Banfield y Argentinos, todos 0 a 0) y solamente perdió uno (Boca, 6-3)”.
La última fecha fue el 3 de octubre de 1971, contra Racing, y fue a toda orquesta la producción, 5 a 2, con dos del “Bocha”, dos de “La Bruja” y uno de “Pelusa” Bedogni.
Así llegaba la salvación del que fue buscado como “el salvador”.
El que después sí, con papeles y todas las convicciones de otro posible éxito, salió a las pistas en 1973. Entonces, le preguntaron.
—¿Cuando aceptaste dirigir?
—Recién ahora. Una vez te había dicho que quería dejar pasar un tiempo antes de aceptar y más todavía si se trataba de Estudiantes. Y quebré esa auto promesa solamente porque me vinieron a buscar los muchachos el año pasado, cuando Estudiantes podía irse al descenso. Me lo habían ofrecido los dirigentes y dije no. Volvieron a insistir y volví a decir que no. Pero cuando vinieron los jugadores no me pude negar. Sacamos 23 puntos sobre 28, nos salvamos y renuncié.
—¿Por qué?
—Porque esos dos meses la pasé peor que si estuviera en la cárcel. Un sábado salimos a comprar unas cosas con Manera, almorzamos juntos, cenamos después con todo el plantel y nos fuimos a dormir. Estábamos en el Country, en la misma habitación. Y ahí recién se lo pude decir. “Che, Eduardo, mañana no jugás…” ¿Cómo que no juego? Si jugamos con Boca… Lo pensé mucho, necesitamos empatar y voy a poner a Malbernat de cuatro y a Medina de tres… pero me parece lo mejor para el equipo. Manera, vos sabes, es uno de los tipos que más quiero en el mundo. Mi hermano, casi. Y lo tenía que sacar porque en el resto del plantel estaban todos mis compañeros con los que había compartido también demasiadas cosas. Por eso no me quedé cuando terminó el campeonato. Por eso dejé pasar todo este tiempo y recién acepté ahora.
