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Las circunstancias que vivió Estudiantes en estos Play off del Torneo Clausura y que finalmente tuvieron un final deportivo feliz, con el desahogo de su gente, nos llevó a recordar otras etapas de la historia en la que se consagró luego de pasar por serias adversidades. La vuelta a Primera en 1954, la tercera Libertadores en 1970 y el Torneo Soberanía Nacional de 1983
CONTRA LA C.G.T.
La primera vez que el Club Estudiantes de La Plata estuvo en una difícil situación fue en 1952, cuando el Estado lo intervino por un supuesto “boicot a la doctrina justicialista”.
Una disputa política con nombres propios. El presidente albirrojo César Ferri —ganó las elecciones en noviembre de 1951— tenía una trayectoria en la política universitaria, un ámbito hostil al peronismo y afín al radicalismo. En octubre del ’51 salió el libro La Razón de mi vida, con la firma de Eva Perón y escrito por Manuel Penella de Silva.
Vendió 1.000.000 de ejemplares en 10 meses. Por ley, se incorporó como texto obligatorio de enseñanza de quinto y sexto grado de la asignatura Educación Cívica en todas las escuelas de la provincia de Buenos Aires. Se vendía en todas las librerías y se repartió en los clubes. Sin embargo, una situación inesperada se dio en la sede de calle 53 número 620. El 18 de junio de 1952 se presentaron los delegados platenses de la Confederación General del Trabajo (CGT) y encuentran los libros en un sótano, apilados en cajas y dentro de sus envoltorios. Dudas. ¿Se habían escondido, o guardado para su posterior distribución? Al día siguiente plaza San Martín fue escenario de un paro general y el Club Estudiantes es acusado de boicot. Se le pide a Ferri la renuncia de todos los integrantes de la Comisión Directiva y el gobernador Carlos Aloé por decreto legitima el pedido de renuncia y acusa a los dirigentes de baja política contraria a los intereses del pueblo, y nombra a un interventor.
Unas semanas después fallecó Eva Perón y la Legislatura bonaerense sanciona la Ley que cambia en nombre de la ciudad de La Plata por el de ciudad Eva Perón. A los tres meses Estudiantes pasa a llamarse Club Estudiantes de Eva Perón.
Una grieta que recrudecía: peronismo/antiperonismo. Con la intervención, el equipo de Estudiantes es usado políticamente. “Los jugadores hacen giras por la provincia bonaerense, realizando partidos contra equipos locales, y lo nuevo aquí es que antes de los encuentros, los jugadores entregan ejemplares de la Razón de mi vida”, describe Jorge Cravero, investigador, que en el mismo artículo expone una huelga del gremio de Futbolistas (FAA): “El paro de los jugadores de Estudiantes genera una situación contradictoria para los miembros de la intervención. Pues deben enfrentarse a un grupo de trabajadores que sostiene uno de los derechos más defendidos por el peronismo. Con el conflicto de los jugadores aún sin solución, las estrellas de Estudiantes (como el Beto Infante y el Cholo Ogando) son vendidas a Huracán, y allí los disfruta su presidente, el coronel Tomás Adolfo Ducó, uno de los fundadores del Grupo de Oficiales Unidos que diera el golpe de Estado de 1943.
El Pincha (ya le decían así, por un fanático que justamente era testigo y parte de la época) afronta en clara desventaja el torneo de 1953. Descendió. La persecución siguió hasta que se encontró una salida para volver todo a la normalidad. La comisión volvió a ser respetada y reconocida por los que antes habían sido expulsados ilegítimamente por la CGT. Una lista única llevó por decisión de los socios a Raúl Caro Betelú como nuevo presidente. En 1954 lograron el el regreso a la A.

LA DICTADURA DE ONGANÍA
En enero de 1965 se da otra bisagra. Con Zubeldía designado DT, un entrenador dispuesto a aplicar cambios que le valieron el mote de “adelantado”. “Se hicieron grandes críticas hacia nuestro juego, al que se definía como el antifútbol. Nosotros siempre tomamos en cuenta las críticas porque entendemos que algo enseñan”, comentó con humildad el oriundo de Junín.
Con él, llegaron a ganar tres Copa Libertadores, la última en mayo de 1970, que fue el resultado de una promesa de todo el plantel, entre los que brillaban Carlos Bilardo, el 8, y Juan Ramón Verón, el 11.
La situación previa fue de absoluta injusticia por obra y gracia del poder de turno…
Ante Milan, por la revancha de la Copa Intercontinental y luego de un 0-3 en Italia, se midieron en La Boca, donde el reloj jugaba en contra, pero también los deseos de un enviado del gobierno que pretendía borrar los males de esa dictadura con un triunfo deportivo. Y a los 30 del primer tiempo Gianni Rivera estableció el 1-0 que sentenció la serie. Todo el campo de juego se cargó de tensiones, y si bien el resultado fue remontado por el Pincha (ganó 2 a 1), el preciado trofeo fue de los rossoneros. Habían sido expulsados Aguirre Suárez y Manera, y a Poletti lo perdonó el árbitro, cuando el 1 fue a agredir a un par de jugadores italianos y se armó una batalla. Por orden del general Juan Carlos Onganía (presidente de facto), Poletti, Aguirre Suárez y Manera fueron detenidos 30 días.
El Narigón recordaba que “hasta vimos a un abogado para que nos recomendara qué hacer para quedar presos todos. Mi abuela, que era italiana, no me habló por un mes. Ahí nos propusimos ganar la Libertadores siguiente”.
Después, vino otro asunto grave. El Tribunal de Penas de la AFA aplicó las sanciones a los responsables principales. Entonces, el doctor Ferrari ya era el nuevo interventor en la casa del fútbol y tras una audiencia en Casa Rosada con el presidente Onganía, se informaron las sanciones: Aguirre Suárez, treinta partidos y cinco años de inhabilitación para jugar partidos internacionales; Manera, veinte partidos de suspensión y tres años de inhabilitación como internacional. Poletti no pudo jugar más profesionalmente en la Argentina, pero siguió en Grecia.

Un teniente coronel, Sánchez de Bustamante, asomó a la sala de prensa de la AFA para decir que “las sanciones no estaban influidas por el comunicado del presidente de la Nación, sino que respondían a la órbita propia del cuerpo”, además de que él le había tomado declaración a los enjuiciados.
El litigio fue largo y el plantel albirrojo contó con un abogado defensor elegido por los socios y el plantel, doctor Víctor Hugo Carrique. “No existe relación entre la sanción —calificó de desmesurada— y lo acontecido en la cancha. Los integrantes del plantel de Estudiantes desde hace cinco años vienen eslabonando una cadena de éxitos que le han dado brillo al club y lustre al deporte nacional, no merecen que se los considere como en esta oportunidad. No es justo este trato cuando en otras latitudes faltas parecidas no merecen la consideración de los mandatarios de un país como ha acontecido aquí”. No hubo amnistía. Era imposible ante la soberbia de las altas esferas, que un año antes había recibido a los mismos jugadores como modelos ejemplares para el país.
Por todo lo sufrido, y los hechos que alcanzaron tanta magnitud afectando la moral del equipo de Zubeldía y de la institución, los muchachos salieron a jugar la Copa y a conquistar América por tercera vez. En la semifinal, eliminó a River (1-0 y 3-1) y en la final a Peñarol (1-0 y 0-0). Togneri se vistió de héroe y metió un zurdazo al ángulo desde 35 metros. La formación estaba integrada por Errea, Pagnanini, Spadaro, Togneri, Pachamé, Echecopar, Bilardo, Jorge Solari, Conigliaro, Flores y Verón.

LA AVIVADA DE LORENZO
Definición del Campeonato Metropolitano de Primera división de 1983. Dos fechas para el final, y en La Plata, se cruzan Estudiantes y Vélez, con los DT enfrentados por viejas disputas personales, Carlos Bilardo y Juan Carlos Lorenzo. Al finalizar el primer tiempo una explosión de petardos en el vestuario visitante genera la incertidumbre y la suspensión por parte del árbitro Claudio Busca, redactando este informe: “Siendo las 21:58 se escuchó desde mi vestuario cuatro grandes estampidos de petardos, llenando de humo el vestuario visitante. Ante esta situación, el capitán de Vélez, Pedro Larraquy, toma la decisión de retirar el equipo. Certifica y ratifica lo dicho el secretario del club, Horacio Rodríguez”.
Pasó a manos del Tribunal, mientras la AFA postergó los partidos de la última fecha. A todo esto, Independiente pasó a igualar al Pincha en la tabla, ya que el Rojo había ganado 3-1 a Talleres.
El fallo se conoció el 8 de febrero y se decidió continuar los restantes 45 minutos, mientras el árbitro fue suspendido por 21 días por errores de procedimiento. Las multas fueron para loss dos clubes: 20 millones para el local y 80 millones para la visita. El Tribunal dejó claro que había un culpable de la suspensión: Lorenzo.
Era el presidente pincharrata Raúl Gerardo Correbo, escribano de altísimos valores, un dirigente de bien público que este año dejó este mundo. Luego de ganar el título, el 14 de febrero, en Córdoba, expresaba que “la emoción que me embarga no se puede describir con palabras. Este campeonato es el fruto de un trabajo hecho a consciencia por Bilardo y del cual se compenetraron perfectamente los jugadores que ya estaban en el club y los que luego fueron llegando”. Pero manifestaba su disconformismo con el ambiente futbolístico al que consideraba “poco satisfactorio”. Quería renunciar.
Pasado el tiempo, se supo que la gente de Vélez no estaba conforme con la decisión de Lorenzo. El recordado periodista Eduardo Rafael en la revista El Gráfico escribió que “la decisión del técnico de Vélez fue personal, tanto que, aún hoy, se la discute en su club, a pesar de algunas declaraciones oficiales. Hay quienes como Raúl Gámez, Néstor Ainardi y Guillermo Armentano se trasladaron a la AFA, dialogaron con el periodismo y llegaron hasta el propio Grondona para denunciar la actitud de Lorenzo que, consideran, compromete históricamente a Vélez Sarsfield porque liga a la institución a un pleito en el que no debía entrar. Ninguno de los tres son dirigentes pero ocuparon cargos hasta no hace mucho tienen peso entre la hinchada”.
En 1983 Estudiantes ganó el bicampeonato en forma consecutiva, y con pocos meses de diferencia, Bilardo fue designado por Julio Grondona el nuevo DT de la Selección Argentina, y Correbo al cumplir su mandato tuvo como sucesor a Nelson Oltolina.

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