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En uno de los primeros desafíos de la nueva conducción del Colegio de Arquitectos del Distrito 1, la discusión por la reforma del Código de Ordenamiento Urbano y Territorial (COUT) estalló en plena transición institucional y dejó al descubierto tensiones políticas, técnicas y administrativas. Mientras el Ejecutivo municipal busca aprobar los cambios antes del recambio legislativo, desde la entidad profesional volvieron a expresar preocupación por la falta de debate, la afectación sobre la actividad y los riesgos de avanzar “sin estudios serios” que respalden la modificación normativa.
Así lo planteó Germán Zuloaga, presidente electo del Distrito 1, en diálogo con Código Baires, quien remarcó que el escenario se encuentra “muy raro” y cargado de presiones. “Ya hay una decisión política por parte del Ejecutivo Municipal de aprobar en el Concejo Deliberante antes de la renovación de autoridades este nuevo código”, señaló. Y agregó que el proceso se aceleró a tal punto que “hay un empecinamiento de aprobarlo con este Concejo Deliberante y no con otro”, lo que a su juicio “postergar cualquier tipo de discusión”.
Consultado sobre el estado actual del debate, Zuloaga fue contundente: “El debate en sí no hay”. Explicó que aunque en los últimos días se dieron convocatorias repentinas, estas no responden a un intercambio técnico real: “Ayer hubo un llamado de emergencia, un llamado medio a último momento por parte del Ejecutivo para que se reúna el COUT… pero tampoco entendíamos mucho la convocatoria porque el lunes habíamos entregado un documento con observaciones”. Esa dinámica, marcó, “está todo muy raro”.

Un código que avanza sin estudios completos
Uno de los puntos centrales señalados por el Colegio es la falta de diagnósticos exhaustivos sobre las preexistencias urbanas del casco fundacional. El debate público redujo la discusión a la cantidad de pisos permitidos, pero para Zuloaga ese enfoque es insuficiente.
“Algunos medios intentan imponer que la discusión son más o menos pisos en el casco. Y en realidad lo que nosotros estamos viendo es que no hay una modelización, no hay un estudio cabal de cómo reaccionan o cuáles son las preexistencias que tenemos nosotros hoy en el casco”, explicó.
Afirmó que esas preexistencias, árboles, medianeras, bordes de manzana, alturas históricas, son parte esencial del patrimonio urbano platense: “Nuestro espacio patrimonial más importante que tiene la ciudad es el espacio público… las calles con esas bóvedas arboladas… ese entorno inmediato es una especie de basamento que define lo que el peatón percibe”.
“Están bajando alturas en algunos lugares y decimos, che, y las preexistencias, ¿qué va a pasar? Si hoy me estás bajando a seis niveles y yo tengo un edificio de 18 pisos de la década del 70 u 80… ¿qué va a pasar con esa medianera?”. Para Zuloaga, el municipio debería generar incentivos, planificar obras públicas y acompañar cualquier densificación. “Necesitamos incentivos para las mejoras urbanas y obras públicas que acompañen la densificación”, dijo.
La infraestructura, el viejo problema que nadie resolvió
Zuloaga también remarcó que la ciudad arrastra desde hace décadas la falta de inversiones en infraestructura acordes al crecimiento. Recordó que la densificación actual ya estaba definida en la ordenanza 92/31 del año 2000: “Nunca ninguna gestión municipal le pudo poner el cascabel al gato para que las prestatarias hagan las obras de infraestructura”.
El presidente del Distrito 1 remarcó que la alarma no es solo de arquitectos. “Ayer hablaba con autoridades del Consejo Profesional de Agrimensura, ellos están fuera del COUT y están extremadamente preocupados”, señaló.
Y explicó que el problema excede al rubro de la construcción de viviendas: “Un vecino que quiere instalar una actividad comercial no lo puede resolver de manera eficiente y rápida… la Administración Municipal tarda mucho en dar respuestas y cada vez se incorporan más cuestiones a resolver”.
“¿Va a ser ágil o vamos a un sistema burocrático de dos años, tres años? Eso no lo aguanta ninguna economía”. Zuloaga fue tajante al describir cómo funciona la administración local: “La Municipalidad de La Plata va a inspeccionar exclusivamente las obras que los profesionales o los propietarios declaran. Es muy raro, salvo una denuncia, que vayan a detectar obras que no tengan permiso”.
Y ejemplificó con un caso emblemático: “Todos conocen el barrio Don Carlos… esa urbanización tardó ocho años en obtener el plano de mensura de aprobación… ocho años para tener su escritura aprobada, y no fue por falta de recursos. Así es como opera la Municipalidad de La Plata”.
Para el Colegio, la discusión no puede limitarse al COUT: también deben revisarse los mecanismos de control, los tiempos administrativos y la eficiencia del sistema de obra pública y privada.
Un conflicto histórico agravado por decisiones recientes
Aunque reconoció que los problemas vienen “de arrastre desde hace años”, consideró que la actual gestión municipal profundizó las tensiones. “Ellos tienen una manera muy particular de gestionar”, afirmó. Y cuestionó especialmente el decreto que paraliza los actos administrativos durante 30 días: “Es una locura… están poniendo en suspenso una ordenanza; inhabilitan la aplicación de una ordenanza por decreto del Intendente”.
Recordó que situaciones similares ocurrieron en 2000, 2010, 2021 y 2022, cada vez que una gestión quiso cambiar el código: “Volvemos como a viejas recetas, apretando todavía mucho más a lo que pueden ser las posibilidades de desarrollo”.
Zuloaga sostuvo que el Colegio presentó una propuesta para generar reglas claras y transiciones ordenadas cada vez que se modifique la normativa urbana: “Necesitamos tener seguridad jurídica, confianza y una doctrina sobre los actos propios… disposiciones transitorias que permitan hacer los saltos de una norma a otra sin generar inconvenientes”.
Y alertó que el municipio pretende aprobar el nuevo código en menos tiempo del necesario para completar un trámite básico: “La monotasa tarda 30 días y quieren aprobar un código en menos de 30 días”.
Según Zuloaga, los cambios intempestivos del marco regulatorio desalientan la inversión: “Cualquier inversión industrial va a cruzar la vereda y se va a Berazategui o Florencio Varela. De hecho, nos está pasando”.
Asimismo, dijo que el problema no es resistirse a actualizar el código, sino hacerlo sin planificación: “Hoy no estamos planteando que no hay que cambiar el código. Decimos que sí, hay que cambiarlo, hay que actualizarlo… pero no es la manera”.
Y volvió sobre una idea de fondo: la necesidad de un organismo de planificación independiente de los ciclos políticos. “Propusimos un instituto de planificación ajeno a cualquier decisión del intendente de turno, porque no puede ser que cada gestión quiera tener su propio código”.
Sobre el futuro inmediato, Zuloaga reconoció que el margen para frenar la aprobación es reducido, pero no inexistente: “Estamos en estado de alerta permanente… la pelota la tienen los concejales”.
“Si hay cordura y entienden que esto amerita más discusión, es de ellos. Los que van a votar la ordenanza son ellos”, concluyó, dejando abierta la posibilidad de que la presión técnica y social logre aplazar un tratamiento que hoy aparece acelerado y bajo un clima de tensión institucional.

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