El periodista platense Hugo Alconada Mon pasó este martes por No es una copia, el programa de streaming de un portal local de noticias, donde presentó su nuevo libro, ‘La Cacería de Hierro’, y además habló sobre verdades, mitos y leyendas de los túneles secretos de La Plata.
La Cacería de Hierro es una novela policial en la que uno de los protagonistas es nacido en la capital bonaerense. No es la primera vez que el autor hace investigaciones donde la ciudad es protagonista. Antes, Alconada Mon había publicado ‘La ciudad de las ranas’, una novela histórica sobre la fundación de La Plata. Junto a Ficu, Gorge y Mati repasó uno de los tópicos más intrigantes para los platenses.
Con respecto a los hechos concretos que ocurrieron en torno al origen de la ciudad y a las fábulas que se popularizaron, Alconada Mon sostuvo: “Lo que pasó es que hubo templos masónicos y realmente hubo fanáticos religiosos que salieron caminando con antorchas una noche y prendieron fuego los primeros dos templos” y agregó: “Uno estaba en 46, entre 5 y 6. Había otro en 43, 5 y 6. Hay material documental que se perdió para siempre”.
Sobre las historias que emergieron con el correr de los años, el periodista comentó: “¿Había algunos túneles? Sí, porque está la sospecha de que había algunos túneles que iban de la Catedral hasta donde ahora está el arzobispado. En ese momento se llamaba Palacio D’ Amico, por el gobernador Carlos D’ Amico”. Y añadió al respecto: “Después está la leyenda negra de túneles que conectaban toda la ciudad, eso es falso. Hay un autor platense ya fallecido que hizo un par de textos, que le metió mucho chimichurri”.
La cacería de Hierro está ambientada en Argentina a fines del siglo XIX. La obra, publicada por Planeta, se centra en un acontecimiento criminal que conmocionó a la región de Necochea en 1892.
Alconada Mon comentó sobre el libro: “El disparador es: dos chiquitos aparecieron degollados en un rancho, en las afueras de Necochea, en 1982. La madre, degollada, sobrevivió. Sobreviviendo, marca al presunto asesino. El comisario local apresa al presunto asesino. Manda el primer telegrama y dice: ‘ocurrió este desastre. Tranquilos ya tenemos al sospechoso’. Cinco días. El sospechoso se la bancó y dijo ‘yo no fui’. Segundo telegrama del comisario local: ‘el sospechoso no confiesa’”.
Con respecto al rol de la capital bonaerense, el periodista comentó: “En La Plata deciden enviar al primer detective en la historia de la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Álvarez, que además era amigo de Iván Vucetich, conocido hoy como Juan Vucetich. En el momento en el que Ivan Vucetic estaba diseñando el sistema de las huellas dactilares. Este detective lo encara a Vucetich y le dice: ‘explicame el sistema’. Se va a ese rancho, va a la escena del crimen, interroga testigos, interroga a los sospechosos, toma las huellas dactilares y resuelve el crimen.”
Alconada Mon comentó los detalles del origen de la novela, loque lo inspiró y su metodología de trabajo. “Para mí, escribir es el disfrute de la investigación, de la escritura, de la edición. Para este libro me fui a Necochea, estuve haciendo un trabajo de campo. Lo disfruté como un nene. Yo no escribo para los lectores, escribo para mí”.
Con respecto a alguno de los trucos para recrear escenas policiales en el libro, Alconada Mon explicó: “Yo pongo, adentro de la novela, dos protagonistas que entran a una escena del crimen y el viejo le dice al joven ‘pisá donde yo piso’ y empiezan a entrar a la escena del crimen y pasan tres horas adentro”. Por último, agregó: “Eso me pasó a mí con el comisario: yo entré con él y el tipo me dice, ‘vos nunca estuviste acá, pisá donde yo piso’. Entonces yo iba detrás de él, mirando por encima del hombro, donde el tipo me dio una clase privada de criminalística, donde yo vuelco algunas de esas enseñanzas acá”.
