El conocido martillero de La Plata y propietario de la inmobiliaria que llevaba su apellido, Fernando Mercerat, murió el último viernes a causa de una enfermedad que lo aquejaba desde hacía tiempo. El empresario había sido condenado hacía 2 años en el marco de una causa en la que aceptó su responsabilidad en el manejo de una red de prostitución en la ciudad.
Allegados confirmaron en las últimas horas que, a 2 años de la condena que le impuso la Justicia, falleció en su a causa de una prolongada enfermedad y mientras cumplía con un arresto domiciliario otorgado a raíz de su delicado estado de salud.
El Tribunal Criminal N° 2 había resuelto “morigerar la medida de coerción bajo la modalidad de arresto domiciliario con monitoreo electrónico”, por lo que el empresario se encontraba en su casa cumpliendo la condena a 5 años y 6 meses de prisión que le había sido impuesta tras aceptar su responsabilidad de los hechos investigados por “explotación económica del ejercicio de la prostitución de mayores de edad agravado por la situación de vulnerabilidad de las víctimas”.
Mercerat había sido apuntado por obligar a diversas mujeres a practicar la prostitución en la ciudad. Aunque en un comienzo negó todas las acusaciones, finalmente terminó aceptando su culpabilidad en el marco de un juicio abreviado que devino en su condena.
Las primeras denuncias salieron a la luz el 26 de junio de 2020, luego de una redada policial en el marco de una extensa investigación que permitió desbaratar una red de prostíbulos que funcionaban en La Plata. Aquel día se realizaron 40 allanamientos y el martillero quedó en el centro de la escena.
Fernando Mercerat cumplía una condena de 5 años y 6 meses de prisión.
La Justicia finalmente dio por probado que al menos desde octubre de 2019 Mercerat, como dueño de la inmobiliaria ubicada en 22 entre 43 y 44, explotó económicamente a varias mujeres “aprovechándose de su situación de vulnerabilidad” para obligarlas a ejercer la prostitución. Según pudo reconstruir la fiscal Cecilia Corfield, el acusado les entregaba propiedades para poder trabajar y les exigía semanal o diariamente “la entrega de una suma de dinero a todas luces desproporcionada en relación a las locaciones habituales del mercado, sin documentación respaldatoria alguna ni de los contratos ni de los pagos recibidos, ejerciendo en todos los casos medios extorsivos de pago como de desocupación”.
