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La mamá runner que cría sola a sus hijas e inspira a otras mujeres a encontrar su pasión

Florencia Medina encontró su pasión en el running y su vida cambió, por eso quiso compartirlo con otras mamás y alentarlas a que “salgan de sus casas”.

A sus 36, Florencia Medina ya tenía todo que había soñado: un esposo, dos hijas, una casa, auto y trabajo, pero no era feliz. Sentía que algo le faltaba y no sabía qué era ni cómo encontrarlo. Aunque solía correr, nunca había participado en una carrera hasta que, en 2019, se anotó en la media maratón de Mar del Plata, de 21 kilómetros: un esfuerzo desmedido para una debutante. Ese día conoció la puja entre los límites del cuerpo y los obstáculos mentales que deben superar los corredores para llegar a la meta. Tras salir victoriosa de esa batalla, sintió que había encontrado su pasión y quiso ayudar a otras mujeres a encontrar la suya.
“Pensé: si yo lo hice, las demás también pueden y empecé a comunicarlo”, contó la mamá runner a un portal local de noticias. Comenzó con un grupo Whatsapp en el que participaba, donde se hablaba de nutrición. Después siguió con su cuenta de Instagram en la que se presenta como “Flori, una Mama que Corre”, donde muestra su entrenamiento, su vida junto a sus hijas y transmite mensajes motivacionales a sus 24 mil seguidores. “Empecé a contar y se entusiasmaron muchas mujeres y así conocí más gente que corría, sobre todo mamás”, agrega Medina.
Aquel debut en la media maratón de Mar del Plata marcó un antes y un después en la vida de esta runner de Mar de Ajó: comenzó a entrenar con un profesor, a cambiar sus hábitos alimenticios y a priorizar lo que le hacía bien, convencida de que “una mamá feliz puede criar hijos felices y una mamá triste, chicos inseguros”. Sin embargo, el padre de sus hijas, con quien llevaba más de 20 años en pareja, no era de la misma idea. “Me dijo: ‘vos estás loca. Vas a perder tiempo en carreras y a desperdiciar domingos en familia”, recuerda.
Una publicación compartida por Flori | Una Mama que Corre (@soyflori_medinaok)
La falta de acompañamiento, el desgaste de la pareja y la transformación interna que la mamá runner atravesaba confluyeron hasta desembocar en la separación, en 2020. Desde entonces, con la ayuda de su mamá, ella se ocupa casi por completo de la crianza de sus hijas, Libertad, de 11 años y María, de 9. El papá, cuenta Florencia, las ve dos horas por día.
La responsabilidad que recae sobre Medina implica llevarlas al colegio todas la mañanas, preparar el almuerzo, llevarlas luego al taller cerámica, a la práctica de fútbol, a natación o a la psicopedagoga, según el día de la semana que sea, hasta que, a las 16, las lleva con ella a su trabajo en el restorán del Club Social de Mar de Ajó, donde termina su jornada a las 23, en invierno, y a las 2 de la mañana, en verano. Entre todo ese trajín, ella siempre encuentra el momento para entrenar.
Además de comunicar sus ideas, Florencia las puso en práctica y mostró su transformación física -bajó 8 kilos al cambiar su alimentación- y mental -logró una seguridad inédita en ella-. Esos cambios motivaron que otras mujeres quisieran saber cómo lo había logrado. Muchas se sumaron a la comunidad de WhatsApp “Un día a la vez” en la que Florencia oficia de coach motivacional, llegando a ser más de 150 integrantes, en su mayoría mamás.
La mamá runner es coach motivacional y alienta a otras mamás a encontrar su pasión.
Su mensaje es claro: “La motivación no va a estar siempre, la disciplina sí”. Y lo transmite de diversas maneras: “El momento ideal para empezar no existe”, “siempre va a haber obstáculos, pero hay que seguir”, “hay que trabajar en la disciplina, reconociendo: esto me hace feliz y quiero hacerlo”.
“Muchas se empezaron a contagiar y lograron el cambio y muchas no”, reconoce Florencia, que es consciente de que no todos los casos son iguales. Cree que para las mujeres que se dedican exclusivamente al hogar, “la carga mental” es mayor comparada con las que trabajan, “porque tienen que ocuparse de los hijos, de que el marido tenga la comida lista y la casa limpia cuando llega de trabajar”, algo que, en su caso, por tener trabajo, no fue igual, ya que “hacía hasta donde podía”. Aún así, alienta a todas las mujeres a encontrar la manera de “salir de sus casas y hacer algo por ellas mismas”.
El cambio físico de Florencia Medina: a la izquierda, con 36 años; a la derecha, con 40.
“Hasta el día de hoy tengo amigas que me dicen: ‘Mi marido llega de trabajar y está cansado y quiere comer. No puedo ir a correr y dejarle los pibes en ese momento’. ¿Por qué no? Sí que podés”, las impulsa ella. Esa tarea de alentarlas, reconoce, es ardua: “Es muy difícil, pero he sacado a muchas mamás de las casas y empezaron a correr o cambiaron sus hábitos de alimentación o empezaron a ir al gimnasio”, se enorgullece.
Esa motivación que busca inyectar no se agota en la actividad física: lo importante es que, como le pasó a ella, otras mujeres encuentren su pasión. “Si saliste de tu casa y empezaste un curso de mosaiquismo y lo amaste, está buenísimo, pero salí de tu casa y hacé algo por vos, para que la carga mental no sea tan grande”, alienta.
A principios de abril, Florencia corrió la Patagonia Run: 42 kilómetros de montaña en San Martín de los Andes. Para esa ocasión, se preparó durante 10 meses, levantándose a las 4 de la mañana para entrenar, viajando hasta Balcarce o Tandil en busca de pendientes, siguiendo la dieta que le indicaba su entrenador y corriendo hasta los domingos. El día de la carrera, antes de empezar, se dijo a sí misma: “Mis hijas están esperando la medalla”.
Parte de ese entrenamiento transcurrió en verano, cuando la temporada alta la obligaba a trabajar hasta las 2 de la mañana y salir a entrenar dos horas después. Florencia mostró toda su preparación en su cuenta de Instagram, incluidas las dificultades y el cansancio. Reconoce que a esa carrera llegó cansada, pero logró terminarla y llevar la medalla para sus hijas. Aunque quedó dolorida, ya se anotó para la del próximo año, de 70 kilómetros, y tiene previsto viajar con ellas.
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Ahora, Florencia se prepara para la Media Maratón de La Plata, que se correrá el domingo 2 de junio, para la cual llegará desde Mar de Ajó con María y Libertad, que van a esperarla cerca de la meta, para cruzar con ella la línea de llegada.
La mamá runner recuerda que así la recibieron en la maratón que corrió en Rosario, Santa Fe: “Me esperaron un par de metros antes y, cuando llegué, ¡estaban enloquecidas! Cruzamos juntas el arco y ellas se pensaban que habían corrido 42 kilómetros”, recuerda riendo.
Su pasión por correr también cambió su relación con ellas, reconoce Florencia, que sostiene que ese vínculo es “hermoso”, y que el diálogo es constante. Antes, ejemplifica, podía enojarse si a alguna se le caía un vaso. Ahora, ni se mosquea y observa, porque sus hijas ya saben que deben limpiar lo que rompieron. “Correr me dio paz para criarlas”, afirma y completa: “Yo lo atribuyo a que soy feliz con lo que hago”.
Hasta ahora, en las más de 40 carreras en las que participó, Florencia no tuvo que abandonar nunca, pero reconoce que es una posibilidad y que, de ser necesario, hay que parar. Si bien nunca abandonó, más de una vez consideró la posibilidad. Cuando está en medio de una carrera y se le cruzan pensamientos como: “No puedo”, “no llego”, “no doy más”, se repite a sí misma lo que la motiva: “Mis hijas esperan la medalla”. Y sigue.
Esa es la enseñanza que busca dejarles: “Hay veces que no van a poder y no está mal, pero antes de decir ‘no puedo’, hay que intentarlo. Lo peor que te puede pasar es que salga mal y si no sale, por lo menos lo intentaste, no te quedaste cruzada de brazos”.

Fuente: 0221

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