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El emotivo reencuentro de dos históricos pasteleros de la París en el nuevo edificio

Dos antiguos pasteleros de la París, que pasaron decenas de años en la producción diaria, se reencontraron en el nuevo comercio y recordaron sus vivencias.

Miguel Pavón y Ramón Mancilla son dos exempleados de la París que se encontraron de casualidad mientras visitaban el comercio que reabrió esta semana. Miguel le tocó el hombro a Ramón tras verlo y ambos se fundieron en un abrazo en el lugar que consideran como su casa.
Miguel, de 71 años, comenzó a trabajar en la confitería de la familia Pérez en 1985 y su especialidad era el armado de medialunas, palmeritas y otras facturas, aunque los dos admiten que “han hecho de todo”. “Sacábamos medialunas chiquititas en cantidades industriales, estábamos de 6 a 13 o 15, trabajando sin parar. Toda la vida este lugar se llenó de gente, venían todo el día”, contó Miguel en la redacción de un portal local de noticias, que se ubica en la planta superior de la confitería, en 7 y 49.
Ambos arrancaron de jóvenes a trabajar en el comercio de Coco Pérez. “Era mi segundo padre”, dijo Ramón. “Cuando él estaba, tenía unos enormes gestos con todos. En los días especiales, como el de la Madre o Navidad, te decía ‘agarrá lo que necesites’, y si no agarrabas por vergüenza o por no querer aprovecharte, levantaba la mejor torta y te la daba. Para que te imagines, él me regaló el terreno donde vivo”, siguió emocionado Mancilla.
El hombre, de 65 años y que actualmente continúa trabajando en otros rubros, comenzó en 1974 -a los 16 años- como lavacopas en la confitería y llegó a ser uno de los delegados que representaba a La Plata en el Sindicato de Panaderos. Estuvo, como Miguel, hasta que cerró el comercio en pandemia. “No estuve ni un año como lavacopas que enseguida me pasaron a hacer de todo un poco. Pasé mucho tiempo en el turno tarde pero al final me acomodaron a la mañana, al horno”, dijo.
Mario y Ramón rememoraron viejos tiempos tras recorrer el nuevo edificio de La París.
Los dos, con lágrimas en sus ojos, recuerdan con cariño el lugar en el que pasaron tantas horas. “Fue espectacular y también muy estricto. Él no faltó ni una vez, y yo tampoco la verdad”, recordó Ramón. “Nunca”, dijo Miguel y sumó: “Acá si peleabas, o faltabas o había cualquier problema, primero te suspendían y si seguías o el conflicto había sido muy grande, directamente te despedían. Era así, pero de a poco fueron quedando los mejores y éramos un gran equipo”, contó.
Los históricos pasteleros volvieron a visitar el espacio en el que trabajaron durante años y fue renovado a para darle una nueva vida.
Cada uno tenía su función. Algunos estaban en la parte de armado, como Miguel, otros en decoración, otros en el mostrador. En total, para el momento del cierre del local en pandemia, trabajaban alrededor de 30 personas.
Ambos perdieron contacto tras alejarse del comercio, pero este martes se reencontraron y revivieron miles de recuerdos. Por casualidad, decidieron ir los dos a ver cómo había quedado su antiguo segundo hogar. “Pasé varias veces a ver cómo estaba y pensaba ‘¿cómo estarán las máquinas y dónde las habrán dejado?'”, dijo Ramón, y confesó haberse angustiado al ver que el lugar estaba “siendo demolido”. Lo que no sabía era que pondrían en el mismo lugar un comercio que llevaría hasta el mismo nombre”.
Miguel y Ramón recuerdan algunas de las muchas anécdotas que guardan de los tiempos en que eran compañeros en la renovada París Confitería.
Los dos recorrieron los hornos actuales y contaron decenas de anécdotas, recordaron a sus antiguos compañeros y, aunque las máquinas no son las mismas que en sus épocas, revivieron con los olores aquellas largas jornadas de producción pastelera. “Es increíble estar acá, nos emociona mucho todo esto. Dios quiera que a esta nueva París le vaya muy bien”, cerró Ramón.

Fuente: 0221

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