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Como cada día, el miércoles a las 7 de la mañana Julieta Ballesteros se dirigía a su trabajo en el Ministerio de Desarrollo Social, donde atiende en la Línea 102, para denuncias de vulneración de derechos de niños, niñas y adolescentes. Como cada mañana, la joven de 26 años tomó la calle 55 y cruzó la avenida 7 y, al llegar a la rambla, en un segundo, un auto y una camioneta chocaron y salieron disparados hacia ella. Si hubiera estado medio metro más atrás, la camioneta la hubiera embestido. De haber estado un metro más adelante, lo hubiera hecho el auto.
“Pienso que tiene dos fechas de nacimiento”, confía su madre, Natalia Rositto a 0221.com.ar, “el 30 de abril y el 19 de julio”. Su hija, afirma, todavía está conmocionada y no se encuentra en condiciones de dar una entrevista. Según le contó, esa mañana, en la rambla, le pareció que los autos estaban más lejos. Luego “no vio nada, solo escuchó el estruendo”. En el instante siguiente “entró en shock y se puso a llorar”. Con una pierna dolorida por el impacto de una esquirla y con la asistencia de varios transeúntes, la joven se puso a resguardo en la vereda y llamó a sus compañeras de trabajo, que la asistieron rápidamente. Además, recibió asistencia del SAME.
“Estoy muy agradecida con los que estuvieron con ella porque yo no pude estar ahí, aunque hubiese querido”, cuenta Natalia, que trata de contener el llanto, “me hubiera gustado estar ahí para protegerla, pero siempre hay personas buenas y empáticas”. Ella supo lo que había pasado poco después, pero no tomó real dimensión de los hechos hasta que vio el video del choque. “Ayer fue un día muy difícil”, comenta Natalia “pero bueno, está todo bien, por suerte”. Más allá del golpe que recibió en la pierna y del shock, Julieta no sufrió heridas graves.
Azar, milagro, destino, Natalia dice que no sabe qué pensar: “Estas cosas te conmueven tan internamente”, reflexiona. Se considera una persona escéptica pero cree que, de alguna manera, todo lo bueno que hace su hija le fue retribuido en ese momento. Julieta es trabajadora comunitaria en el hogar Pantalón Cortito, donde también trabaja su madre, que es psicóloga. Además trabaja en el Centro de Salud Teko Pora y en la línea 102. “Yo la veo trabajar, atendiendo a las personas con padecimientos, siempre ocupándose de los que más necesitan, de los que están sufriendo”, describe su madre: “Es muy solidaria y empática”.
Sobre el hecho que puso en riesgo la vida de su hija, Natalia opina que es necesario unirse como comunidad para “cuidarnos entre todos y todas”. “Si alguien está alcoholizado o tiene consumos problemáticos, como el chico que manejaba, son los amigos, la comunidad, los vecinos, quien sea, los que le tienen que decir que no maneje”, explica. Además cree que es necesario que el joven conductor reciba asistencia profesional y que se le quite el registro: “Porque esta vez no pasó nada pero si todo sigue igual, se va a lamentar algo trágico en cualquier momento y es responsabilidad de todos y de todas. Creo que tenemos que ser una sociedad más responsable”, concluye.