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15 Jul, 2023
Por Miguel Frías
Flacuchos y esmirriados, abstenerse. A Brigitte Nielsen, imponente danesa un metro ochenta y cinco, supermodelo internacional desde los 16 años, actriz secundaria que en los 80 saltó del cine clase B al brillo de Hollywood, celebridad planetaria durante esa década, le atraen los patovicas inflados como gansos para paté de foie, la testosterona en estado puro. Van tres ejemplos, pero hay muchos más. En 1985, durante el rodaje de “Red Sonja” (El guerrero rojo) -película pésima por la que ganó el premio Razzie a la “Peor Nueva Estrella”-, fue amante Arnold Schwarzenegger a escondidas de la novia de él, Maria Shriver, sobrina de JFK y parte del clan Kennedy. En 1985 enamoró a un duro como Sylvester Stallone, por entonces casado: Nielsen pasó -rápidamente- a ser su esposa y -rápidamente- su ex esposa, en 1987, tras un escándalo formidable. Luego, entre 1988 y 1990, estuvo de novia y tuvo un hijo con Mark Gastineau, jugador de fútbol americano de los New York Jets, un oso pardo de un metro noventa y seis de estatura y 121 kilos de peso.
Los lectores perspicaces ya habrán captado un patrón común o varios. Con malicia, dirán: ey, pero esta mujer -nacida en Rodovre, cerca de Copenhague, el 15 de julio de 1963- elige hombres fornidos y además famosos. Se equivocan. Se equivocan e incurren -se trate de hombres, mujeres o personas no binarias- en un prejuicio machirulo. Brigitte, que se casó cinco veces y fue madre por quinta vez a los 54 años (el 5 de junio de 2018 dio a luz a Frida, su primera nena), está casada desde 2005 con Mattia Dessi – un italiano musculoso, aunque no tanto como sus antecesores, y media cabeza más bajo que ella-, al que conoció cuando él era mozo de un hotel suizo. “Mattia entró al restaurante y, literalmente, me caí de la silla”, relató Brigitte, que en ese entonces era la esposa del guionista televisivo Raoul Meyer.
Poco después de haberse levantado, Brigitte se casó con Mattia -devenido modelo- en una ceremonia no legal, blue, barrani, llámenla como quieran, en República Dominicana, el 21 de febrero de 2005. Volvieron a hacerlo el 8 de julio de 2006 en el Radisson Golden Sands Resort & Spa de Malta, pero esta vez con todos los papeles en regla y ella divorciada de Meyer. En una entrevista de 2011 con el diario británico The Guardian, Nielsen declaró: “Mattia es 15 años más joven que yo y estoy muy feliz. Tal vez, mentalmente sea más maduro que yo, pero físicamente no somos iguales (N del R: ignoramos si se refería a la edad o a la altura) y me pregunto si me amará cuando tenga 60 años y él 45. Cuando nos conocimos, todo el mundo se reía de mala manera de nosotros, porque él tenía 25 años y yo 40. Las mujeres siempre somos objeto de esas bromas. Pero él es mi principal fuente de felicidad”.
Durante la época de esplendor de Nielsen, el fotógrafo Helmut Newton y la revista Playboy le tomaron fotos desnuda. Brigitte era una especie de diosa blanca, algo así como la versión nórdica de la jamaiquina Grace Jones. Con su metro ochenta y cinco -culpable del bullying que sufrió durante su adolescencia, las piernas infinitas y un cigarrillo entre sus dedos, conmocionó -vamos a usar este verbo casto- a hombres y mujeres. Pero, al conocer a Dessi, el paso del tiempo y el alcohol la habían erosionado un poco. El italiano la ayudó con su adicción. “Ahora soy literalmente una persona diferente, y en eso tiene mucho que ver con mi esposo, porque no fuma ni bebe ni se droga. Cuando lo conocí, yo era puro rock & roll, y él me dijo: ‘Te adoro, pero no puedo vivir con eso’. He tenido algunos hombres extraños en mi vida. Pero finalmente al quedarme con él hice un verdadero negocio”, dijo Nielsen, con metáfora mercantil.
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La vida de Brigitte transcurrió, hasta la fecha, en una suerte de confusión deliberada entre ficción y realidad. De hecho, el complejo salto que pegó entre su cuarto marido y el quinto, el actual, tuvo una estación intermedia que transcurrió dentre de un reality show de la señal de cable VH1. Tratemos de explicarlo. A principios de 2005, Brigitte era la protagonista del programa “Strange Love”, derivado de “The Surreal Life”, en el que ella y el músico de hip hop Flavor Flav habían comenzado una relación sentimental rara y compleja. En el transcurso del reality siguiente, “Strange Love”, los espectadores siguieron en directo el derrumbe de esa pareja y la súbita aparición de Dessi, el salvador galán italiano. Meyer quedaba, literalmente, fuera de pantalla,
Para Nielsen, el límite entre los sets y la intimidad siempre fue difuso. Su relación con Schwarzengger, 16 años más grande que ella, se dio -como dijimos- en medio de la filmación de una película infinitamente más aburrida que su detrás de cámara. “La atracción con Arnold fue instantánea -explicó Brigitte-. Como los dos sabíamos que no iba a durar más allá del rodaje, no nos pusimos barreras. Queríamos probarlo todo y eso hicimos. No hubo restricciones sexuales, ni promesas, ni nada. Fue un gran momento de mi vida”. Sobre el pequeño detalle de que el actor estaba en pareja con Shriver, la actriz danesa agregó: “Él nunca hablaba de ella y, por la forma en que actuaba conmigo, sentí que yo era la única en su vida. Después supe de ella y me sentí engañada”.
El fisicoculturista y ex gobernador de California no negó esta versión. Al contrario. “Me involucré con Brigitte y tuvimos un romance. Gitte, como le decían todos (N del R: le decían Gitte porque se llamaba así, Gitte Nielsen), tenía una personalidad risueña y divertida y una gran sed de atención. Después de la filmación, viajamos por Europa un par de semanas antes de separarnos. Regresó a su casa suponiendo que nuestra aventura había terminado”, explicó. Meses después, ella volvió a Los Ángeles para la posproducción de la película y le propuso tener una relación estable. Pero el actor de “Terminator”, un duro, contó que le dijo: “Mirá, lo nuestro se dio en el set de filmación. Fue divertido, pero nada serio. Ya estoy con la mujer con la que quiero casarme, y no hay lugar para vos”.
Cuando conoció a Stallone, también 16 años mayor que ella, Nielsen quedó deslumbrada. Estaba recién separada del músico danés Kasper Winding, y Stallone, casado, le aseguró que su matrimonio con la fotógrafa Sasha Czack, con la que tenía dos hijos, agonizaba. “Debo haber sonado como una fanática enloquecida. Estaba emocionada, pero sabía que era demasiado tonto. Después deslicé una fotografía mía, del portfolio que usaba para conseguir trabajo en las agencias, por debajo de la puerta de su habitación de hotel”. No le fue mal: Stallone -mujeriego, ocho centímetros más bajo que Brigitte- le ofreció trabajar en “Rocky IV”. La danesa interpretó a Ludmilla Vobet Drago, la mujer de Ivan Drago, rival de Rocky y epítome maquinal del fantasma rojo comunista. Fuera de pantalla, no había grietas ideológicas ni mundo bipolar que los dividiera: Brigitte y Sly se casaron sin problemas. Los problemas vendrían después; el matrimonio iba a ser breve y turbulento.
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En 1986 protagonizaron “Cobra”. Stallone interpretaba a un policía que enfrentaba a una secta que quería asesinar a Ingrid, una modelo escultural encarnada por Nielsen. La ficción imitaba, en parte, a la realidad: en aquellos años, Briggite transitaba las pasarelas más sofisticadas del mundo; desfilaba para Giorgio Armani, Gianni Versace, Gianfranco Ferré y Jean Paul Gaultier. Hasta entonces, todo bien. Los conflictos con Stallone empezaron cuando ella fue contratada para trabajar en la película “Un detective suelto en Hollywood”. El periodismo del chisme deslizó, sucesivamente, que Brigitte tenía romances con Tony Scott, con Eddie Murphy y hasta con Kelly Sahnger, su secretaria, Stallone sintió que las venas del cuello se le hinchaban como cuando aferraba su ametralladora en “Rambo”.
La ruptura, tras apenas 19 meses de matrimonio, fue más que mediática. Stallone la acusó de aprovecharse de su fama para conseguir papeles en el cine de Hollywood y la guerra estalló. Tras la escalada confrontativa y el divorcio, sobrevino un mudo rencor de décadas. Hasta que, 33 años después, se reencontraron en el rodaje de “Creed II”, la última película de la saga de “Rocky”. Nielsen volvía a interpretar a Ludmilla -fugazmente, apenas en un cameo- y notó que el corazón le “latía muy rápido”. “En 1985 me casé con Sylvester y ahora soy su ex esposa -declaró, en referencia al rodaje-. Somos dos profesionales y nos mantuvimos como tales. El se quedó en la esquina americana y yo en la rusa. Estábamos en lados opuestos, pero fue agradable”.
Diva absoluta en la década del 80, Nielsen procuró, de ahí en adelante, mantenerse en los medios como fuera. Los escándalos, más que las actuaciones, fueron la vía. Su nombre pasó del periodismo cinematográfico al chimentero, del que nunca se había retirado por completo. Ella buscaba el shock en programas de TV amarillistas. “En 1987, estaba en un club nocturno y Madonna me pisaba los pies. Fue muy grosera y terminé dándole una cachetada -contó, por ejemplo, en “The Talk”-. Pero la mejor parte ocurrió un par de meses después, en el sur de Francia: me vengué teniendo una aventura de una noche con Sean Penn”. Recordemos: Madonna y Penn mantuvieron un matrimonio volátil entre 1985 y 1989.
En talk shows y en realities de los Estados Unidos, Italia y Alemania, Brigitte exhibió su intimidad sin pudor. Se sometió a una cirugía estética frente a cámaras. Incluso mostró facetas penosas, como la de su adicción al alcohol: llegó a ser tapa de un diario sensacionalista británico a través de una foto que le tomaron tirada en un parque en Los Ángeles, abrazada a una botella de vodka Popov, como si fuera una vagabunda totalmente borracha. En 1997 fue centro del enésimo chisme: que un jeque árabe había pagado un millón de dólares por pasar una noche con ella. Pese a todo, ella insistía con la actuación; en este aspecto, hacía todo lo que podía, y podía poco. En 2014 apareció en “Mercenaries”; en 2015, sorprendió interpretándose en la serie “Portlandia”; en 2018, trabajó en “Adi Shankar’s God and Secrets” y en “The Experience”, que protagonizó con Lou Ferrigno Jr., el hijo del intérprete de “Hulk”, en una especie de filme vintage ochentoso.
La vidriera mediática más efectiva la logró cuando anunció su embarazo tardío. A los 40 años había congelado sus óvulos. Cuando empezó la relación con Dessi comenzó tratamientos in vitro que duraron una década y finalmente logró ser madre al borde de los 55 años. “Es un camino muy largo. Lo que quiero es que las mujeres sepan que todo es posible, aunque hay que ser realista”, dijo en un programa. Ahora, cuando sus cuatro hijos varones -Juliann, Killian, Douglas y Raoul Ayrton- son grandes, se radicó en Marbella, con Dessi y Frida. Los 60 años la encuentran hoy en una mansión en Milla de Oro. “Nos encanta Marbella. Creo que hicimos una buena elección viniéndonos a vivir acá, con Frida. Mattia me ha salvado de muchas cosas en la vida”, repite Brigitte. Ambos trabajaron, cómo no, en un programa llamado “Gitte Talks”. La vida y el show: dos aspectos que siempre fueron juntos en la vida de Nielsen.