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12 Jul, 2023
Por Susana Ceballos
En 2004, al filo de los 30, la belleza casi perfecta y la sensualidad descarada convertían a Angelina Jolie en la fantasía de una gran cantidad de hombres. Resultaba casi imposible mantenerse inmune al hechizo de esa mujer que, como la describió Val Kilmer, “es como otras mujeres, pero mejor: más linda, más sabía, más trágica”. Y por si quedaban dudas cerró con un “es una Madonna posmoderna, la imagen perfecta del estrellado inaccesible y el instinto maternal además de ser increíblemente elegante”.
Fue entonces que a un productor se le ocurrió que si la dueña de la fantasía de los hombres protagonizaba una película con el dueño de la fantasía de las mujeres, Brad Pitt, lograría un exitazo. Así surgió Sr. y Sra. Smith, la película, y Brangelina, el romance que marcaría una época.
Cuando en 2004 Angelina conoció a Pitt, él estaba casado con Jennifer Aniston. En cambio, Jolie ya se había separado de Billy Bob Thorton. Tiempo atrás Laura Dern estaba en pareja con Billy Bob Thorton cuando, para entretenerse un poco, se puso a mirar una revista y encontró una foto a doble página de su novio de 45 casándose con Jolie, de 20, en Las Vegas, y sellando su compromiso con colgantes que contenían sangre del otro.
Además, por entonces Angelina había dejado sus años “salvajes” -cuando jugaba con cuchillos y consumía todo tipo de drogas- para disfrutar de la maternidad y de cierta estabilidad. Entonces llegó Sr. y Sra. Smith. Y Brad Pitt. La atracción entre ambos fue más explosiva que las explosiones de la película. Jennifer no decía nada pero comenzaba a notar que algo raro pasaba con su marido. “Había detalles, situaciones un poco inapropiadas, como que Brad no podía esperar para ir a trabajar todos los días”.
Las primeras fotos de Jolie y Pitt se conocieron en abril del 2005, tres meses después de que él anunciara su separación de la estrella de Friends. Se veía a la pareja en una playa de Kenia, junto al pequeño Maddox. Visitaron Etiopía, donde Jolie adoptó a su segunda hija, Zahara Marley. La confirmación oficial llegó en diciembre cuando el actor anunció que sería el padre adoptivo de los dos niños.
En mayo del 2006 Brad y Angelina le dieron la bienvenida a su primera hija biológica, Shiloh Nouvel, quien nació en Namibia, África. Un año más tarde adoptaron a Pax Thien, un vietnamita de un poco más de tres años. Padres de cuatro hijos, la familia se siguió agrandando. El 12 de julio de 2008 nacieron los mellizos Knox León y Vivienne Marcheline, en la localidad francesa de Niza.
Exitosos, bellos, solidarios, cada movimiento de Brangelina era acompañado por una maraña de fotógrafos, dispuestos a todo por retratar -y luego vender- ese instante. Los rumores de crisis de vez en cuando surgían, pero las declaraciones de amor eran frecuentes. “Angie es mi alma gemela, sin dudas”, declaraba Brad. Se mostraban unidos y compinches. Para no delegar la crianza de sus seis hijos en niñeras y asistentes, acordaron no tomar proyectos al mismo tiempo. Mientras uno filmaba, el otro se quedaba con sus hijos.
El mundo idílico de Brangelina atravesó un momento de angustia en 2013. En 2007 Marcheline, la madre de la actriz, murió víctima de un cáncer de ovario, y su tía fue diagnosticada con cáncer de pecho. Angelina decidió realizarse una mastectomía doble preventiva. Al The New York Times le contó que el apoyo de Pitt había sido fundamental: “Durante las cirugías sabía que él estaba a mi lado y que esto no iba a ser algo donde me iba a hacer sentir menos mujer, porque mi marido no iba a dejar que eso ocurriera. Enfrentarnos juntos a estos problemas, hablar sobre ellos, hablar sobre qué es ser humano… Creo que puede ser algo bonito”.
En 2014, tras diez años juntos, la pareja decidió casarse. El 23 de agosto pasaron por altar ante sus seis hijos y 20 invitados. El velo del vestido de novia -diseñado por la firma Versace– estaba intervenido con alegres dibujos realizados por cada uno de sus hijos. Brad Pitt se puso un traje que ya había usado; al fin de cuentas si sos Brad Pitt no es necesario vestirse de seda. Uno de sus hijos le prestó su corbata porque olvidó llevar la propia. El dinero por las fotos exclusivas de la exclusiva la boda fue destinados a obras benéficas. La familia se instaló en Château Miraval, un idílico viñedo francés con olivares, lago, foso, fuentes y un bosque, que habían comprado dos años antes y donde iniciaron su negocio de vinos Miraval Wines.
Parecía que el “fueron felices y comieron perdices” duraría hasta la eternidad, pero no. Después de 12 años de Brangelina todo estalló cuando Jolie solicitó el divorcio. En los documentos presentados ante la Corte la actriz alegaba “diferencias irreconciliables” y pedía la custodia de sus hijos. Brangelina se rompió: es que a veces no alcanza con ser el hombre más atractivo del mundo casado con la mujer más bella del mundo para que un matrimonio funcione.
Sus seguidores no habían terminado de asimilar el cimbronazo del divorcio cuando trascendió que Pitt estaba siendo investigado por supuesto maltrato físico y verbal a su hijo mayor, Maddox. Mientras el actor se sometía a un tratamiento de rehabilitación, Jolie abandonó la residencia familiar para refugiarse en otra en Malibú. Con la separación se vivieron escenas dignas de Sr. y Sra. Smith: la ex pareja se tiró con munición gruesa. Acusaciones cruzadas, peleas por la tenencia de los hijos, declaraciones y desmentidas.
“No ha sido un proceso fácil”, “prefiero llorar en la ducha que delante de mis hijos” o “no me gusta estar soltera, no es algo que yo quisiera” fueron algunas frases de Angelina que mostraron que el dolor verdadero también se vive en Hollywood. “Estoy muy triste por la separación, pero lo que más importa ahora es el bienestar de nuestros hijos. Solicito amablemente a la prensa que les dé el espacio que merecen durante estos momentos”, expresaba Brad.
Lejos del modelo de “desconexión consciente de pareja” que mostró Gwyneth Paltrow cuando se divorció de Chris Martin, Jolie y Pitt iniciaron un divorcio traumático, conflictivo, millonario y hasta ahora, interminable. Para llevar adelante el proceso Brad contrató al abogado Lance Spiegel que representó a otras celebrities como Charlie Sheen, Eva Longoria, Michael Jackson o Heather Locklear. Angelina fue por Laura Wasser, la llamada “reina de los divorcios” entre famosos, que asesoró a Britney Spears, Kim Kardashian, Heidi Klum y Johnny Depp.
Al principio parecía un divorcio civilizado: se acordó que Jolie tendría la custodia de sus hijos y su exmarido podría ir a visitarlos, inicialmente bajo la supervisión de un terapeuta que sería el encargado de decir si posteriormente esas visitas podrían pasar a ser privadas. Pero en junio de 2018 llegaron nuevas reglas de custodia y lo que hasta ese momento era guerra solapada, se convirtió en guerra declarada.
El juez de menores consideró “crucial que cada uno de los seis niños tenga una relación sana y fuerte con sus padres”, elaboró un nuevo horario de visitas de verano y le advirtió a Angelina que podría perder la custodia de sus hijos si no les permitía formar “una relación sana y fuerte” con su padre. También dictaminó que Brad podría llamar y enviar mensajes a cada uno de sus hijos cuando quisiera, sin supervisión ni interferencia de la madre. Dos meses después de estas medidas, Jolie acusó a Pitt de no pagar la manutención, pero el actor retrucó haber destinado más de 1,3 millones de dólares en gastos desde su separación y añadía que le había prestado a su exmujer ocho millones de dólares para comprar su residencia.
Ante la respuesta de Brad, Wasser dejó de representar a la actriz porque “está haciendo que el divorcio sea más complicado de lo necesario”. A través de su nueva abogada, Samantha Bley DeJean, Angelina le respondió a su exmarido que “un préstamo, en cualquier caso, no es la manutención de unos niños y mostrarlo como tal, es engañoso e inexacto”.
En 2020 comenzó otra batalla cuando Angelina Jolie pidió apartar al juez encargado del divorcio, John W. Ouderkir, por una supuesta conexión con Brad Pitt, ya que había trabajado con una de las abogadas del actor. Su pedido fue denegado. A comienzos de 2021 y ante la fase final de la resolución de la custodia, Angelina volvía a acusar a su ex de violencia de género y abuso infantil mientras él pedía la crianza compartida. Angelina cuestionó la decisión del juez, quien terminó por apartarse del caso y Pitt no logró la custodia compartida de sus hijos.
Otro frente de esta guerra son las propiedades que el matrimonio poseía en común. Su riqueza combinada llegaba a los 400 millones de dólares y gran parte eran propiedades en todo el mundo que habían adquirido a lo largo de los años, como una casa en Hollywood valuada en 1,7 millones, una residencia en el famoso hotel Waldorf Astoria en Nueva York y otra en Nueva Orleans. Pero sin duda la propiedad más espectacular era la villa en la campiña francesa, el Chateau Miraval, que compraron por 27 millones de dólares en el 2008, y convirtiéndola en su refugio familiar y un lucrativo emprendimiento de vinos.
Hoy, la propiedad que eligieron para su boda es el centro de disputas. Angelina acusó a Brad de “saquear” Miraval, además de tratar de quedarse con el control total del viñedo y todos sus activos, y vendió su parte a Yuri Scheffler, un multimillonario ruso que no tuvo problemas en pagar 67 millones de dólares. Ante este nuevo “socio” Pitt demandó a Jolie argumentando que la venta había sido ilegal ya que, al momento en el que ambos compraron Miraval, la expareja habría firmado un acuerdo en el que ninguna de las partes podía vender su parte sin el consentimiento del otro.
Jolie negó que este contrato existiera y Paul Murphy, uno de sus abogados, aseguró que Pitt rehusó aceptar la compra de Scheffler porque ella se negó a silenciarse tras casos de violencia que, según acusa, sufrió por parte de Pitt, en particular, el incidente en el avión cuando el actor, alcoholizado, golpeó a sus hijos y a su entonces esposa. Además, le exigieron 350 millones de dólares por daños y perjuicios.
Con abogados que facturan entre mil y 1500 dólares por hora, hoy los actores protagonizan uno de los divorcios más caros y enrevesados de Hollywood. En un momento de la película Sr. y Sra. Smith uno de los personajes asegura que “los finales felices son historias sin acabar”. Releyendo la separación de Pitt y Jolie, se podría decir sin equivocarse que la historia sin acabar es su divorcio.